Las borrascas y sus nombres: de Olivier a Rudiger

Iago Castro-Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Temporal costero en la Praia de Meirás, en Valdoviño.
Temporal costero en la Praia de Meirás, en Valdoviño. JOSE PARDO

Solo algunos centros de bajas presiones lo tienen, como Olivier, que ha acabado con el pequeño verano gallego de principios de abril antes de la llegada de la semana santa

13 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Le llegó el final al pequeño verano adelantado que Galicia ha tenido a principios de abril. Ha vuelto la lluvia a la comunidad y su responsable tiene nombre, pero no apellidos. Olivier es la última gran depresión con nomenclatura propia, tras el paso de Nuria a principios de mes, o de otras en marzo como Jana, Konran o Martinho, que llenaron hasta niveles récord la reserva de agua a nivel nacional. Sin embargo, son solo algunos centros de bajas presiones los que tienen un apodo por el que llamarlos, los que pueden provocar «un gran impacto en bienes y personas».

Al provocar un alto riesgo para la vida, debido a los propios efectos meteorológicos que provocan la borrascas de alto impacto —vientos muy intensos, gran oleaje, lluvias o tormentas— o a los incidentes derivados de ellos —caída de objetos por el viento o desbordamientos de ríos, por ejemplo—, que reciban una nomenclatura propia, que la identifique rápidamente entre otros centros de bajas presiones, «favorece que la comunicación sea más efectiva», indica la Aemet. Esto es especialmente importante cuando hay varios episodios prácticamente consecutivos, como sucedió en enero con Éowyn, Herminia e Ivo, tres borrascas que afectaron a Galicia en apenas una semana.

¿Quién pone nombre a las borrascas?

Las borrascas atlánticas —las que afectan normalmente a Galicia— y las del Mediterráneo occidental, a las que se refiere la Aemet cuando influyen sobre todo territorio bañado por este mar al oeste de la isla italiana de Córcega, son nombradas por el llamado Grupo Suroeste, que está formado por los servicios meteorológicos de España, Francia, Portugal, Bélgica y Luxemburgo.

El baremo para que las borrascas de alto impacto sean nombradas es que un servicio de predicción —el que terminará acuñando su nombre— detecte que puede provocar en su territorio rachas máximas de viento superiores a los 90, 100 o 110 kilómetros por hora, relativos a un aviso de nivel naranja o rojo. Aunque, dependiendo de las zonas, puede ser suficiente con que desencadene la activación de un aviso amarillo por viento, por ráfagas máximas por encima de los 70, 80 o 90 kilómetros por hora. Además, también puede hacerlo si se prevé un gran impacto de las precipitaciones asociadas a la depresión, como sucedió con Martinho, nombrada por el Servicio Meteorológico de Portugal por las lluvias que previsiblemente dejaría en el sur del país —como terminó sucediendo— y que también afectarían a la comunidad andaluza.

El nombre de cada borrasca

Aunque es el servicio meteorológico de un país concreto el que decide cuando nombrar a una borrasca —y que debe avisar al resto de Estados de su grupo—, la nomenclatura que recibe no es decidida en el momento. Corresponde a una lista de 21 apodos previstos para cada temporada de borrascas. En el caso de la actual, la octava, comenzó el primero de septiembre del 2024.

El listado está formado por nombres —puestos en común en este caso por los servicios meteorológicos miembros del Grupo Suroeste— que están ordenados alfabéticamente alternando su género. La primera borrasca de esta temporada fue Aitor, nombrada por la Aemet el 24 de septiembre del 2024. Y las siguientes del mismo año fueron Berenice, Caetano, Dorothea y Enol, seguidas de las primeras de este 2025: Floriane, Garoe, Herminia, Ivo, Jana, Konrad, Laurence, Martinho, Nuria y, ahora, Olivier. Las próximas serán Pauline, Rudiger, Salma, Timothee, Vanda y, por último, Wolfgang.

Sin embargo, la lista no está formada por el número específico de borrascas de gran impacto esperadas para cada temporada, corresponde al número de letras del abecedario inglés, obviando cinco de ellas: la «q», la «u», la «x», la «y» y la «z». Por tanto, algunos de los nombres pueden no ser utilizados, en caso de que en una temporada haya menos de 21 depresiones de suficiente impacto. Y, por otro lado, existe la posibilidad de que la lista deba volver a la letra «a», con nuevas nomenclaturas previstas.

¿Por qué nombres de persona?

Según explica la Aemet, encuestas que se realizaron en el Reino Unido e Irlanda demostraron que la población «estaba más atenta a los avisos previstos de fenómenos meteorológicos adversos, y a las recomendaciones de seguridad, cuando la amenaza de viento fuerte estaba claramente identificada y asociada al nombre de la borrasca».

Por otro lado, no hay posibilidad de que los apodos disponibles se terminen. Se contempla la posibilidad de reutilizarlos en futuras listas de temporada. Esta cuestión tiene solo una puntualización: la inclusión de un nombre en próximos listados es prohibida en caso de que una borrasca nombrada así haya provocado un gran número de fallecidos.