El papa pide perdón en Canadá por la colaboración de la Iglesia en la «destrucción cultural» de los indígenas

Darío Menor MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

El papa Francisco se coloca un casco de guerra indígena durante la ceremonia
El papa Francisco se coloca un casco de guerra indígena durante la ceremonia CIRO FUSCO | EFE

Calificó de «error devastador» el internamiento forzoso en escuelas religiosas de unos 150.000 niños

25 jul 2022 . Actualizado a las 22:04 h.

El Papa Francisco dio una muestra clara de cómo iba a desarrollarse su viaje a Canadá nada más bajarse el domingo del avión que le llevó desde Roma hasta la ciudad de Edmonton, capital del estado canadiense de Alberta: al ser recibido por un grupo de indígenas, le besó con humildad la mano a una anciana nativa. Fue un sencillo gesto que simboliza esta «peregrinación penitencial», como él mismo la presentó, ya que su objetivo es pedir perdón y buscar la reconciliación con los pueblos originarios canadienses por los atropellos sufridos en las escuelas católicas. Se calcula que unos 150.000 niños y adolescentes fueron arrebatados a sus familias indígenas entre 1863 y 1998 para ser sometidos a programas estatales de reeducación en los que colaboraron las distintas Iglesias, como la católica o la anglicana. En aquellos internados se pretendía que los pequeños olvidaran su lengua, costumbres y espiritualidad para que abrazaran la cultura occidental. Se calcula que unos 4.100 fallecieron en esas escuelas debido a las enfermedades, el frío y el hambre, pues el Estado canadiense no las financiaba suficientemente y en ellas era habitual la malnutrición. También eran comunes todo tipo de abusos: físicos, mentales y sexuales. Los que sobrevivieron a ellas acabaron siendo adultos desarraigados, marginados y deprimidos, víctimas fáciles de la droga, el alcoholismo, la prostitución y la explotación laboral. Jorge Mario Bergoglio quiso que su primer acto en Canadá, donde permanecerá hasta el viernes, fuera precisamente un encuentro con los representantes de los pueblos indígenas. Tuvo lugar este lunes en la localidad de Maskwacis, situada al sur de Edmonton, donde estaba situado uno de los más grandes de aquellos internados católicos para tratar de reeducar a los chavales aborígenes. En una imagen que formará parte del álbum histórico de este pontificado, Francisco llegó en silla de ruedas al cementerio de Maskwacis mientras sonaban los tambores que tocaban los indígenas, ataviados con sus trajes tradicionales. Tras unos momentos de recogimiento y oración, comenzó su encuentro con unos 2.000 representantes de los distintos pueblos originarios del país norteamericano, a los que reiteró el mensaje de perdón que ya había transmitido cuando les recibió hace tres meses en el Vaticano. Aquella visita, que llegó tras el reconocimiento de culpas por parte del episcopado canadiense, fue el germen del viaje que realiza esta semana Francisco. «Me encuentro entre ustedes porque el primer paso de esta peregrinación penitencial es el de renovar mi pedido de perdón y decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas. Estoy dolido», dijo Bergoglio, que se excusó repetidas veces por «la cooperación» de las organizaciones religiosas en aquellos proyectos de «destrucción cultural y asimilación forzada». Sus palabras fueron aplaudidas por los líderes indígenas congregados en el encuentro de Maskwacis, en el que también estuvieron presentes la gobernadora general de Canadá, Mary Simon, y el primer ministro, Justin Trudeau.

En su histórico 'mea culpa', Francisco reconoció que las consecuencias de los internados católicos fueron «catastróficas», un «error devastador» que resulta «incompatible con el Evangelio de Jesucristo». Echando mano de una cita de Juan Pablo II, que dedicó a la confesión pública de los pecados cometidos por «los hijos de la Iglesia» el Jubileo del año 2.000, Bergoglio afirmó que «frente a este mal que indigna, la Iglesia se arrodilla ante Dios y le implora perdón por los pecados de sus hijos». Aunque reconoció que la disculpas son «solo el primer paso, el punto de partida», repitió «con vergüenza y claridad» su «humilde» petición de perdón «por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas».

Para no dar excusas a quienes aún niegan la magnitud de las atrocidades que se cometieron durante décadas en los internados católicos, el Papa explicó que a aquellos centros se llevaba a los niños pequeños que eran arrancados de los brazos de sus familias, lo que «marcó de manera indeleble la relación entre padres e hijos, entre abuelos y nietos». Desde que llegaban eran sometidos a un sistema que «denigraba y suprimía» sus lenguas y culturas y que propiciaba que se produjeran «abusos físicos y verbales, psicológicos y espirituales».