Las conservas fueron de los productos más buscados al inicio del confinamiento. Aunque su compra después se ha moderado, en marzo fue un 21,1 % mayor que el mismo mes del 2019
26 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Puede que arengada por el lenguaje bélico empleado para justificar un estado de alarma que confinó a 47 millones de españoles en sus hogares para luchar contra el SARS-Cov-2 que atacó al mundo, la ciudadanía reaccionó como ante una auténtica guerra: acaparando alimentos y productos básicos, por si la situación se complicaba y se producía un desabastecimiento. Y aunque todos los memes se los llevó el papel higiénico, lo cierto es que los consumidores también se lanzaron a hacer acopio de las latas de conservas para atrincherarse contra el coronavirus. Así es que en la primera semana del estado de alarma, la 11 del año, la compra de este producto subió un 82,1 % con respecto al mismo período del año anterior. Aunque después se moderó su presencia en los carros de la compra, han sido, sin duda, uno de los productos preferidos en esa alimentación pseudobélica. Con todo, el sector no ha salido indemne de la crisis. La patronal atisba un descenso de entre el 5 % y el 10 % de la facturación.
Composición: más de 600 fábricas
La industria de procesado y conservación de pescados, crustáceos y moluscos en España está tejida por más de 600 establecimientos, que suman una cifra de negocio superior a los 6.000 millones y emplea a más de 20.300 personas, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Pero la cadena es mucho más larga si se tiene en cuenta la comercialización de pescados al por mayor, dando forma a un conglomerado que factura más de 12.000 millones y ocupa a unas 30.000 personas. Son números de suficiente entidad para dar cuerpo a uno de los sectores estratégicos dentro de la industria de alimentación en España, pues representa el 6 % del total de la cifra de negocio de esa rama, el 6 % del total de personas ocupadas y el 3 % del total de empresas dedicadas a alimentación.
Galicia, a la cabeza: negocio de 3.300 millones
Si la industria de procesado y conservación de pescados, crustáceos y moluscos es relevante en toda España, en Galicia adquiere rango de primordial. Según el Instituto Galego de Estatística y el Ardán, la cifra de negocio de este sector en la comunidad supera los 3.300 millones, con una plantilla de más de 11.000 trabajadores. Aunque la industria de fabricación de automóviles destaca sobre el total de la industria manufacturera, el valor añadido de las ramas de actividad que conforman la industria alimentaria -y que arrojan un resultado de 1.576 millones- «supera la aportación del sector del automóvil y rebasa la quinta parte del valor generado por la industria manufacturera», señala la patronal Anfaco en un informe sobre el impacto del covid-19 en un sector que, además, en términos de empleo supone el 24,1 %, con 31.600 puestos de trabajo. .
Cierre del 2019: un «buen año», según la patronal
Para la conserva, el 2019 fue «un buen año», en palabras del secretario general de Anfaco, Juan Vieites, al comunicar los resultados del sector: una facturación de 1.674 millones, resultado de vender 352.112 toneladas de producto. El volumen fue ligeramente menor al del ejercicio precedente (-0,4 %), que, no obstante, no se correspondió con una caída en los ingresos, que aumentaron un 0,3 %. El atún es la variedad más demandada. Supone el 68,6 % de las latas que salen de las líneas de la industria conservera, a gran distancia de las segundas más buscadas, las de sardinas (6,67 %), y de las que se sitúan en tercer lugar, que son las de mejillones (4,09 %). El 75 % del negocio procede de la distribución en los lineales de los supermercados con marca blanca, y el 25 % con enseña propia, con especial crecimiento de los productos y presentaciones gourmet.
Latas para la trinchera: un 21,1 % más en marzo
Cuando el coronavirus atrapaba víctimas a un ritmo vertiginoso, el Gobierno decretó el estado de alarma y permitió pocas más salidas que las de ir a trabajar en los servicios esenciales, a la farmacia o al súper, la gente se lanzó en tropel a por productos básicos. El gasto en alimentación creció en la primera semana del confinamiento casi un 30 %. Arroz, pasta, legumbres, aceite... y conservas. Tantas latas que el consumo subió en ese tirón un 82,1 % con respecto a la misma semana 11 del 2019., casi el triple de lo que creció el total de alimentación. También aumentó en la siguiente, la 12, pero ya un modesto 5 %. En todo el mes de marzo, la compra de conservas de pescado se intensificó en un 21,1 % con respecto al mismo mes del 2019. Y si entonces se consumieron 17.598 toneladas -datos del ministerio-, en este fueron 21.311 las que entraron en los hogares.
Impacto desigual: «lesiones» por el cierre de la restauración
Esa avalancha hacia las conservas -que después evolucionó en dientes de sierra-, puede producir un espejismo que haga ver al sector a salvo de la bomba del coronavirus. Y las esquirlas sí han impactado en las latas. En unos flancos más que en otros. Las más heridas han sido las que tienen su clientela en el canal horeca -de hoteles, restaurantes y cafeterías-. Estas empresas estiman que «a cierre del 2020 la afectación total sobre la facturación de esta línea de negocio descenderá un 50 %», recoge el informe de Anfaco sobre el impacto del covid-19 en las empresas. También tendrán hemorragia en sus cuentas las enfocadas a tiendas delicatesen.
Consumo por adelantado: acumulación de «stock» en los hogares
Pero ni siquiera las que comercializan con marca blanca o propia en la gran distribución saldrán indemnes de la contienda contra el coronavirus. Esa tropa que vació el expositor de conservas se interpreta en la patronal como «un movimiento de adelanto del consumo», antesala de un descenso de la demanda a corto plazo. «Las características de estos productos en términos de durabilidad, facilidad de almacenamiento y versatilidad han favorecido su acopio inmediato en los hogares, lo que implicará la bajada de demanda por acumulación de stocks en los próximos meses», auguran desde Anfaco. Si a ese cóctel se suma la situación económica de la que saldrá España de esta pandemia, con más paro, menos PIB y contracción del consumo, la crisis de la conserva está servida.
Comercio internacional: el lastre del acceso a la materia prima
En el 2019, la conserva española mandó al exterior 204.642 toneladas de latas, por las que expidió una factura que roza los mil millones. Está por ver cómo impactarán las tensiones que la pandemia ha generado en el comercio internacional, de las que no podrá escapar en un sector como el español, que hincha el pecho por ser el mayor exportador de la UE y dentro del top 5 mundial. El principal problema de las empresas, según Anfaco es el acceso a la materia prima. Con el atún como estrella, no hace falta traer a colación la alta dependencia de las fábricas de la importación. De esta manera, «la estimación de las empresas de la caída de la facturación en cómputo anual, en este ejercicio, por las circunstancias del comercio internacional se sitúa en torno al 10 %».
Panorama post-covid-19: Ralentización del consumo
La bomba compuesta por el cierre del horeca, la bajada de las ventas en tiendas gourmet, las dificultades para comprar materia prima escasa y más cara, y el crudo escenario económico que se atisba en el horizonte no infunde optimismo en el sector. Al contrario. Según el sondeo de la patronal entre sus asociados, la mayor parte de las industrias aventuran que, una vez termine la desescalada, el consumo podría situarse entre «un 5 y un 10 % por debajo al de la situación previa al covid-19».
Caída de empleo: plantillas sobredimensionadas
El empleo que genera, principal baza que el sector conservero hace valer para pedir protección -12.000 directos en Galicia- también se ha resentido. Así, aunque se han priorizado medidas organizativas frente a otras más drásticas, las empresas dicen encontrarse con plantillas sobredimensionadas y ya auguran dificultades para mantener tanto el empleo como para retener el talento. Las firmas orientadas al horeca admiten haber hecho expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), casi todos de suspensión, para alrededor del 30 % de la plantilla. A eso se suma el mayor gasto en prevención y la implantación del teletrabajo, que supone más coste y menos productividad, según Anfaco.
Medidas de apoyo: amplia batería
El informe de Anfaco recoge una batería de medidas de apoyo para salvar al sector. Mayor dotación de fondos ICO, con trámites simplificados para formalizarlos, y al alcance tanto de las pymes como de las más grandes es una de ellas. Abrir el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) a la transformación es otra de las demandas, como la de ampliar el plazo para abonar IVA, Sociedades o IRPF o la reducción de la Seguridad Social. Solicitan asimismo la devolución de las liquidaciones de IVA pendientes. Además de poder pedir ERTE por fuerza mayor y más facilidades para descolgarse del convenio, exigen que se haga cumplir la ley contra la morosidad.