En apenas un radio de poco más de cuatro kilómetros del interior de la provincia de Pontevedra se pueden descubrir tres conjuntos de arquitectura etnográfica conformados por más de cuarenta canastros
06 ago 2024 . Actualizado a las 10:38 h.A buen seguro que, si a uno le hablan de hórreos en la provincia de Pontevedra, su mente se desplazará irremediablemente hasta Combarro, en Poio. Y, sin embargo, existe otro emplazamiento no tan conocido, pero también espectacular donde los alpendres son los protagonistas. A unos treinta kilómetros de la ciudad del Lérez, y en apenas un radio de poco más de cuatro kilómetros, en el concello de Cerdedo-Cotobade, se ubican tres conjuntos que suman más de cuarenta canastros.
Comienza la visita en la aldea de Filgueira, en la parroquia de Castro. En este punto del valle del Quireza, se ubica la Eira da Ermida. En las inmediaciones de la Ermita da Virxe dos Remedios, de estilo barroco, así como de un cruceiro y una fuente, se conservan veintidós alpendres restaurados, uno de los conjuntos más grandes de Galicia: «En Ourense hay una reunión de hórreos más grande, pero es que en los ochenta o así los reunieron todos en una zona. Estos no, estos ya fueron ubicados en Filgueira desde siempre. Constancia ya tenemos desde 1.600 y pico que, al parecer, era una carballeira y después pasó a ser feria y se emplazaron allí tanto los hórreos como la capilla», remarca José Luis Cruceiras Garrido.
Recuerda, en este punto, cómo en 1.809, «según dicen, estuvieron las tropas de Napoleón por aquí y parece ser que abrieron las puertas para darle de comer a los caballos», apuntó aludiendo a las vistas que se disfrutan del valle del Quireza. Lo cierto es que en la Guerra de Independencia, los soldados franceses quemaron este templo, un santuario de planta rectangular y cubierta a dos aguas con pináculos en los extremos, uno de los cuales alberga un reloj de sol.
La siguiente parada de esta ruta etnográfica es en el vecino lugar de Muíños, donde se concentran nueve estructuras en la que se denomina Eira da Pena. Estas se encuentran en las proximidades de la Praza do Concello en un prado que antiguamente se utilizaba para las mallas colectivas. Esto es, era el lugar donde antaño se golpeaban los cereales para soltar el grano.
En este caso concreto, los canastros «atópanse nun alto, e illados das casas do núcleo, de modo que constitúen unha referencia na paisaxe», destacan desde el propio ayuntamiento.
En torno a una plaza
La última de las tres escalas es en el mismo casco urbano de la parroquia de Santo Estevo de Pedre. Es allí donde se levanta Eira Grande, «una plaza formada por un conjunto de doce hórreos totalmente rehabilitados y construidos todos en piedra y madera con tejado a dos aguas de teja y piedra», refieren desde Terras de Pontevedra remarcando que «en la misma eira hay otra mas pequeña llamada Eira do Pallal».
A este respecto, precisaron que en esta plaza, en cuyas inmediaciones se puede contemplar, además, un curioso conjunto de cruceiros, se juntaban los vecinos para mallar —golpear el centeno y quitar el grano— y desfollar el maíz, mientras que «las bromas, los cuentos y cantigas populares estaban siempre aseguradas para amenizar estos trabajos».