«Ha sido un proceso muy duro, pero ha merecido la pena», asegura Tamara Franco, a la que ahora le retirarán el aparato reproductor donado por su hermana
22 may 2023 . Actualizado a las 22:48 h.Jesús nació el 10 de marzo con un peso de 1.125 gramos en el hospital Clínic de Barcelona. Suficiente para convertirse en el primer bebé en España de una mujer trasplantada de útero, una operación pionera realizada en el mismo centro en octubre del 2020. No fue la primera intervención de este tipo que se hizo en el mundo, ya que la primera se llevó a cabo en Suecia en el 2014, pero el nacimiento de Jesús demuestra que puede convertirse en una solvente técnica médica para mujeres sin en aparato reproductor femenino.
Fue lo que le ocurrió a Tamara Franco, de 34 años. Siempre quiso ser madre, pero a los 15 años supo que su sueño era imposible. «Fue un fuerte golpe», confesó. Pero no se rindió, pese a que le habían diagnosticado el síndrome de Rokitansky, un trastorno congénito que afecta a 1 de cada 5.000 mujeres en el mundo. Estas mujeres ya nacen sin útero y sin trompas de Falopio, por lo que no pueden quedarse embarazadas. Tiene ovarios y deseo sexual, pero no tienen la regla.
En su lucha por ser madre, pese a su aparente imposibilidad, Tamara se enteró de que el Hospital Clínic de Barcelona se estaba preparando para realizar un trasplante de útero. Contactó con el doctor Francisco Carmona y al día siguiente obtuvo la respuesta. Empezó así un periplo que culminó el 5 de octubre del 2020 en una larga cirugía de 20 horas para trasplantarle el útero que le había donado su hermana. Empezaba así su nueva vida que ahora acaba de culminar con final feliz con el nacimiento de Jesús.
«Ha sido un proceso muy duro a la vez que muy bonito y a, pesar de todos los riesgos, ha merecido la pena»,destacó la mama en la presentación de su hijo en el hospital donde nació. El pequeño nació el 10 de marzo mediante una cesárea convencional a la semana 30 de gestación, pero aunque lo hizo con la maduración pulmonar y la protección neurológica que requieren estos bebés, su bajo peso obligó a que tuviera que permanecer 74 días ingresado en la sede de la Maternidad, 43 días en uci y 31 en la unidad de cuidados intermedios. Ahora es un bebé sano.
Pero su nacimiento no fue fácil. Dos meses después de la cirugía, la paciente tuvo la regla por primera vez y su recuperación fue normal y, como cualquier persona con un órgano trasplantado, con un tratamiento de inmunosupresores. Sin embargo, había que esperar 6 meses, desde la primera regla, para poder realizar la primera transferencia de embriones (que ya se habían recogido previamente).
Paralelamente, se empezaron a suministrar las primeras vacunas contra el covid-19 y se decidió priorizar la vacunación, puesto que la paciente era de riesgo porque tomaba inmunosupresores. Tras la vacunación, Tamara se quedó embarazada, pero tuvo un aborto en la semana 8 de gestación, una situación que puede ser habitual en pacientes que se realizan un tratamiento de fecundación) Al cabo de unos meses, y después de que la paciente estuviera recuperada se contagió de covid y hubo que esperar unos meses antes de realizar un nuevo intento con nuevos embriones. Finalmente, se pudo realizar una nueva fecundación y Tamara se quedó embarazada de Jesús.
Tampoco fue un embarazo fácil, porque Tamara sufrió una preeclampsia, una complicación que comporta aumento de la presión arterial posiblemente derivada de la medicación que toma para evitar el rechazo del útero trasplantado.
Como se le practicaron numerosos controles durante la gestación, el equipo médico pudo controlar la preeclampsia hasta los siete meses de gestación, cuando indujeron un parto con cesárea, que tuvo lugar el pasado 10 de marzo, sin complicaciones.
A pesar de nacer prematuro con poco más de un kilo, Jesús evolucionó correctamente durante su ingreso en la UCI neonatal y, una vez ha alcanzado los 3,2 kilos de peso y sus pulmones han madurado, ya ha sido dado de alta, así que él y sus padres ya pueden regresar a su casa, en Murcia.
Como el útero tiene una función esencialmente reproductiva y la paciente ha expresado que no quiere tener más hijos, Carmona ha explicado que se procederá a retirarle el órgano trasplantado, para evitar que tenga que seguir de por vida tomando medicación para evitar el rechazo.
Debate ético
Al ser un procedimiento llevado a cabo por la sanidad pública, no exento de riesgos para la donante y la receptora y con una finalidad reproductiva, Carmona ha admitido que pueda haber «un debate ético», algo que ve «positivo».
En este sentido, ha recordado que este caso ha recibido la aprobación de los comités de ética del mismo hospital y de Cataluña. También ha subrayado que han habido previamente otros casos en el mundo, donde ya se han llevado a cabo más de 100 trasplantes de útero y han nacido más de 50 niños, lo que «da una idea del tremendo éxito de esta técnica».
En este sentido, el doctor Francisco Carmona ha considerado que podría aplicarse ya a otras indicaciones, como mujeres con factor de infertilidad uterino absoluto, bien porque no tienen el órgano desde el nacimiento, no funciona correctamente o porque lo han perdido por enfermedad (como el cáncer), con el fin de ir avanzando y algún día poder pasar «de la investigación a la práctica clínica».
Sobre cuándo se podría dar este salto para que esta intervención sea aceptada en la práctica clínica de un centro sanitario para casos determinados, el conseller de Salud, Manel Balcells, se ha mostrado cauto: «Todo debe seguir sus pasos de evaluación y cuando tenga que ser, será», ha expresado.