Entre un 15 y un 20 % son clandestinas, un grave peligro sumado a la euforia de la gente y la relajación de las administraciones
28 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El sábado Galicia celebrará el primer Fin de Año sin restricciones desde que estalló la pandemia del covid. Las previsiones son de lleno total. Pero a esta alegría tan esperada por los empresarios y sus clientes hay que sumar la preocupación por una lacra que sigue creciendo, la de las fiestas ilegales.
Para este año, según explica Samuel Pousada, portavoz de los empresarios, «la previsión es que aumenten un 50 %, es decir que si el año pasado habíamos estimado que se celebrarían unas 600, este año lo situamos en 900 fiestas (300 para A Coruña, 300 para Pontevedra y el resto para Lugo y Ourense) entre la noche de Fin de Año y la noche de reyes, aunque el 85 % son para la última noche del año».
Las razones que están detrás de este aumento son dos: «Primero, una euforia que hay en la gente, porque es el primer fin de año normal después de dos años en los que el ocio nocturno estuvo cerrado o a medio gas». La segunda razón es «la relajación que estamos notando de las administraciones que están pasando de todo en plan ‘vamos a dejar que la gente se lo pase bien. Esto nos preocupa porque las fiestas ilegales se van a disparar».
¿Pero cuál es el prototipo de fiesta ilegal? «El 80 por ciento —explica Pousada— son fiestas en locales que tienen licencia pero no tramitan la autorización especial. Es decir, es un pub o restaurante que van a hacer una actividad diferente a la que contempla su licencia. El restaurante —por ejemplo— solo puede servir comidas, pero ellos organizan cena-baile, con música en directo, pista de baile y un montón de cosas que no entran en sus competencias. Para hacer un espectáculo en restaurante o pub tienes que tramitar una autorización extraordinaria, y no se tramitan».
Después hay un 15 o 20 % de las fiestas que pertenecen a un tipo mucho más peligroso. «Es la fiesta que es clandestina totalmente, que se celebra en naves abandonadas, locales sin acondicionar, casas privadas o sitios a escondidas que no cumplen ningún código de seguridad. Es dinero fácil, no se sabe ni quienes las organizan y si pasa algo desaparecen, con lo cual son un peligro, una bomba de relojería».
Los empresarios quieren enviar un mensaje a los ayuntamientos para «que se pongan las pilas» con el plan preventivo, porque no se hace casi nada porque muchas de las plantillas se reducen en estas fechas, están con días libres o bajas, y no puede ser». Pousada también ha apelado a que todos los ayuntamientos revisen, controlen y miren quienes van a hacer una actividad extraordinaria, ya que «para realizar este tipo de fiestas se necesitan de mayores medidas».
«Hay una tendencia a no dar de alta a camareros, a no cumplir con las medidas de seguridad y no tener los seguros pertinentes para realizar estas fiestas. Eso supone un riesgo muy elevado», ha cuestionado.
Además, Pousada ha comentado que ya «ha tenido llamadas por parte de vecinos porque la Policía y el ayuntamiento no hacía nada por parar fiestas ilegales. Esto es dramático. En Navidad deberían de aumentarse los efectivos policiales y no reducirse porque son fechas con gran cantidad de altercados. Hay que ser responsables», ha añadido.
Por último, los empresarios quieren que se establezca de una vez un protocolo único para el tema de la sumisión química. «Se hizo a la desesperada un borrador provisional con medidas urgentes, pero es necesario establecer un guion único a nivel nacional para saber cómo actuar», concluye.
«Si la crisis no cesa se destruirá entre un 30 y un 40 % de las discotecas y salas de fiesta»
La pandemia del coronavirus atacó con fuerza al sector del ocio, sobre todo al nocturno. «Se perdió el 70 % del tejido empresarial, un desastre», cuenta Samuel Pousada, que aún así dice que han pequeños brotes verdes con «una pequeña repesca de un 15 o 20 por ciento de locales que han vuelto a abrir, lo que nos da cierta esperanza». Pero salimos del covid y entramos en otra crisis, la de la inflación, la guerra, los precios desfasados, los préstamos hipotecarios por las nubes. «El año que viene la previsión es que de las pocas salas de fiestas y discotecas que quedan en Galicia se destruya entre un 30 y un 40 %», lamenta el empresario.
«Las previsiones no son muy buenas —insiste— al sector no le veo mucho futuro, al paso que vamos nos quedaremos sin asociados. Salvo que la crisis fuera muy breve, que de momento no parece que vaya a ser, y se establecieran medidas de reducción de los impuestos para el sector». Y recuerda que el ocio nocturno se llevó la pero parte, en cierta medida porque son locales muy grandes, «con aforos de hasta 3000 personas».Para los empresarios del sector es imprescindible la implicación municipal. «Estamos notando que los ayuntamientos desconocen la normativa nueva con su correspondiente catálogo de actividades; y también han relajación en la exigencia de la normativa covid», asegura.
Les gustaría que este Fin de Año sea un presagio de un futuro mejor en el que haya trabajo en condiciones dignas para el cliente y el empresario.