Seis de cada diez españoles de 15 a 29 años han sufrido problemas de salud mental en el último año, el doble que en 2017
09 oct 2023 . Actualizado a las 22:41 h.Ya hay más jóvenes en España que en algún momento han meditado suicidarse que quienes nunca se han planteado esa posibilidad. Nunca un estudio español había arrojado semejante dato. Es la conclusión más alarmante obtenida por el Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar que elaboran FAD y Fundación Mutua Madrileña. Un trabajo sociológico que confirma que los problemas de salud mental se han disparado en poco más de un lustro entre los españoles de 15 a 29 años.
La cifra tiene poca interpretación. El 49 % de los jóvenes españoles han pensado alguna vez en quitarse la vida, dos puntos más que los que ni siquiera se les ha pasado la idea por la cabeza, que son el 47 % de los preguntados. El problema es que detrás del porcentaje no solo hay el reflejo de un mal momento en la vida de alguien. Es cierto que el 25 % de jóvenes indica que sus pensamientos autolíticos son algo ocasional, pero también lo es que un 11 % tiene este impulso con frecuencia y que más de otro 13 % lo medita con mucha frecuencia o continuamente.
Si la edad es un evidente factor de riesgo de suicidio, lo mismo ocurre con el estatus socioeconómico. Los jóvenes de familias desahogadas que han tenido pensamientos suicidas recortan más de diez puntos la tasa media (son el 37 %), pero cuando se trata de chicos de hogares marcados por la pobreza severa la ideación autolítica alcanza al 60 %, casi el doble.
El fuerte crecimiento de la ideación suicida detectado entre los jóvenes está en sintonía con los datos de la realidad. España vive una epidemia de suicidios juveniles, sobre todo entre los adolescentes. En 2022 se quitaron la vida 212 menores de 25 años, una cifra récord. Entre ellos, 72 tenían de 15 y 19 años, con un 36 % más de autolisis que solo un año antes en esta temprana franja de edad. Los intentos de quitarse la vida también están desbocados. Una de cada tres ingestiones suicidas de fármacos que pudieron evitarse tenía como víctima a una chica de entre 11 a 19 años.
Esta dramática realidad se enmarca en un crecimiento enorme y muy rápido de los jóvenes que admiten sufrir problemas de salud mental. En 2017, cuando ambas fundaciones realizaron su primer chequeo a la salud juvenil de los españoles apenas el 28 % de los chicos preguntados consideró que tenía este problema. Solo dos años después, en 2019, la proporción se disparó y rozó el 50 %. Hoy, tras la crisis pandémica, son ya seis de cada diez quienes dicen haber padecido trastornos psicológicos en el último año. Son el doble de enfermos en solo seis años.
Los síntomas más frecuentes que relatan estos jóvenes son cansancio y falta de energía, decaimiento y tristeza, problemas de concentración, miedo al futuro, desinterés, dificultad para dormir y ataques de ansiedad.
No parece que estén exagerando. Buena parte de ellos tienen trastornos diagnosticados por profesionales. Los más extendidos son la depresión y la ansiedad, pero también los déficit de atención e hiperactividad, trastornos obsesivos-compulsivos, adicciones con o sin sustancia y trastornos alimentarios.
Mujer y pobre, factores de riesgo
Las cifras tienen un claro matiz de género. Son muchos más los jóvenes varones que dicen no tener nunca problemas de salud mental (42 %) que las mujeres de su generación (31 %). Ellas no solo confiesan una situación peor sino que destacan por la alta incidencia de patologías graves. Hay prácticamente el doble de chicas de 15 a 29 años diagnosticadas de depresión o ansiedad que de varones de esas mismas edades.
El otro gran sesgo tiene relación directa con el origen socioeconómico. Los chicos y chicas de familias pobres tienen muchos más problemas mentales y bastante más graves que los de hogares desahogados. Entre los más vulnerables, los que sufren carencias materiales severas, el porcentaje de quienes padecen trastornos psicológicos frecuentes es del doble que entre los ricos. Lo mismo ocurre con la gravedad de la dolencia. La incidencia de la depresión y la ansiedad también se duplican entre ellos.
Otro elemento detectado por el estudio describe un hábito de alto riesgo. Casi uno de cada tres menores de 29 años ha tomado psicofármacos en el último año y nada menos que la mitad de ellos lo ha hecho sin receta ni control de un profesional.
El aspecto más positivo del informe es que a los jóvenes que lo necesitan cada vez les cuesta menos pedir ayuda. En 2021 lo hacía el 51 % y hoy da el paso el 62 %, once puntos más en un solo año. Eso sí, un aviso. La razón principal de quienes no buscan ayuda profesional es su coste. «Es muy caro», dicen el 44 % de las chicas y el 52 % de los más pobres.