El año lectivo reactiva la guerra entre profesores y Gobierno en Portugal

Brais Suárez
brais suárez OPORTO /LA VOZ

SOCIEDAD

Brais Suárez

Sindicatos apuntan que hasta cien mil alumnos empiezan el curso sin maestros en una o más asignaturas en un país con el profesorado más envejecido de Europa

17 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En Portugal, no son los alumnos los que más temen el inicio del curso escolar, sino los profesores, el Gobierno y, posiblemente, los padres. En juego está la continuidad del sistema de enseñanza pública, cuyo envejecimiento y pérdida de personal amenaza con dejar a cien mil alumnos sin profesores en una o más asignaturas al inicio de curso.

«No hay profesores suficientes para todas las necesidades. A corto plazo, el ministerio pretende resolverlo bajando la cualificación de los docentes, y eso perjudica a la educación», dice Pedro Barreiros, secretario general de la Federación Nacional de Educación (FNE). Este año, se estiman unas 3.500 jubilaciones, frente a solo unas mil nuevas altas. No se percibe que la situación mejore, y el sector sigue igual de preocupado:

«Vamos a continuar», asegura Luís Braga. Este profesor de historia en Viana do Castelo, especializado en administración escolar, protagonizó en abril una huelga de hambre para que el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, no promulgara un decreto con el que el Gobierno socialista buscaba zanjar el gran reclamo de los cerca de 130.000 profesores lusos: recuperar el tiempo de servicio congelado durante la crisis (seis años, seis meses y 23 días).

El curso terminó con amenazas de suspender las evaluaciones, que finalmente se celebraron mientras Rebelo de Sousa rechazaba, en mayo, dicho diploma. Tres días después lo aprobó, con una condición clave: que el Gobierno negociara cómo compensar el tiempo perdido de salario. Las propuestas sindicales de una recuperación gradual (a lo largo de cuatro años) están sobre la mesa, pero el ministerio de Educación dice que «no hay varitas mágicas». Por eso, Barreiros afirma que «el Gobierno no está respetando este compromiso. Es más, no presentó ningún calendario ni fecha para retomar negociaciones».

Barreiros considera que «el decreto es pura propaganda: el propio Gobierno dice que la mitad de los profesores podrán llegar a los últimos tres escalones salariales, cuando antes podíamos llegar todos. Eso significa que 65.000 profesores no alcanzarán el séptimo escalón… y es evidente que así se aleja a los jóvenes».

«Al ser un colectivo tan grande, la suma que reclamamos supone una partida amplia del presupuesto. Ellos (el Gobierno) lo ven de manera general, pero no entienden que no pagan a precio de mercado y que nuestra situación, a nivel personal, es inasumible», explica Braga. «Hoy por hoy, yo no puedo recomendarle a nadie que sea profesor en Portugal, y eso es lo peor que puede pasar a la profesión.»

Porque el problema es de presente y de futuro: simplemente, cada vez es menos rentable ser profesor. Los sueldos, que superan ligeramente los mil euros mensuales, se vuelven del todo insuficientes cuando alguien debe afrontar una sustitución en una zona urbanísticamente tensionada: «si, como sustituto, trabajas 14 horas a la semana, es imposible que puedas pagar una habitación en Lisboa o el Algarve», denuncia Braga. «Te separas de la familia para vivir miserablemente; es normal que la gente lo rechace».

Tras años de inacción, el actual Gobierno de António Costa no está siendo capaz de solucionar un problema tan enquistado. El informe Estado de la Educación, elaborado por el Consejo Nacional de Educación, advertía el problema hace años. «Pero es como si el Gobierno no entendiera que nosotros envejecemos. Incluso se decía que éramos demasiados, y ahora hay un gran problema». Las estadísticas lo confirman: Portugal tiene la clase docente más envejecida de Europa y ahora mismo las universidades no ofrecen perspectivas de sucesión. Otro dato complementario: mientras, de media, en la OCDE los profesores vieron aumentar sus sueldos reales en un 6 % desde 2015, los portugueses vieron cómo su poder adquisitivo disminuyó en un 1 %.

El compromiso sigue fuerte: «No vamos a desistir. Si no es con este Gobierno, será con otro. Estamos luchando por una causa justa, que no somos nosotros, sino nuestros alumnos y la educación de calidad», dice Barreiros. «Hay cierto cansancio y desilusión, pero sentimos que la sociedad y los padres están con nosotros». El calendario de huelgas y protestas es la mejor muestra de este compromiso: empezarán el seis de octubre.