Trabajadoras de la actividad agraria hablan de la importancia de la dieta y de la PAC
29 jul 2020 . Actualizado a las 12:00 h.A Elena, Minia, Karina, Áurea y María Cristina las une un grueso hilo. Es el trabajo en el campo. Porque estas tres mujeres, reunidas en Vilar de Céltigos (Santa Comba) en un desayuno para hablar de la política agraria común (PAC), la alimentación saludable la actividad agraria y su futuro, tienen en común el ser parte de esa gran red que forman los agricultores y ganaderos gracias a los que cada día se llenan las despensas. Durante el encuentro, organizado en el marco del programa de Unións Agrarias, cofinanciado por la UE Disfruta del Rural, charlaron sobre cómo las ayudas de la PAC les han servido para compensar los bajos precios de mercado de sus productos o sobre lo escasamente valorado que está su trabajo entre esos que no tienen contacto directo con el mundo rural y las tareas agrícolas.
Ellas, en cambio, saben bien de lo que hablan. Minia trabajó en el campo desde niña y ha estado al frente de la explotación láctea familiar durante 26 años; Elena lleva 23 años a cargo de otra explotación de vacuno, y Karina ha trabajado en el sector ganadero 23 años y desde hace 10 es titular, junto con su marido, de la explotación familiar que ahora cuenta con 45 vacas de leche. Áurea no se queda atrás. Comenzó a trabajar en el campo a los nueve años. Continuó hasta que cumplió 56, edad a la que se acogió al plan de abandono dadas las malas perspectivas del sector. Ahora trabaja en otra actividad. Y María Cristina, que también ha estado ligada al sector primario desde pequeña, le faltan 3 años para jubilarse en su granja de ganado vacuno. Juntas repasaron cómo han cambiado las granjas en Galicia a lo largo de los últimos años. También hablaron del papel que durante años han tenido las mujeres en su mantenimiento y crecimiento.
Para todas ellas resulta de vital importancia que se dé a conocer todo ese proceso, pero también el duro trabajo que está detrás de la producción de alimentos que salen del campo, todos de buena calidad y sometidos a altos controles de seguridad alimentaria.
Esos productos que crecen gracias a su trabajo aportan mucho más que un grano de arena a la hora de fortalecer la salud. De eso también hablaron en el desayuno, de la importancia de la dieta sana. Y descubrieron cosas que desconocían, como el programa de reparto de alimentos (fruta, verdura y lácteos) que la UE lleva a cabo en los colegios. Para ellas es un complemento fundamental de la comida que ofrecen los comedores escolares, además de ayudar al fomento de esa dieta saludable entre los más pequeños. Porque los hábitos que se cogen en edades tempranas, resulta complicado no mantenerlos de adulto.
También hablaron de que algunas actividades como la puesta en marcha de huertos dentro de los centros escolares resulta una herramienta eficaz para fomentar el conocimiento de un trabajo muchas veces escondido, el suyo. Pero también ayuda a dar a conocer a aquellos que no han tenido oportunidad de mantener un contacto directo u indirecto con el medio rural de dónde vienen los alimentos. Porque ni la leche procede del cartón, ni los tomates crecen en un amplio lineal del súper.