Un apasionado del fútbol que contaba los días para jugar en veteranos del Céltiga
SOMOS MAR
A Iván Otero, Harri le encantaba el fútbol. Desde pequeño jugó en las categorías base del Céltiga, el equipo de su pueblo. Luego, cuando ya era demasiado mayor para seguir en la cantera, probó suerte en otros clubes de la zona. Pero él, lo que quería, era cumplir los treinta años para poder volver a vestir la camiseta de su equipo en la liga de veteranos. En septiembre, Iván cruzó la barrera de la treintena y alcanzó su objetivo futbolístico. No fue, sin embargo, el hito más importante logrado en los últimos tiempos: hace poco fue padre.
De todo esto hablaban ayer en A Illa quienes conocía bien a Iván Otero y quienes solo lo conocían de vista. Hablaban con la voz entrecortada, preñada de esa tensión que se respira en los puertos de mar cuando el océano se traga a uno de los nuestros. Desde que se conoció la noticia del naufragio del Rosa, compañeros del sector del mejillón y embarcaciones de la cofradía de A Illa se lanzaron al mar para colaborar en la búsqueda del joven desaparecido. Por él, «un rapaz sanote», y por quienes, en tierra, ya no saben si guardar o no un poco de esperanza.