Cambios en el anticiclón de las Azores pueden frenar la corriente del Golfo

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Científicos descubren cómo las altas presiones influyen en la circulación marina del Atlántico norte

18 jul 2024 . Actualizado a las 13:03 h.

El primer mapa conocido de la corriente del Golfo fue elaborado en 1769 por el científico, político e inventor estadounidense Benjamin Franklin. Se trata de un transporte de aguas cálidas superficiales que se mueve desde el golfo de México hasta el Atlántico norte. La ciencia ha descubierto desde los días del fundador de Estados Unidos que en realidad forma parte de una circulación oceánica global que se conoce como corriente termohalina. La parte que transcurre por el Atlántico norte recibe el nombre de Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC).

Hasta ahora se sabía que este sistema marino de regulación climática natural de la Tierra depende principalmente de un delicado equilibrio entre temperatura y salinidad. En aquellas zonas de los océanos donde el agua es más fría y salada, esta tiende a ganar densidad y, como consecuencia, cae hacia el fondo.

El cambio climático antropogénico ha colocado a la corriente del Golfo como uno de los principales objetos de estudio de la comunidad científica. Muchas investigaciones aseguran que debido a la emisión de gases de efecto invernadero, el deshielo en el Ártico está liberando grandes cantidades de agua dulce (menos densa) al Atlántico norte que está alterando la formación de aguas profundas que tiene lugar cerca de Islandia.

Ahora, una nueva investigación publicada en la revista Nature acaba de descubrir un nuevo mecanismo que influye en la estabilidad de la corriente del Golfo: el viento. «Lo interesante de este estudio es darse cuenta de que la corriente del Golfo tiene la parte de densidad de la que siempre hablamos cuando decimos que forma parte de la corriente termohalina, pero también tiene la parte que va forzada por el viento», subraya Juan Taboada, de MeteoGalicia.

Última Edad de Hielo

Investigadores del Imperial College de Londres han conseguido retroceder en el tiempo a través de sedimentos marinos hasta la última edad de hielo, hace aproximadamente unos 20.000 años. Encontraron que la corriente del Golfo se movía de forma más intensa debido a que los vientos subtropicales asociados al anticiclón de las Azores soplaban con más fuerza. «Como resultado seguía moviendo mucho calor hacia el norte, a pesar de que el resto del planeta era mucho más frío. Nuestro trabajo destaca la sensibilidad potencial de la corriente del Golfo a futuros cambios en los patrones de viento. Por ejemplo, si en el futuro son más débiles, como se muestra en un estudio reciente que utiliza modelos climáticos, podría significar una corriente más débil y una Europa más fría», apunta el doctor Jack Wharton, autor principal del estudio.

La evolución del anticiclón de las Azores y los vientos subtropicales en el contexto actual de calentamiento no está del todo clara. De hecho, un fenómeno tan importante como el afloramiento de aguas profundas y nutrientes que ocurre en el litoral de Galicia y explica la gran biodiversidad marina dependerá directamente de su comportamiento.

Este importante estudio sugiere, en cualquier caso, que la circulación del aire asociada a las altas presiones subtropicales no solo tiene una enorme repercusión en una región concreta como la comunidad gallega, sino que puede alterar un gigantesco sistema de circulación marina que actúa como un sistema de calefacción natural para Europa.

«En lugar de la metáfora establecida de la cinta transportadora, tal vez sea mejor pensar en la AMOC como una serie de bucles interconectados. Existe el bucle subtropical, del que forma parte la corriente del Golfo, y un bucle subpolar, que transporta el calor más al norte, hacia el Ártico. Durante la última edad de hielo, nuestros hallazgos muestran que el bucle subtropical era más fuerte que hoy, mientras que se cree que el bucle subpolar era más débil. Por lo tanto, al investigar el cambio climático antropogénico y la AMOC, debemos considerar cómo pueden cambiar estas diferentes partes y con qué impactos climáticos se asocia cada una de ellas», añade David Thornalley, coautor del artículo.

10 grados menos

La ciencia sostiene que la AMOC se encuentra en su estado más débil en los últimos 1.000 años. Si en el futuro se produce el colapso de la corriente del Atlántico norte no sería algo nuevo. Por ejemplo, hace 8.200 años se registró un enfriamiento súbito en Europa debido directamente a un cambio en las condiciones de la corriente del Golfo. «En conjunto, el efecto combinado del debilitamiento de los vientos y la reducción de la formación de aguas profundas podría debilitar significativamente la AMOC. Si colapsara, las temperaturas europeas se enfriarían entre 10 y 15 grados centígrados, lo que causaría estragos en la agricultura continental y los patrones climáticos», advierte Thornalley.