Cuando atrona el caudal de la cascada de Parga, se oye al fantasma de una moza que llama al enamorado. La Ruta da Auga de Zas tiene más sorpresas: alguien adornó el banco de la fervenza de Budián con 5 palabras cariñosas.
01 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.En las noches de luna llena, los vecinos de Parga oían los lamentos de una chica ahogada durante un baño, cuando los jóvenes se zambullían cerca de la cascada en las noches de calor. El fantasma lloraba por su enamorado. La fervenza de Parga es uno de los tres saltos que se pueden visitar en la Ruta da Auga de Zas, la cual está envuelta en un velo de romanticismo y leyenda. La ruta de senderismo PR-G 250 pasa por tres fervenzas (Parga, Budián y Rabiñoso) y se puede completar a pie el recorrido circular de casi diez kilómetros en tres o cuatro horas, sin incluir una parada para el pícnic.
La cascada de Budián tiene a su pie un banco de madera y en cuyo respaldo aparecen las palabras gallegas más riquiñas: aperta, enxebre, orballo, bico, quérote y la frase «Galicia fascina, Galicia namora». Si el de Loiba es el banco más bonito del mundo, el de Budián se ha ganado el título del más riquiño. Está enclavado en un paraje bucólico, ante una cascada típica de anuncio televisivo, un sendero romántico y un viejo molino.
Para llegar hasta el banco, enclavado en una gran roca, en medio del río, es necesario vadear por unas losas que sobresalen sobre el agua y pisar sobre superficies que pueden estar resbaladizas. Es aconsejable que si un excursionista no goza de forma física media se apoye en un acompañante para cruzar hasta el banco o que use como apoyo un bastón o palo para pisar sobre seguro.
Los intagramers pueden sacarse buenos selfis en la cascada de Budián, de ocho metros de altura y su banco de madera. El otro selfi recomendado está en el salto de Rabiñoso, donde han colocado un columpio. Hay un tercer trofeo para el álbum de Instagram: un trono labrado en un tronco a la orilla del río, a escasos metros abajo de Budián. Las aguas destacan por su claridad y el verdor de las plantas que se mecen en su lecho.
Las orillas de sus ríos (Vilar Ramilo) y regatos están salpicados de puentes con losas de piedra y viejos molinos de agua, a los que se llega por senderos que conservan la magia y embrujo de las tradicionales corredoiras abrigadas por bosques y muros cubiertos de musgo. El visitante verá por el camino dos tipos de hórreos que se corresponden con los modelos más típicos de la Costa da Morte: uno parece una casita de ladrillos pintada de azul y el otro cubre los pilares con ruedas de piedra. Otra curiosidad es que algunas casas tienen pegada en la fachada dos cajones de piedra que son las abellarizas para albergar colmenas y colectar miel.
Toda la ruta está salpicada de molinos y de batanes para aplanar el lino. Hace 270 años, el lugar destacaba como una zona industrial harinera y textil ecosostenible. Los molinos en ruinas conservan parte de su maquinaria, lo mismo que los batanes. Aprovechaban como energía la fuerza de los saltos.
La cascada de Parga está cargada de leyendas y, tras subir por las escaleras de un molino, se llega a la de Rabiñoso, que cuenta con un columpio. Esta última fervenza es muy amplia, el agua baja rápido por la roca de una loma y destaca al fondo el pico de Meda, en la Costa da Morte. Otra curiosidad es que el salto de Rabiñoso desemboca en una especie de mini-cañón rocoso labrado por la erosión. A su vera hay un prado ideal para hacer pícnic y almorzar al sol.
Hay una entrada en la Ponte do Sisto para ir a Budián y otra en Rabiñoso, por lo que se puede acortar la visita si se mueve el coche. Se llega por la salida 49 de la autovía a la Costa da Morte, desde A Piolla hacia Zas.