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Jóvenes que se incorporan al campo: «Non só hai granxas por tradición, é unha empresa da que se pode vivir ben»

David Cofán Mazás
david cofán LALÍN / LA VOZ

GANADERÍA

Más de una veintena de chavales se incorporaron a la actividad agrícola y ganadera el año pasado en la zona, la mitad de ellos en explotaciones en el nunicipio de Lalín

26 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El sector primario es el principal sustento de la economía de la mayor parte de municipios de las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes. El peso de las actividades agrícolas, ganaderas y forestales en la zona es mayúsculo, pero ello no significa que no esté sujeto a las incógnitas y desvelos que afectan al sector en los países más desarrollados. La dureza del campo, sus largas jornadas y la absorción total que requiere dedicarse a este mundillo dificulta el relevo generacional de las explotaciones. Por ello, con el fin de dar un empujón a los más jóvenes e incorporarlos a las actividades agrarias, la Xunta convoca cada año una línea de ayudas destinadas a la población que empieza su etapa laboral.

Con estas subvenciones —que también se centran en las personas de entre 41 y 55 años— pretenden mejorar la estructura productiva de las explotaciones agrarias gallegas y avanzar en la mejora de la competitivad. Del mismo modo, son esfuerzos para conseguir un rejuvenecimiento de la población agrícola activa y fomentar el empleo en este sector, con especial consideración a las mujeres, ayudando, por otro lado, a fijar población en el rural.

En las últimas dos convocatorias más de sesenta jóvenes de la zona se beneficiaron de estas ayudas. En el 2022 fueron 42 y en el 2023 superaron ligeramente la veintena. Una caída del 50 % que sorprende en algunos concellos como A Estrada y Vila de Cruces, en los que ninguna personas logró el incentivo autonómico. En el caso estradense tiene algo más de sentido, ya que pese a su extensión e importante potencial agrícola, de toda la comarca es el municipio con menor peso del sector primario. En el otro lado de la balanza está Lalín.

Mayor cantidad

Deza es uno de los centros agrícolas y ganaderos más importantes ya no de la provincia, sino de toda Galicia. Especialmente dos concellos están a la cabeza en cuanto al peso del sector primario en su economía y en la vida de los vecinos: Lalín y Rodeiro.

Entre los dos suman entorno el 90 % de los beneficiarios de esta convocatoria. Asimismo, apenas han variado sus cifras respecto al año anterior. En el 2023 fueron 11 los jóvenes lalinenses que recibieron el incentivo y 6 residen en Rodeiro. En el 2022 eran 12 y 7 respectivamente. En cuanto al resto de concellos, Agolada y Dozón sumaron 2 cada uno y Forcarei y Silleda, uno. Las ayudas permiten llevar a cabo reformas y compra de material necesario para empezar a emprender.

Álvaro Pérez, de 29 años, fue beneficiario de esta subvenciones del gobierno autonómico en el año 2019. Supuso un respaldo importante para llevar a cabo su pasión y trabajar en la explotación agraria que comparte con sus padres en la parroquia lalinense de Cristimil. La ayuda, que rondó algo más de 150.000 euros, le sirvió para hacer una ampliación de una granja de vacas de leche, así como para la instalación de un robot de ordeño.

«A mentalidade cambiou moito e empezas a ver que as granxas que quedan non é só por tradición, senón que é unha empresa da que se pode vivir, e vivir ben aínda con todas as trabas que hai», asegura.

«O máis importante é que se formen o mellor posible e que non teñan medo, é un estilo de vida que se disfruta»

Desde bien pequeño Álvaro descubrió que su pasión era el agro. Entiende a las personas que no se atreven a dar el paso o que rehúyen de intentar emprender un trabajo en el campo. Sin embargo, asegura que es una forma de vida que ofrece grandes recompensas. «Son a terceira xeración de gandeiros, sempre vinculado ao vacún de leite. Nacín, coma quen di, na granxa. Con tres ou catro anos andaba detrás das vacas e sempre foi algo que tiven en mente. Despois de acabar os estudos demos o paso e aquí estamos», asegura. En su explotación de Crisitimil, en la que trabaja con sus padres y un empleado, cuenta entre 160 y 170 cabezas de ganado.

Álvaro terminó el bachiller y después estudió un ciclo superior de Ganadería y asistencia en sanidad animal en el Centro de Producción Rural de Coristanco. «Entendo que non se atreva a xente porque tradicionalmente a agricultura e a gandería eran moi sacrificadas, pero hoxe en día a mentalidade cambiou moito. É unha forma de vida infravalorada, sempre estivo mal vista e iso segue sendo así», reflexiona. En su análisis sobre los porqués de las dificultades para la incorporación de los más jóvenes, considera que hay ciertos mitos que deben ser superados.

«É certo que non hai vacacións como tal, pero moitos estudantes van facer extras a unha cafetería ou a un pub, pero non a unha granxa. É máis porque está mal visto que polos horarios, aínda que ese tema é máis ben pola nosa culpa, pero iso está cambiando», concede. Reconoce que para dedicarse a la agricultura, como en casi cualquier trabajo, debe gustar. «É unha paixón e ten que gustar. Ao final engloba moito coñecemento e para levalo todo non se aprende nun ano. Hai que levalo no sangue», afirma.

Además de la dureza en sí del trabajo, el cambio de normativas y la adaptación a los nuevos tiempos también pesan en el desarrollo de este labor, sin embargo, aconseja a los más jóvenes que se atrevan. «O consello máis importante que podo dar é que se formen o mellor posible e non teñan medo, porque pese as trabas é un estilo de vida que, se gusta, un disfruta moito».