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El lobo causa tensión entre el Gobierno y las comunidades del norte peninsular

Xosé María Palacios Muruais
Xosé María Palacios LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

En la imagen, huellas de lobo, que se distinguen por su tamaño, forma y volumen.
En la imagen, huellas de lobo, que se distinguen por su tamaño, forma y volumen. PEDRO ALONSO

La inclusión del animal como especie protegida ha desatado una polémica que ha llegado incluso a la Unión Europea

31 mar 2024 . Actualizado a las 13:12 h.

La gestión y la protección del lobo se han convertido últimamente en un elemento de tensión entre el Gobierno central y cuatro comunidades del norte peninsular (Galicia, Castilla y León, Cantabria y Asturias), en las que se concentra la mayor parte de la población de ese cánido. El punto de partida estuvo en la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre), que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. La medida fue adoptada en septiembre del 2021, y desde entonces se sucedieron las críticas hay los reparos de esas comunidades, que también tuvieron eco en el foro organizado por La Voz de Galicia en Lugo el pasado 18.

Una de las principales consecuencias de la entrada del lobo en ese listado fue la prohibición de la caza. La protección del animal, por otro lado, no depende solo de la legislación española, sino que la Directiva Hábitat, promovida por la Unión Europea, también recoge esta cuestión. Que lo que se analiza y se decide en instancias comunitarias tiene repercusión en asuntos como el del lobo es algo claramente demostrado. En septiembre del año pasado, por ejemplo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llegó a afirmar que el lobo suponía un peligro para el ganado, y la Xunta reaccionó considerando que esa ya era su postura desde antes de tales declaraciones.

En las primeras semanas de este año, además, el lobo apareció entre los problemas citados por ganaderos que en diversos lugares de Galicia y del resto de España mostraron su malestar. Los manifestantes rechazaban, además de cuestiones relacionadas con la Política Agraria Común (PAC) o con el decreto sobre uso de purines, los criterios de protección del lobo y pedían un plan de gestión con indemnizaciones rápidas para ganaderos por pérdida de animales y por lucro cesante.

Esa situación también se recogió en intervenciones del foro que tuvo lugar en la Escola Politécnica Superior del campus de Lugo (USC). Así, Luis Fidalgo, presidente de la Federación Galega de Caza, criticó que la entrada del lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial se hubiese decidido con el voto de comunidades autónomos donde no hay lobos o su presencia es solo testimonial. En su opinión, se trata de una decisión en la que pesaron más los factores políticos que cualquier otro.

Para Luis Llaneza, estudioso del animal con una larga trayectoria, lo que ocurre en los últimos año es una muestra de falta de rigor: «Discusión política apenas hubo», dijo sobre el proceso que desembocó en el establecimiento de medidas de protección para el lobo. Este investigador recalca que las situaciones de tensión causadas por la coexistencia del hombre y del lobo no son una novedad ni pueden causar sorpresa: no es nuevo el problema pero sí el conflicto social generado, explicó en el citado foro. La solución más adecuada, en su opinión, es la que tienda a «minimizar el conflicto», aunque tampoco cree posible hacerlo desaparecer. Llaneza admite que se trata de un problema social cuya solución no puede partir solo de un sector.

Torbjörn Larsson preside la Federación Europea de Caza y Conservación (FACE): «Prohibir la caza es a menudo la forma más fácil de tomar medidas»

Torbjörn Larsson
Torbjörn Larsson

Torbjörn Larsson preside la Federación Europea de Caza y Conservación (FACE) desde el 2018.

—¿Qué valoración hace de la gestión del lobo, en toda Europa y también al norte del Duero? ¿Qué países tienen más probabilidades de abordar con éxito el problema?

—Las poblaciones de lobos han aumentado en toda Europa, también donde la gestión regulada con la caza o el sacrificio ha estado en vigor durante décadas. Sin embargo, la situación varía mucho según el país y la región, lo que refleja diferencias en las poblaciones de lobos, las condiciones del hábitat, los marcos legales y las actitudes sociales hacia los grandes carnívoros. El éxito de la coexistencia en los países depende a menudo de la capacidad de fomentar la convivencia entre lobos y humanos, aplicando un enfoque que incluya tanto la protección legal como estrategias de gestión activa. Si nos fijamos en España, una de las mayores poblaciones de lobos de Europa se encuentra en el noroeste de la península, donde se estima que hay más de 2.000, con una tendencia poblacional creciente. Esta expansión del tamaño y del área de distribución tuvo lugar con una caza estrictamente regulada al norte del río Duero, que fue posible hasta 2021.

—¿Cómo ha evolucionado el papel de los cazadores en las últimas décadas? ¿Se sienten hoy discriminados en la toma de decisiones?

—En las últimas décadas se ha impulsado una regulación más estricta de la caza para promover una mayor protección de las especies y frenar la pérdida de biodiversidad. Esto incluye, por ejemplo, limitaciones en las temporadas de caza o en los lugares donde se puede cazar. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, la caza no es la causa principal de la pérdida de biodiversidad o de la degradación de la calidad de la naturaleza, sino que lo son problemas más importantes como el cambio climático y el uso del suelo. Prohibir la caza es a menudo la forma más fácil que tienen los gobiernos de tomar medidas. En el caso de los lobos, algunos grupos han reclamado una mayor protección incluso cuando las poblaciones están en expansión. Al igual que otros actores de la comunidad rural, los cazadores sienten que el aumento de las normativas y la toma de decisiones proceden de las capitales y de Bruselas. Por eso, las asociaciones nacionales de cazadores y organizaciones como FACE son esenciales para hacer oír la voz de los cazadores en los foros políticos.

—¿Más allá del control de la población, qué soluciones facilitarían la coexistencia con los lobos?

—Para lograr una coexistencia a largo plazo y la aceptación social, es necesario que las partes interesadas del medio rural participen en la toma de decisiones y en la gestión de los lobos. Es necesaria la protección legal, introduciendo al mismo tiempo la suficiente flexibilidad para gestionar poblaciones crecientes. La caza no es en muchas situaciones un medio de control de la población, sino más bien una herramienta para reducir eficazmente los conflictos y aumentar la aceptación social de las personas que viven más cerca del lobo. La protección del ganado y la protección legal del lobo, junto con políticas que apoyen una gestión regulada, proporcionarán una base sólida para mejorar la coexistencia.