Chela Santalla, la gallega que puso orden en el botellón de Madrid: «Que los jóvenes no piensen que a ellos no les atraviesan las balas»
SOCIEDAD
Su vídeo recriminando a unos jóvenes su conducta irresponsable en la celebración del fin del estado de alarma se hizo viral
13 may 2021 . Actualizado a las 10:01 h.«Madrid es una vergüenza. Esto no es libertad, es una anarquía. Ponte la mascarilla por respeto a esta gente que está trabajando». Chela Santalla (A Coruña, 1980) no se arredró lo más mínimo para reprender a los jóvenes que participaban sin mascarilla ni medidas de prevención contra el contagio de coronavirus en un macrobotellón en pleno centro de Madrid con el que se celebraba el final del estado de alarma. El vídeo se hizo viral y las interacciones de apoyo se multiplicaron. Si hubo una voz que representó a los ciudadanos responsables y temerosos de las consecuencias que acarrean los comportamientos irresponsables fue la suya.
«Eran las once de la noche del sábado, cerraron las terrazas y yo regresaba a casa cuando me encontré eso. Y las quejas en redes. Entonces comparto que algunos cumplimos y surge esa situación, en la que increpo a esos jóvenes, y precisamente por eso pensé que no publicarían esas imágenes», relata. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que sucedió todo lo contrario. «Esto ha servido para comprobar que hay mucha gente que piensa como yo», concluye.
Ya tengo la candidata perfecta ganar a Ayuso en Madrid.
— Javier Durán (@tortondo) May 10, 2021
Su programa:pic.twitter.com/Zsq2kdi1Nm
«Entiendo que las necesidades sociales a los veinte años no son las mismas que a los cuarenta, pero hay gente con poca memoria y yo tengo mucha. Y no me puedo olvidar de que pasé el confinamiento sola y con ataques de ansiedad. Me interesa mucho que no se nos vuelva a ir de las manos y nos vuelvan a encerrar», argumenta.
Esta chica que se ha encarado a los #irresponsables y a los #subnormales me representa.
— Pastafarian (@pastafariian) May 9, 2021
"Esto no es libertad. Esto es una pvta vergüenza" pic.twitter.com/3uaJgCocQN
«Ellos piensan que les están robando su vida, pero esto afecta a todos y si haces las cosas bien, antes recuperarás la tuya», analiza. «Yo sé qué es pasar la Navidad sola pensando que soy la única pringada, para que después me vuelvan a encerrar dos meses; o no ver a mi padre en cinco meses. Iba al súper y me daban ataques de ansiedad porque llegué a pesar 45 kilos (y mido 1,67 metros) y, aunque hago deporte y como sano, tengo mucho respeto al virus», describe. «Que los jóvenes no piensen que a ellos no les atraviesan las balas», concluye.
Más allá del episodio vivido en Madrid, Chela Santalla reflexiona acerca de las diferentes percepciones que se tiene de la pandemia. «Si te hubieses pasado el confinamiento en una casa de lujo, sin perder el trabajo ni poder adquisitivo, ni con familiares afectados por el covid-19, probablemente tu actitud ahora sería similar a la de estos chavales. Pero no es mi caso. Mi reacción está vinculada a la consciencia que tengo de que esta pandemia es algo muy grave que nos afecta a todos», explica.
«No todos nos estamos comportando mal», era el pensamiento que tenía Chela aquella noche de sábado. Y el domingo al mediodía, comiendo en casa de unos amigos, ya comenzó a comprobar el alcance de su reprimenda a los irresponsables. «No se trata de una minoría y no solo sucedió en Madrid, por eso creo que es importante saber que hay mucha gente que piensa como yo y así lo expresaron a raíz del vídeo. «Yo salto porque me enfado, me parece indignante. Ni lo pensé. Me hierve la sangre con estas cosas. Y estaban como muy creciditos. ‘No hay nada que celebrar', pensaba yo. ‘Si yo fuese sus padres no alardearía, sino que tendría vergüenza de ellos', porque merecen un castigo, pensaba», añade la gallega. «Cuando yo les recriminaba que usasen la mascarilla, me respondían que estaban bebiendo y yo les explicaba que se la tenían que quitar solo para beber, solo en ese momento. Pero como vi que no entraban en razón, me di media vuelta y hasta luego. Me fui a la francesa, como una señora», cuenta.
Chela Santalla cree que «los jóvenes son los más irresponsables, aunque haya gente de más edad con malos comportamientos, pero es por la necesidades sociales de cada edad y el sentido de la responsabilidad que conllevan los años». «Ellos tienen la necesidad imperiosa de socializar, pero se muestran inconscientes porque creen que el covid solo ataca a los mayores, pero no es así. Hay también gente joven que ha quedado muy tocada o se ha muerto», advierte.
Una persona multifacética
Chela Santalla, además de declararse optimista, es una persona inquieta a la que la vida le ha conducido por múltiples caminos. Uno de ellos, quizás con mayor peso específico, es el de la interpretación. Comenzó sus estudios en Casa Hamlet (A Coruña, donde reside) y continuó su formación hasta el año 2011, cuando ya se encontraba en Madrid (ciudad a la que viaja con frecuencia por motivos laborales, ya que ahora es autónoma relacionada con el sector de la moda).
Anecdótico y premonitorio fue su paso por casi medio centenar de ediciones del programa ¡Allá tú!, presentado por el gallego Jesús Vázquez en Telecinco a comienzos del siglo XXI. Nunca le impuso mostrarse delante del público y buena prueba de ello son las obras de teatro en las que participó, como Fool for Love, en el madrileño escenario del Lara, en el mexicano de Guadalajara o en el coruñés del Rosalía de Castro. Tampoco se detuvo durante el confinamiento obligado por la pandemia, momento en el que quiso expresar «la propia soledad, quién eres cuando nadie te ve» con Cuando nadie me ve un relato audiovisual junto a la actriz y presentadora Elia Galera, en el que se acompañan fotografías que retratan íntimos momentos con textos leídos a partir de letras de canciones. «Se trataba de dar salida a la creatividad del artista y mantenerse entretenidas», recuerda Chela Santalla.
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Queda para el recuerdo de una etapa que a la gallega, como a muchos otros ciudadanos responsables, no se le ha olvidado. Aunque haya que recordárselo a otras muchas personas con la memoria frágil.