El efecto Luar o por qué con la edad consumimos cada vez más televisión tradicional

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

TVG

Más de la mitad de los adolescentes tienen acceso a tres o más plataformas de streaming y un tercio de los mayores no están suscritos a ninguna, según el estudio de iCmedia sobre el consumo audiovisual en Galicia

08 may 2023 . Actualizado a las 18:27 h.

Es uno de los programas más longevos y durante los últimos 15 años ha mantenido semanalmente una audiencia que va de las 80 a las 100.000 personas. Si su público es de edad avanzada y la biología es inexorable ¿cómo es posible que no pierda audiencia con el paso de los años? A esto que Xosé Pereira llama el efecto Luar sirve para explicar por qué la brecha generacional en el tipo de consumo audiovisual quizá no lo sea tanto. Lo cierto es que a medida que los gallegos cumplen años, se van incorporando al consumo más tradicional. Los que hace 15 años tenían 50 años, ahora pasan de los 60 les empieza a gustar Luar.

«A medida que a xente nova se vai facendo maior, vai asumindo os hábitos tradicionais de consumo televisivo» y dejan de ser prioritarias cuestiones que condicionan el consumo audiovisual entre los más jóvenes: la interactividad, la inmediatez, el consumo bajo demanda... Eso explica por qué la gente de mayor edad es más fiel al consumo de la televisión lineal. La de toda la vida.

El ejemplo de Xosé Pereira, profesor de Xornalismo de la USC y director del Área de Innovación e Negocio de la CRTVG ha servido para explicar la brecha en el consumo mediático entre los boomers (que prefieren sentarse en el sofá a que les expliquen algo bien explicado) y la generación Z, sumergida en lo que el especialista y crítico de televisión Claudio Sánchez define como la dictadura del dedo: un consumo acelerado con una atención muy reducida.

iCmedia Galicia ha realizado un sondeo entre 700 personas (540 cuestionarios online y  el resto en un instituto gallego) para definir qué, cómo y cuánto consumo audiovisual hace la población gallega, especialmente la más joven. De los datos se extraen conclusiones como que más de la mitad de los adolescentes tienen acceso a tres o más plataformas de streaming y, a pesar de su política para acabar con las cuentas compartidas, Netflix continúa siendo la de mayor audiencia. Casi el 68 % de los encuestados estaban abonados a esta plataforma, seguida de Amazon Prime (53 %) y Movistar+ (28 %). 

 El avance de la digitalización en los últimos años ha desplazado el ordenador como el dispositivo principal de conexión a Internet. A día de hoy, el principal medio es el móvil y en segundo lugar, la televisión, según destacaba José Ángel Otero, presidente de iCmedia Galicia, durante la presentación del informe. El sector ha sabido aprovechar ese cambio social en el consumo de contenidos en los tiempos muertos (es ya difícil no ver a alguien con el móvil en la parada de autobús, por ejemplo). Si es buena la experiencia de ver una serie en 7 pulgadas, tiene que ser mucho mejor en una pantalla de 52.

Otero Ricart subrayaba que este informe sirve también para acercarse a los hábitos de consumo de la población, más joven, y también más vulnerable. Las adolescentes de 12 a 16 años consumen más contenido audiovisual que los varones y de hecho, una de cada tres se pasa más de tres horas diarias delante de la pantalla. La diferencia es abrumadora con respecto a los mayores de 60 años. Tres de cada cuatro afirma que nunca ve series de televisión.

Porque en estos tiempo se ha hecho más complicado distinguir exactamente qué es consumo audiovisual, ya que además de la televisión tradicional y las plataformas de contenidos, hay redes sociales que basan su feed, precisamente, en contenidos audiovisuales: YouTube, Instagram y Tik Tok, por ejemplo. 

Cuatro de cada diez jóvenes de 17 a 25 años dedica diariamente más de tres horas a las redes sociales, y el consumo, como con las series, es mucho mayor entre ellas, que duplican prácticamente el de los varones: un 39,5 % de mujeres jóvenes pasan más de tres horas al día en las redes sociales, frente las 21,7 % de los chicos. Otra vez se observa una importante brecha generacional: el porcentaje de mayores de 60 años que están más de tres horas diarias en redes es del 1,2 %.

¿Es el fin de las series?

Una persona puede ver, en un año, alrededor de un 2 % del catálogo de títulos disponible en una plataforma como Netflix. Y aun así, casi uno de cada cuatro adolescentes gallegos dedican dos o más horas al día al consumo de serie. Y, al mismo tiempo, son, junto con los mayores de 60 años, el grupo de edad en el que más personas encuestadas han dicho no ver series: casi el 21 %.

«Todo parece indicar que jóvenes cada vez consumen menos series por el dedo dictador y la atención reducida». Mantener la concentración en un capítulo de 30 o 45 minutos cada vez es menos frecuente entre los adolescentes, entre los que también se extienden costumbres como ver una serie al doble de velocidad.

Y no solo eso. Parece que la identificación con los contenidos de los adolescentes es reducida. Uno de cada cinco cree que ninguna de las series juveniles de moda refleja cómo son ellos realmente, y más de la mitad dice no saber cuál de ellas (Euphoria, Sex education, Skam, Élite...) define mejor a la juventud actual.

«Las series no cambian comportamientos, pero sí los refuerzan cuando no hay un apoyo del entorno», ya sea familiar o de las amistades, explica Claudio Sánchez. El índice positivo es la recepción crítica por parte de la juventud de contenidos que presentan comportamientos extremos de la adolescencia, con los que no se sienten identificados. Lo negativo son datos como que tras el estreno de Por trece razones el número de suicidios se incrementó un 20 %. 

Sandra Alonso

Por eso es importante dejar de alimentar el cliché de juventud perturbada, porque hay habilidades que si no se representan en la ficción audiovisual, dejarán de tener peso, al carecer de referentes. Porque no los modifican, pero sí puede tener influencia en los comportamientos.

Hay diferencias también entre cómo se llega a series nuevas. En Galicia, para eso de empezar una serie nueva sigue funcionando el boca a boca, ese habitual «estoy viendo una serie buenísima». Más de la mitad de las personas encuestadas por iCmedia dicen que prueban contenidos nuevos por recomendaciones de amigos o familiares. Sin embargo, entre los adolescentes de 12 a 16 años, la forma más habitual de llegar a una nueva serie es descubriéndola directamente en la plataforma (46,4 %). 

Me informo rápido, luego estoy bien informado

Lo cierto es que la digitalización ha supuesto importantes cambios en el ecosistema de los medios, básicamente porque ha cambiado la relación entre la producción y el público. El público ahora tiene potestad para crear y para llegar a la ciudadanía. Y el público ahora ve lo que quiere y cuando quiere. «Iso crea un entrono diferente de consumo, e polo tanto de produción», explica Pereira.

Es ahí donde los medios deben aprender a relacionarse de nuevo con las audiencias, y también con las más jóvenes, cuya principal fuente de información son las redes sociales. El titular o la frase, mucho menos la web de un periódico. Y en una línea, es más fácil llevar a engaño, alerta Claudio Sánchez. 

A eso habría que sumar qué significa estar bien informado. O más bien, cuándo piensa la gente que está bien informada. Si antes era haber leído todas las páginas de un periódico (al menos los titulares) o haber escuchado o visto un informativo completo, hoy, en la era de la inmediatez y del scrolling perenne, la población se siente bien informada cuando puede informarse en tiempo real. 

«Non é cantidade, é accesiblidade», remacha Pereira. Y eso fomenta un modo de consumo de línea del tiempo, que lleva a una interacción constante con las redes sociales y consultar el teléfono cada pocos minutos. «A sensacion de atopar o que quero satisfai as necesidades, que dista moito da calidade», alerta el profesor de Ciencias da Comunicación.