La última ola de la pandemia

Gabriela Consuegra
Gabriela Consuegra REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

En una cafetería de Oporto, dos personas conversan sin mascarilla
En una cafetería de Oporto, dos personas conversan sin mascarilla VÍTOR MEJUTO

El final empezó con la vacuna, pero ómicron podría ser la llave de la normalidad

04 feb 2022 . Actualizado a las 12:27 h.

La primavera es el horizonte en el que parece asomar el fin de la pandemia en España. En Europa, Dinamarca ya puso punto final a la historia y le dijo adiós a las mascarillas, a los pasaportes covid, a los aforos, todo: aseguraron que el virus ya no supone un riesgo y dieron la bienvenida a la vida tal y como era antes. Lo mismo ha hecho Suecia, que la próxima semana eliminará todas las restricciones. En la misma línea, Reino Unido, que se atrevió a intentarlo con delta, está más que dispuesto a dar el paso. Francia comenzó a despedirse de las mascarillas. Alemania apuesta por marzo para iniciar la desescalada. Así las cosas: ¿llegó el momento de volver a la normalidad? ¿Nos dirigimos al fin de las restricciones? Tres epidemiólogos consultados por La Voz dicen que sí.

«Si hay un momento para intentarlo, es este», asegura Quique Bassat, investigador Icrea en ISGlobal. Lo mismo dice la Organización Mundial de la Salud, que cree que Europa se encuentra ante una situación única para controlar la pandemia. ¿Por qué? «Estamos en un momento epidemiológico distinto y eso es lo que nos hace reflexionar sobre las medidas, aunque sirvieron de mucho durante las cinco olas previas», señala. ¿Qué ha cambiado? Por una parte, la alta tasa de vacunación (81,3 %). Pero sobre todo, incide la menor gravedad clínica de la nueva variante: «Ómicron, en su conjunto, ha sido una buena noticia», dice el experto.

Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona, parte de una base: «Con este virus hemos aprendido a ser muy humildes, porque nos equivocamos muchas veces en los pronósticos». Dicho esto, comparte la perspectiva de Bassat y cree que el escenario más posible y probable es que se levanten todas las restricciones próximamente. ¿De qué depende? De que no aparezca ninguna variante nueva que sea sustancialmente distinta a esta. «Lo importante es la repercusión sobre el sistema sanitario y la salud de cada persona y en España la presión aún es un poco alta. Pero eso no significa que tengamos que ir en otra dirección, solo tendremos que hacerlo un poco más despacio», explica Trilla. ¿Habrá nuevos brotes? Seguramente. Pero se acabaron las olas. Si nada cambia, el coronavirus será endémico, estacional, como la gripe.

La situación en los hospitales

«Una vez que el sistema sanitario se descongestione, será el momento perfecto para dejar de contar, de preocuparnos por los contagios y solo fijarnos en los casos graves y en la protección de los más vulnerables», asegura Bassat. «Pero debemos hacerlo solo cuando estemos seguros de que la presión en el sistema sanitario esté bajando. Necesitamos constatar un descenso pronunciado, sobre todo en la ocupación de camas uci», insiste. Y todos los expertos coinciden: de puertas para afuera de los hospitales parece que todo está bajo control, pero de puertas para adentro siguen sintiéndose en una trinchera.

Si se hace todo correctamente, esta podría ser la última ola de la pandemia. Pero ¿qué pasa si nos apresuramos? Solo hay que fijarse en otros países. Bassat recuerda que el Freedom day de Reino Unido, en julio de 2021, creía ser el principio del fin, «pero tuvieron que dar marcha atrás porque hicieron las cosas antes de tiempo. Y mal hechas». Debemos aprender de los errores: «Un paso en falso ahora puede prolongar el final de la pandemia», asegura.

En la misma línea, Alberto Ruano Raviña, profesor de medicina preventiva y salud pública de la USC, señala que estamos en una fase claramente descendente de la pandemia, aunque «la incidencia sigue siendo extremadamente alta». Sin embargo, destaca que, a diferencia de lo que sucedió en otras olas, el descenso no se debe a las restricciones. «La limitación de aforos o del ocio nocturno, pero, sobre todo, la mascarilla obligatoria en exteriores, han tenido un impacto más que discreto», explica. Así las cosas, es de esperar que el escenario continúe mejorando impulsado por la vacunación y la administración de la tercera dosis.

Mascarilla en interiores

«Todo esto indica que el camino es hacia la supresión de las restricciones», asegura Ruano. Bassat y Trilla coinciden en una primavera sin restricciones. Ruano es cauto y prefiere no dar fechas. Lo que más tardará en irse: la mascarilla en interiores. Aunque Bassat dice que tal vez en el verano.

«Quizá tengamos que considerar la idea de usarlas en el invierno o en el transporte público», aventura Trilla. Alberto Ruano recuerda que en los espacios interiores se siguen produciendo la mayoría de los contagios y por eso, opina que, si algo no se debe eliminar, «es el sentido común, hasta que la incidencia esté más controlada. Hace falta un descenso acusado. Tal vez por debajo de los 100 casos (por 100.000)». ¿Después? «La clave será la obligatoriedad: que el que quiera la lleve y el que no, que no la lleve», sugiere Trilla.

¿Estamos ante la desescalada definitiva?

No han sido pocas las veces que en España se ha intentado poner fin a las restricciones. Desde julio del 2020 se ha dado por derrotada la pandemia en más de una ocasión. Sin embargo, el país enfrentó seis olas y las limitaciones volvieron una y otra vez. La gran pregunta es si esta podría ser la desescalada definitiva. Y sí, podría. «Por lo menos esa es la dirección en la que se dirige toda Europa. Pero lo mejor para que sea así es evitar las prisas», dice Quique Bassat.

Aunque coincide en que lo mejor es ir lento, pero seguro, Antoni Trilla también le ve un final al asunto: «Creo que esta primavera es un horizonte bueno para retirar las medidas». Pero recuerda que «cada vez que vamos hacia adelante podemos volver atrás, y es normal, lo improbable será regresar a la casilla de salida». Y lo atribuye, más allá de ómicron, a una herramienta: «Tenemos las vacunas».

De hecho, esto es lo que ha permitido que países como Dinamarca puedan plantearse dar carpetazo a la pandemia. En cambio, Austria o Grecia deben insistir en endurecer medidas, por lo menos contra los no vacunados. La administración austríaca, que multará a las personas que no reciban el pinchazo, aseguró que la inoculación es la única vía para volver a la normalidad. «Es la manera en que podemos lograr escapar del ciclo de aperturas y cierres, de confinamientos», insistió el ministro de Salud, Wolfgang Mueckstein.

Así las cosas, a partir de ahora, puede que en los países más vacunados solo sea necesaria la obligatoriedad de medidas como el certificado de vacunación. Y en esa línea parece ir la Comisión Europea, que ha prorrogado el pase hasta el 2023. «Una de las cosas que hemos hecho mal es el control de las personas que vienen desde fuera y que se movilizan. Creo que exigir el pase para viajar es una medida de cajón para evitar futuros brotes», dice Bassat.

En todo caso, habrá que esperar «hasta tener una incidencia que indique que hay un riesgo bajo de transmisión si confluyen varias personas», asegura Ruano, y recalca que en torno a un 75 % de la población no se ha infectado todavía.