En Francia, Italia y Alemania ya han tomado medidas drásticas, al tiempo que en nuestro país la incidencia crece en varias comunidades. Sanidad pide prudencia en Semana Santa para evitar otra embestida del virus.
21 mar 2021 . Actualizado a las 00:42 h.La amenaza de la cuarta ola es ya una realidad en muchos países europeos, mientras que España, en una situación de meseta, espera expectante que el puente y la Semana Santa no echen por tierra todo el esfuerzo de los últimos meses.
En países como Alemania, Francia e Italia, la última semana los casos se han vuelto a disparar y han obligado a volver a tomar medidas para evitar el caos hospitalario. Alemania registró ayer más de 16.000 casos de coronavirus, un recuento en línea con el de la jornada anterior pero que supone un ligero repunte en la tasa de incidencia del virus, que roza ya los 100 casos por cada 100.000 habitantes a siete días, nivel que de mantenerse durante siete días implicaría dar un paso atrás en la reactivación escalonada de la vida pública.
En Francia, un tercio de la población comenzó ayer un tercer confinamiento desde el inicio de la crisis del coronavirus, menos restrictivo que los anteriores, puesto que se limita al cierre de comercios no esenciales y permite salidas sin limitaciones a espacios exteriores.
Las primeras horas de este nuevo período, que se aplica en 16 departamentos, incluida la región de París, estuvieron marcadas por la confusión, puesto que las nuevas reglas aplicables son menos claras. El Ejecutivo obliga a los ciudadanos a descargarse en sus teléfonos móviles una declaración jurada para justificar las salidas, mucho más compleja que en el pasado.
Por su parte, Italia registraba el viernes 25.735 casos nuevos de coronavirus, y desde el jueves han fallecido 386 personas. La tasa de positividad sigue girando en torno al 7 %, por lo que las autoridades han instado a «mantener unas estrictas medidas de restricción y mitigación a nivel nacional».
Ante esta situación, los expertos auguran una nueva subida también en España, que ha entrado en fase de meseta. Tras caer ininterrumpidamente durante dos meses, la incidencia acumulada se estanca en el entorno de los 130 casos por cada 100.000 habitantes, lejos de los 50 casos que el Gobierno marcó como objetivo, y amenaza con cambiar de tendencia tras el puente de San José y Semana Santa.
Los indicadores reflejan ya una subida en varias comunidades, y los expertos llaman a ser precavidos y mantener las medidas a la espera de que ese retraso que llevamos con respecto al resto de Europa se traduzca en una subida más leve si se compensa con una rápida vacunación y se acompaña con la llegada de las temperaturas más primaverales.
Las restricciones de Semana Santa, claves para frenar la cuarta ola
Hasta ahora, la España del coronavirus ha sido un país de grandes desniveles: desde hace un año, rápidas subidas y descensos vertiginosos han convertido en una montaña rusa la curva de la pandemia. Tan solo en junio, cuando aún se sentían los efectos del confinamiento estricto de marzo y abril, la incidencia acumulada se mantuvo en valores estables. Pero antes y después, todo fueron grandes olas, principalmente, la primera y la tercera, que acaba de terminar. Ahora, los análisis de los técnicos del Ministerio de Sanidad están cambiando y los expertos cruzan los dedos para que España pueda mantenerse durante el mayor tiempo posible en un valle o en una meseta (las metáforas geográficas son recurrentes) que permita minimizar riesgos gracias a una vacunación cada vez más masiva. Por el horizonte asoma una cuarta ola que hace temblar a los epidemiólogos.
En sus últimas intervenciones, la ministra Carolina Darias no se ha cansado de repetir que la posibilidad de evitar esta nueva embestida pasa por el comportamiento de la población. De hecho, las restricciones establecidas para San José y para Semana Santa son mucho más estrictas que las decretadas en Navidad porque la relajación de final de año llevó apenas tres semanas después, el 27 de enero, a un pico altísimo de incidencia: 889,93 casos activos por cada 100.000 habitantes.
Pero el descenso desde ese máximo ha sido tan rápido como el crecimiento previo. En un mes y medio, la tasa cayó 760 casos, a una media de 17 al día, hasta los 133 del 10 de marzo. Y ahí comenzó la meseta por la que ahora se mueve el país. El suelo se tocó el 16 de marzo, con 127,8 casos, y la incidencia está actualmente en los 128,17 casos, con la amenaza de que en los dos últimos días, aunque apenas hayan sido unas centésimas de crecimiento, se ha roto la tendencia descendente.
Los indicios que apuntan al comienzo del rebrote son inquietantes, pero aún débiles. El cotejo de los datos por territorios muestra que medio país -ocho comunidades (Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Navarra y País Vasco) y las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla- va hacia arriba, pero el otro medio aguanta con ligeros descensos.
Incidencia a siete días
Desglosando un poco más los datos que ofrece Sanidad, la incidencia acumulada (IA) a siete días, que debe ser siempre menor del 50% de la IA a 14 días para que la perspectiva de la evolución sea favorable, está ya en 61,47 casos, es decir, el 48,1% de los 128,17 casos del jueves. Hace un mes, en pleno descenso fuerte de la tercera ola, la situación era mucho más favorable: la IA a siete días era la tercera parte que la IA a 14 (que se manejaba en los 300).
Además, la positividad semanal, el número de test positivos entre el total de realizados, es el mejor indicador de la evolución de la tendencia, y esta semana, dejó de caer para empezar a fluctuar entre el 5,33% y el 5,36%, algo que no había hecho antes en la pandemia. Por ahora, apunta al estancamiento.
Los grandes temores, sin embargo, llegan del extranjero. Europa está en plena oleada de contagios a causa de las nuevas variantes, que también están afectando a España. Si la llegada de turistas es masiva durante las próximas fiestas (los viajes desde el exterior están permitidos presentando una PCR negativa en los aeropuertos), los contagios también pueden dispararse.
Al moverse por tierra ignota, una meseta nunca antes vista en la curva de España, es imposible extrapolar lo ocurrido en las anteriores olas, pero en el Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias (CCAES), que dirige Fernando Simón, recuerdan que entre el pico de la segunda ola (el 9 de noviembre, con una incidencia de 529 casos) y el pico de la tercera (27 enero, con 899) solo pasaron 79 días, un tiempo muy breve alentado por el 'efecto Navidad', lo que hace perfectamente factible que España pueda encontrarse en el pico de una supuesta cuarta ola a mediados de abril (79 días después del pico de la tercera ola) si no se respetan las restricciones del puente y Semana Santa.
Una cuarta ola que podría ser tan dañina como las anteriores (por ejemplo, la tercera, desde el 11 de diciembre hasta el 4 de marzo dejó 1.411.783 nuevos contagiados y 22.877 fallecidos, según los datos de Sanidad) porque alcanzaría su plenitud a mediados de abril, cuando aún no se sientan los efectos de la vacunación a velocidad de crucero (300.000 pinchazos diarios, incluyendo la inmunización de Jannsen), algo que se logrará en mayo.