Así fue el caso Malaya: el desmán urbanístico marbellí que empezó con Gil y acabó con Julián Muñoz

Iago García
I. GARCÍA REDACCIÓN

SOCIEDAD

Julián Muñoz en 2016 en el momento en el que salía de prisión tras serle concedido el régimen penitenciario de tercer grado.
Julián Muñoz en 2016 en el momento en el que salía de prisión tras serle concedido el régimen penitenciario de tercer grado. A.Carrasco Ragel | EFE

Es tomado como el ejemplo perfecto de la corrupción urbanística en España. Se vulneraban los usos del suelo construyendo donde no se podía mientras se llenaban los bolsillos de políticos y colaboradores con sobres y maletines. Todo con tal de que se pusieran más ladrillos y más alturas. Julián Muñoz ha fallecido este martes a los 76 años

24 sep 2024 . Actualizado a las 18:01 h.

La Costa del Sol, al igual que otros puntos del Mediterráneo, es un lugar que despierta interés urbanístico desde hace tiempo. Mucho tiempo. Habría que remontarse a la década de los 60, cuando en plena dictadura franquista el turismo era una buena manera de equilibrar la balanza económica española. De esa época data la construcción del emblemático distrito de Nueva Andalucía, en Marbella, con Puerto Banús por bandera. Allí, exclusivas urbanizaciones cautivaron a ricos en busca de una segunda residencia. Españoles y extranjeros. Después de los ricos, llegaron las clases medias en busca de las temperaturas y el mar que no tenían en localidades mesetarias. Entre 1950 y 1980 la población empadronada en Marbella se multiplicó por 7. De apenas 10.000 habitantes a más de 60.000. Hubo que esperar hasta 1988 a que una ley de costas expusiera la necesidad de proteger mínimamente un litoral Mediterráneo en el que las grúas de obra campaban a sus anchas. Sin embargo, ni esa normativa, ni el propio Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Marbella, redactado en 1986, iban a servir para evitar los desmanes con el ladrillo que estaban aún por venir.

Y es que cuando en marzo del 2006 se producen las primeras detenciones del caso Malaya, el operativo que investigó la locura inmobiliaria que desde los 90 se había producido en la ciudad malagueña, la corrupción había contaminado ya por completo el espacio urbano. Los investigadores calculan que desde 1991 se construyeron 30.000 viviendas de forma ilegal. La forma de hacerlo era relativamente sencilla. Ese año fue el primero en el que el Grupo Independiente Liberal (GIL) ganó las elecciones. Al frente, el también presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil. Se crea entonces una sociedad municipal para la gestión del suelo, llamada Planeamiento 2000 y se coloca al que sería el cerebro de la trama al frente, Juan Antonio Roca. La labor de esta sociedad era conceder licencias de obra ilegales bajo la hipotética cobertura de un futuro plan urbanístico más laxo que el del 86 que nunca llegaba a materializarse. A cambio de comisiones de promotores y constructores, se modificaba a demanda el ordenamiento del suelo vulnerándolo por completo para construír cuantas más viviendas mejor. Una muestra del dinero que acabaron acumulando los principales acusados es que les fueron intervenidos bienes por valor de más de 2.000 millones de euros. Solo a Roca se le incautaron 75 obras de arte, algunas de pintores tan conocidos como Sorolla o Manolo Millares. Las compraba para blanquear y gastar las ingentes primas que recibía.

Por su parte, Julián Muñoz, quien era camarero en el restaurante de Puerto Banús en el que Jesús Gil cerraba sus negocios con comilonas de por medio, se fue haciendo un hueco en las listas a las elecciones municipales. Tras dos mandatos ya era el número 2 y cuando Jesús se ve obligado a dimitir en 2002 por el llamado Caso Camisetas (desvió fondos de las arcas municipales para engrosar las cuentas del Atlético de Madrid), se convierte en alcalde en mayo de ese mismo año. En el 2003, con Gil inhabilitado, acaba consiguiendo mayoría absoluta. Aprovecha para meter en el Ayuntamiento a aquellos que le ayudaron en tan meteórica carrera, incluida su mujer Mayte Zaldívar, que acaba junto con la mujer de otro concejal montando un negocio que organiza opulentas fiestas para el consistorio. Investido alcalde el 14 de junio del 2003, Julián Muñoz tuvo que dejar el bastón de mando tan solo dos meses después por la moción de censura impulsada por siete de sus propios concejales apoyados por ediles socialistas y andalucistas. Aquel transfuguismo anticipaba el fin de la Marbella del ladrillo. Esa moción era en realidad la constatación de las tensiones por controlar el desarrollo urbanístico de la ciudad. La llegada de su sucesora al poder, la socialista Marisol Yagüe, no acabó con los desmanes. De hecho Roca, a quien Muñoz cesó al llegar al poder, volvió con ella a incorporarse a la disciplina del ladrillo marbellí. Tres años después, el operativo policial del caso Malaya echa el freno al fin a la locura constructora.  

Muñoz, fallecido la madrugada de este martes, era detenido en julio del 2006 y fue condenado por cohecho, malversación de fondos públicos y por prevaricación urbanística por conceder licencias ilegales durante su etapa en el consistorio. Su estrategia de defensa en los juicios, a los que se presentaba con la fórmula «no soy político, no tenía ni idea de administración pública ni urbanismo» y «era el firmante», «el tonto del Ayuntamiento», no evitaron su entrada en prisión durante dos años y medio, hasta octubre del 2008. Conocido también por su noviazgo con Isabel Pantoja, se ordenó el embargo del dinero que recibía por su participación entonces en programas televisivos y exclusivas en la prensa rosa. José Godino, juez del caso Malaya, señaló que los más perjudicados por todo lo sucedido habían sido los ciudadanos de Marbella, cuyas arcas municipales acabaron «esquilmadas» llegando a acumularse una «deuda desorbitante». El exregidor, ya habiendo dejado lejos la vida de lujo con la Pantoja, encadenó después otra serie de condenas hasta que a partir del 2016 le fue concedido el régimen penitenciario de tercer grado por sus múltiples patologías. En los últimos años un cáncer de pulmón irreversible agravó su estado y desde el lunes de la semana pasada permanecía ingresado en un hospital marbellí hasta que su muerte se confirmaba en las últimas horas.