El mítico programa presentado por Ramón García, que volvía a la parrilla casi treinta años después de su estreno, logra un 26,1 % de cuota de pantalla
25 jul 2023 . Actualizado a las 15:52 h.La vuelta del Grand Prix del verano generó mucha expectación y las audiencias de su estreno en la parrilla de La 1 dan buena fe de ello. El programa que presenta Ramón García consiguió un 26,1 % de cuota de pantalla y reunió a 2.572.000 espectadores. La nostalgia se impuso a las opciones de las cadenas privadas, Hermanos (12,4 %), en Antena 3, y Gladiator (6,7 %), en Telecinco.
Según informa RTVE el del Grand Prix fue el mejor estreno del año en televisión y supera en audiencia a los estrenos de las tres últimas temporadas (2003, 2004 y 2005). Un éxito que le dio a La 1 el liderazgo en prime time (15,8 %) y late night (23,8 %) y una media del 13,2 % en el día. Hasta 5.932.000 personas conectaron en algún momento con el concurso. El Grand Prix reunió en RTVE Play a 176.000 espectadores, que registraron cerca de 250.000 visualizaciones, y se convirtió en el mejor estreno de la temporada en la plataforma.
Con una vaquilla de mentira, un dinosaurio y Wilbur alrededor, Ramón García ejerció de maestro de ceremonias casi treinta años después de hacerlo por primera vez en el año 1995, cuando el Grand Prix llegó a la cadena pública. En aquel entonces fue un éxito. Tele de los noventa, un concurso de un pueblo contra otro (como el anuncio de Villarriba y Villabajo del famoso lavavajillas), haciendo las pruebas más locas, mezclando destreza, habilidades físicas y conocimientos, y luchando contra los nervios. También una campaña de publicidad impagable, ni antes ni ahora, para dos localidades pequeñas y desconocidas en la mayoría de los casos de España.
Ayer estrenaron el Grand Prix (y vaya responsabilidad), Alfacar, en Granada, y Colmenarejo, en Madrid. Junto a ellos dos padrinos de excepción, Miguel Ángel Muñoz y Lolita. Con un Ramón García encantando de volver a meterse de nuevo en el papel, ahora con la ayuda de la streamer Cristinini y la actriz Michelle Calvó, poco a poco fueron sucediéndose las pruebas nuevas intercalándose con las más famosas como la patata caliente o los bolos.
Las redes sociales se llenaron de cientos de comentarios de padres (que eran adolescentes y niños hace dos décadas), emocionados sentados en el sofá con sus retoños, que preguntaban qué era aquello y qué iba a pasar. Y lo que pasó es que volvió la tele familiar, sencilla, sin alardes, sin trampa ni cartón, sin otra pretensión que la de entretener al abuelo y al niño, como rezaba la famosa canción con la que comenzaba el programa.
Sin ballet, pero con unas cortinillas tipo videojuego muy resultonas, hubo quienes criticaron el papel de Cristinini y tacharon de excesivos sus comentarios. Pero lo cierto es que en la era de las plataformas, la televisión a la carta y los maratones de series y revivals, parece que el Grand Prix, algo tan sencillo como ese programa veraniego que durante años fue un clásico de La 1, era todo lo que necesitábamos. Incluso una prueba tan básica como la del diccionario parece no haber perdido encanto.
La vaquilla María Fernanda, «la vaquilla que corre, rema y anda», no desluce para nada al animal que antes zarandeaba y embestía a los concursantes. El mundo ha cambiado en estos años, ha avanzado y hay que adaptarse a los tiempos y a las leyes. Por fin, tras años intentando que volviese a la pantalla, incluso de la mano de Ibai Llanos que fue el que dio las campanadas con Ramón García e hizo que el presentador se reafirmase en la idea de que el concurso tenía que regresar sí o sí, el Grand Prix ha vuelto.
Durante este verano los espectadores volverán a ir con los azules o con los amarillos, a animar a pueblos que no conocen o que les pillan cerca (no se olviden de que el próximo lunes compite Brión), y a reírse a carcajadas con los topetazos de unos concursantes que buscan darlo todo, pero también divertirse. «Que no me salga la cara», decía una vecina disfrazada de pingüino en una de las pruebas.
Habrá que ver los próximos lunes si la expectación se mantiene o va bajando y los datos de audiencia van ajustándose, pero el de ayer es un triunfo. Para La 1, que tiene una cuota media de alrededor del 9 % (hay que recordar que el programa logró un 26,1 %), para Ramón García y el productor Carlo Boserman, pero sobretodo para los telespectadores que ayer volvieron a recordar que un día fueron niños y el verano consistía entre otras cosas, en algo tan sencillo como sentarse a ver en la tele en familia el Grand Prix.