La consultora, que surgió en Vilalba y se extendió a Lugo, ofrece asesoramiento a variadas firmas que están relacionadas con el sector agroalimentario
12 ago 2024 . Actualizado a las 12:44 h.Una idea y una ayuda del Igape. Ese fue el detonante que permitió poner en marcha Medrar Smart Solutions, que nació después de que a Hugo Criado y a un amigo se les ocurriera crear una consultora. Después llegó la subvención del organismo público, un dinero que les obligaba a poner en marcha su idea. Corría el 2018 cuando este proyecto comenzó a dar sus primeros pasos para, un año después, empezar a coger carrerilla. Pero todo se paralizó con la irrupción, en el 2020, de la pandemia. El evidente freno que sufrió toda la actividad no supuso para ellos una parálisis, ya que aprovecharon esos meses para digitalizar la empresa y para dar cuenta de que esa tarea no era solo una exigencia que tuvieran ellos.
«Era una necesidad latente que había en las empresas y que con el covid-19 se agilizó», recuerda Hugo Criado, consejero delegado de la firma. Y ante esta necesidad que había en el mercado, este emprendedor decidió encaminar su proyecto hacia el asesoramiento en digitalización y en cuestiones de I+D+i a empresas y a entidades relacionadas con la agricultura y con la ganadería. No solo el evidente peso que tiene la actividad agropecuaria en la provincia de Lugo justificaba su decisión: «Es mi área de conocimiento», dice Criado, que estudió en la Facultade de Veterinaria del campus de Lugo (USC).
Los otros dos socios volvieron a sus respectivas actividades, y Medrar Smart Solutions continuó su actividad haciendo honor a su nombre. Ese crecimiento queda patente en que, a la sede de Vilalba, se le sumó otra en Lugo. Pero también en la esencia que sostiene todo este proyecto. Porque la actividad de Medrar se basa en aportar «crecimiento y desarrollo» a empresas dedicadas al sector agroalimentario, un trabajo que actualmente representa nueve de cada diez proyectos que pasan por las manos de esta firma lucense, actualmente formada por una plantilla de ocho personas.
Tanto la capital chairega como la ciudad amurallada tienen en sus alrededores varias zonas en las que el envasado de leche y la creación de derivados lácteos centran la actividad de grandes firmas y de pymes. «Somos un polo lácteo con mucha potencialidad», subraya Criado, recordando además el papel del Campus Terra. Para este experto, lo que hay en el campo no es solo materia prima sino una población que aporta arraigo al territorio y conocimiento además de actividad económica. «No se puede dejar que ese conocimiento se pierda», asegura sobre la experiencia de muchos ganaderos cercanos ya a la jubilación.
Para reforzar esa idea, pone como ejemplo el del viñedo o el del cultivo del kiwi que, a ojos de este experto, demuestran las capacidades del medio rural gallego para competir. Ni siquiera el minifundio, muchas veces asociado con un concepto negativo, le parece necesariamente una catástrofe, sino que, explica, estimuló a muchos propietarios a lograr el mayor aprovechamiento posible de sus fincas. Criado no oculta su relación con el campo, ya que su padre es veterinario y por sus raíces conoce la zona rural de municipios como Vilalba y Xermade. Admite que este medio ha estado y está sometido a cambios, aunque no tienen por qué ser forzosamente dolorosos; y sí reconoce que hacen falta alicientes para que ganaderos alquilen o vendan sus explotaciones o sus derechos de la PAC porque el valor del campo va más allá de cifras económicas. ¿Qué necesita Galicia para asegurar ese futuro? «Creérnoslo», dice.