Los bancos marisqueros de las rías de Vigo, Pontevedra, Arousa y Muros-Noia están en peligro por un manto de sargazo que trabajadoras y pósitos se afanan en intentar retirar
05 jul 2019 . Actualizado a las 19:01 h.«Están todas as praias cheas, non damos feito», clama Raquel Souto, patrona mayor de la cofradía de Cabo de Cruz. Los bancos marisqueros de esta localidad de Boiro están inundados de algas que asfixian a las almejas. Y eso pese a los esfuerzos del pósito y de las trabajadoras de la agrupación para retirar el sargazo. Las mujeres, a mano, con horquillas, se afanan casi a diario, cuando baja la marea, en limpiar las playas, lo mismo que dos tractores de la cofradía -que a veces contrata un tercero- y hasta un barco, equipado con una red que arrastra las algas y las quita de la arena. Pero «sacamos, e ao día seguinte xa está todo cheo outra vez, estamos desbordados», explica Raquel Souto. El pósito incluso está pensando en contratar un segundo barco para reforzar los trabajos.
El sargazo aparece todos los veranos en la mayor parte de los bancos marisqueros. Prolifera por el calentamiento de las aguas, pero «este ano hai máis que nunca, porque antes retirabamos e aguantaba uns días, pero agora non», avanza la patrona mayor de Cabo de Cruz.
La invasión de algas está afectando a la mayor parte de los bancos marisqueros de las rías de Muros-Noia, Arousa, Vigo y Pontevedra. En esta última, afecta a los bancos de las cofradías de Pontevedra, Lourizán y Raxó, que desde julio están retirando con tractores la acumulación de plantas marinas.
En A Illa, las mariscadoras forman cadenas humanas para pasarse los cubos llenos de sargazo y vaciarlos luego en un tractor. Las tareas de retirada más intensas comenzaron el fin de semana pasado, «pero a invasión é tal, que xa non se nota que limpamos», explica Carmen Dios, presidenta de la organización de productores pesqueros (OPP) de A Illa. A diferencia de otros veranos, el manto de algas «chegou de súpeto hai uns vinte días a todas as praias, son doce quilómetros de costa, é imposible limpala toda». Las mariscadoras empiezan a ver almeja aflorada efecto de la asfixia, paso previo a su muerte.
Santiago Cruz, patrón mayor del pósito de Noia, dice que llevan todo el verano con el problema, pero se intensificó durante el último mes. Aquí también están retirando el sargazo a mano, por parte de las mariscadoras, y a flote, con un barco, «e así imos resolvendo», resume Cruz.
Desde el fondo de la ría de Vigo, José González, secretario de la cofradía de Vilaboa, avanza un problema idéntico. También el banco de Riomaior que gestionan las mariscadoras del pósito es peinado periódicamente. Esta cofradía ideó hace unos años una máquina especial para quitar las algas, que consiste en un tractor con remolque que las recoge y las transporta. Porque «asfixian ás ameixas, as deixan sen osíxeno e morren; non teríamos marisco ningún se as deixamos», aclara González.
Compost para abonar
Desde el año pasado, el pósito de Vilaboa está desarrollando un proyecto de compostaje. Así, el sargazo que recoge se deposita en un terreno para que fermente y se convierta en abono.
En Cabo de Cruz, en cambio, reparten lo que colectan entre los vecinos que quieran abonar sus tierras y para ello colocan carteles. Las algas que no logran colocar de esa manera son retiradas por una empresa especializada que gestiona los residuos.
Los pósitos de la ría de Pontevedra envía buena parte de la colecta a una planta de compost en O Baixo Miño, entre cuyos clientes se encuentran viñedos.