Sin humo de tabaco, sin estufas de gas y sin publicidad de bebidas alcohólicas: ¿el futuro de las terrazas?

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MARTINA MISER

Algunos locales ya solo habilitan sus espacios exteriores para servir comidas

19 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Europa insiste en su cruzada contra el humo del tabaco. Hace apenas un mes que su órgano de Gobierno instó una vez más a prohibir fumar en parques, playas y, también, en terrazas: el pitillo, en casa o en el medio de la nada, donde las sustancias químicas que desprende no molesten —ni dañen— a los de alrededor. En España, el camino está trazado desde hace meses; en breve, el Parlamento debatirá un anteproyecto de ley enmarcado en un plan nacional para la prevención y el control del tabaquismo que muy probablemente acabe desterrando para siempre los cigarros de los espacios exteriores de bares y restaurantes. Si a ello se le suma el veto a las estufas de gasrecién implantado en Barcelona— y al mobiliario con publicidad de bebidas alcohólicas —en el que ya trabaja el Gobierno—, a la hostelería le tocará más pronto que tarde reinventarse una vez más.

A raíz de la pandemia, las terrazas se apropiaron de aceras, plazas de aparcamiento y, en algunos casos, directamente de parte de la calzada; cinco años después, todavía hay autoridades locales dando la batalla para recuperar el suelo público perdido. El covid resultó ser un gran revulsivo para estos espacios una vez reiniciada la actividad económica. Tanto, que en algunos lugares la colonización fue irreversible: los propietarios lo apostaron todo a sus solanas y, mientras ciudades como Madrid, Salamanca, Oviedo o Segovia desmontaron en cuanto pudieron las instalaciones excepcionales, otras urbes como León —la capital de provincia con más bares por cabeza— blindaron para siempre estas superficies extras. Su nuevo estatus de consentidas, de espacios codiciadísimos, les permitió ponerse exquisitas: muchas se montan única y exclusivamente para comidas o cenas, y algunos hosteleros ya limitan el tiempo de consumo e incluso el número de comensales por mesa para agilizar la rotación de los clientes. ¿Cómo ven los hosteleros el futuro de estas extensiones de sus locales?

Tanto la asociación nacional como la gallega rechazan de plano la censura del tabaco. «A día de hoy, no hay conflicto alguno en una terraza al aire libre entre fumadores y no fumadores, así que no entendemos esta propuesta de prohibición; es absurda —sostiene Cheché Real, presidente de Hostelería y Turismo de Galicia—. La gente se levantará y se encenderá un cigarro de pie a un metro de distancia, no tiene sentido». «Además, exigiría una función de policía añadida a nuestros profesionales», añade Emilio Gallego, secretario General de Hostelería España.

Si se va puerta por puerta, las opiniones son, sin embargo, dispares. Thor Rodríguez, propietario de O Boneco, en Santiago, no cree que desterrar el tabaco de estos espacios vaya a suponer grandes problemas. «Durante la pandemia no se podía fumar y los clientes cumplieron, no supuso merma alguna en los negocios —recuerda, dispuesto a colaborar con el fin que persigue la medida, que no es otro que la salud pública—. Los seres humanos tenemos cierta resistencia al cambio, pero nos acabamos adaptando; ya sucedió cuando se prohibió en espacios interiores». Apunta que algunos restaurantes ya han proclamado sus terrazas espacios libres de humo por decisión propia. No se trata de un capricho. «Afecta a la experiencia gastronómica, y no solo a la propia, también a la del de la mesa de al lado», observa Rodríguez.

Proteger a los trabajadores de la hostelería

La ampliación de los espacios sin humo es algo que desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo llevan reclamando con insistencia desde hace tiempo. Para proteger al que no fuma, pero también para deshabituar al consumidor y desincentivar al que todavía no se ha iniciado, enuncia su secretaria, la ferrolana Noa Rey. «Y, aparte, también tenemos que velar por la salud de los trabajadores de la hostelería, que se ven obligados a estar expuestos durante largas jornadas a una sustancia que sabemos que mata», anota la farmacéutica. «Los más jóvenes creen que fuma el 70 % de la población, cuando en realidad lo hace un escaso 20 % —añade—. Tienen asimilada una idea equivocada, la industria les ha hecho creer que fumar de adulto es lo normal. Consideramos que es muy importante que se desnormalice».

¿En qué punto está el anteproyecto de ley?

El pasado mes de mayo, el Ministerio de Sanidad sacó a consulta pública su proyecto de ley de ampliación de espacios sin humo. Sin embargo, España es, junto con Letonia y Lituania, uno de los países más restrictivos al respecto; solo les supera Suecia, que directamente prohíbe fumar en todas las terrazas. A su nivel quiere colocarse nuestro país a través de una norma que ya ha concluido el proceso para recabar opiniones y sugerencias de ciudadanos y organizaciones. Emprende ahora su trámite parlamentario, donde se discutirá el borrador. El objetivo es desterrar el tabaco de los espacios exteriores de los bares y restaurantes como tarde en el año 2027.

En cuanto al mobiliario, en Compostela ni siquiera lo contemplan como un problema porque su ordenanza municipal es una de las más exigentes con todo lo que pueda suponer una interferencia en la estética milenaria de la ciudad, sobre todo en el casco histórico: restringe los colores y prohíbe los materiales plásticos, el acero y el aluminio; también, la publicidad. Por su parte, Emilio Gallego y Cheché Real también aquí tuercen el gesto. «¿Alguien piensa realmente que los menores beben porque en una esquina de una mesa o en el respaldo de una silla pone el logo de una marca de cerveza? —se preguntan desde la organización que representa a todos los negocios hosteleros del país—. Es una medida desproporcionada, no adecuada y que puede poner en grave riesgo la inversión que estas empresas proveedoras hacen en ayudar a la renovación y el mantenimiento del mobiliario de nuestros establecimientos».

Thor Rodríguez discrepa: «Entiendo que, igual que lo está en todos los demás ámbitos, la publicidad del alcohol debería estar regulada en lugares por los que pasan habitualmente niños y adolescentes, y, por lo tanto, me parece lógico. Mi terraza no puede ser una valla publicitaria». Como portavoz de los bares gallegos, Cheché Real recuerda que, hecha la ley, hecha la trampa. «Se podrán publicitar bebidas 0,0, que, al final, lo que publicitan es la marca», resuelve.

Del «máximo 30 minutos por consumición» al «mínimo dos comensales»

Son pocos los establecimientos que cuentan en España con lo que ya se conoce como terrazas cronometradas, aquellas en las que se limita el tiempo de consumo, y ninguno de ellos está en Galicia, pero la veda está abierta y ninguna doctrina legal impide limitar al antojo del dueño sus mesas, siempre y cuando el cliente haya sido informado previamente. Desde la Confederación Empresarial de Hostelería de España lo ven, sin embargo, como «algo anecdótico». «Hay uno o dos negocios que fijan tiempos máximos de consumo, y en España hay 186.000 bares y 83.000 restaurantes», pone en contexto su secretario general, Emilio Gallego, que no cree que la medida vaya a extenderse.

En cambio, a Cheché Real, de Hostelería y Turismo de Galicia, no le parece para nada descabellado: «Con esta presión que estamos soportando, y más que vamos a soportar, tenemos que buscar nuestros subterfugios. Y no puede ser que dos señoras estén tomándose un café durante dos o tres horas, como tampoco puede ser que se reserven mesas y que luego la gente no aparezca. Tenemos que protegernos».