Más de un siglo de evidencia científica acredita que los combustibles fósiles calientan el planeta

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THAIER AL-SUDANI | REUTERS

El presidente de la cumbre climática de Dubái rechazó que sea necesario reducir el consumo para reducir el ascenso de la temperatura global

05 dic 2023 . Actualizado a las 09:33 h.

Solo hicieron falta tres días para que estallara la polémica en la cumbre climática que se celebra en Emiratos Árabes. El domingo se filtraron unas declaraciones que el presidente de la COP28, Sultán al Yaber, realizó unos días antes del inicio de la conferencia en las que aseguraba que no hay pruebas que respalden que sea necesario terminar con los combustibles fósiles para frenar el calentamiento global. «Estas lamentables declaraciones dan la razón a los que criticaron su nombramiento como presidente de la COP», publicó la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz en su cuenta de Twitter. Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica añadió ayer desde Dubái que «es imposible no superar el 1,5 grados sin una importante disminución de los combustibles fósiles». Al Yaber, que es el CEO de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi, salió al paso de las críticas asegurando que «hay una confusión y una malinterpretación» de sus palabras y también que «la ciencia ha guiado mi vida».

La evidencia que relaciona los combustibles fósiles con el aumento de la temperatura media global es sólida, cuenta con un consenso abrumador por parte de la comunidad académica y es bien conocida desde hace más de un siglo. Su historia se remonta a mediados del siglo XIX y tiene tres nombres propios, el de una mujer y el dos hombres.

La climatóloga estadounidense Eunice Foote fue la primera científica que reveló en 1856 el mecanismo por el cual gases como el dióxido de carbono calientan la Tierra. Al ser una mujer su tesis no trascendió. Tres años después, el físico irlandés John Tyndall formuló que el dióxido de carbono, el metano y el vapor de agua bloquean la radiación infrarroja que emite el planeta hacia el espacio exterior, algo que no sucedía con el oxígeno y el nitrógeno. Por esta idea, se le reconoce como el ideólogo del efecto invernadero. En 1896 el químico sueco y premio Nobel Svante Arrhenius propuso además que duplicar el dióxido de carbono produciría un incremento de hasta cinco grados.

En 1960 el astrónomo Carl Sagan aportó una prueba al revelar en un artículo publicado en la revista Science el infierno de Venus, donde la densa atmósfera del planeta impide que entre y salga radiación y su potente efecto invernadero provoca que la temperatura media sea de 470 grados.

La relación entre combustibles fósiles y calentamiento es algo que incluso la industria del petróleo conoce desde 1982, cuando la petrolera Exxon encargó un informe para conocer el alcance de su negocio. Aquel documento describía con exactitud la evolución del dióxido de carbono y la temperatura media en los venideros años.

El estudio estimaba que para el 2019 la presencia de CO2 alcanzaría las 415 ppm (partes por millón) y que el aumento de la temperatura global rondaría el grado centígrado. No pudo ser más acertado. En el 2023 la concentración asciende ya a 422 y la temperatura está a punto de llegar a 1,5 grados.

Aún así, decidieron no actuar. Lo que sí hicieron fue crear un lobby para desacreditar a la comunidad científica, que se acentuó da partir de la crisis de los precios en el 1987. Desde ese momento y hasta hoy, el negocio del petróleo se ha dedicado a inocular la duda en la sociedad estadounidense sobre el origen antropogénico del calentamiento global. Y mal no lo han hecho. Estados Unidos es el país más escéptico del mundo.

En 1985, Sagan acudió al Congreso de Estados Unidos para alertar sobre los combustibles fósiles. «Si no hacemos lo correcto ahora habrá problemas muy graves que nuestros hijos y nietos tendrán que enfrentar», advirtió. Uno de los asistentes era un joven senador llamado Al Gore. En el 2006 ganaría el Nobel de la Paz por su documental Una verdad incómoda que popularizó la ciencia del cambio climático.