Tres de los navíos más impresionantes del mundo recalan a la vez en aguas olívicas
28 mar 2021 . Actualizado a las 10:06 h.Resulta muy difícil ver alguno de tres de los navíos más impactantes del mundo, por su porte, diseño y precio, pero estos días han podido ser disfrutados a la vez en la ría de Vigo. Los 253,7 millones de euros flotantes del yate A del multimillonario y empresario ruso Andrey Melnichenko impresiona en comparación con cualquier otra embarcación que pase a su lado. Lo hizo en la mañana del sábado el lujoso Sea Cloud, que se hizo a la mar en su primera singladura de pruebas tras ser rematado en los últimos días en el astillero Metalships, donde fue construido durante los últimos trece años tras una inversión de más de 100 millones de euros.
Y por la tarde, entre las 19 y las 20 horas llegaba otro hito de la navegación, que pasa por ser el yate más largo y veloz del mundo, el Azzam, de 180 metros de eslora y 600 millones de euros invertidos en su creación. Situado junto a las Cíes hasta el martes, para llegar el martes a las gradas del astillero Freire, donde será puesto a punto.
Son en total mil millones de euros flotando en la ría en solo tres navíos, que difícilmente volverán a coincidir.
El A se convirtió en un acontecimiento sobre las aguas de la ría, debido a su especial iluminación. El buque, que tiene espacio para 14 invitados y 37 tripulantes, fue lanzado en Alemania y mide 468 pies de largo (142 metros). Tiene tres mástiles independientes de más de 300 pies de alto que, además de dificultar su paso bajo cualquier puente, lo convierten en una llamativa figura que no pasa desapercibida. El yate A dispone de ocho cubiertas, una cápsula de observación de vidrio en la parte inferior de su casco, un helipuerto y un submarino. Pesa más de 12.000 toneladas.
El Azzam pertenece al Khalifa Zayed Al Nahyan, emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos. Equivale casi a dos campos de fútbol y es 58 pies más largo que el Eclipse de Roman Abramóvich. Cuenta con dos motores diésel y dos turbinas de gas que se combinan para generar 94.000 caballos de fuerza que le da una velocidad máxima de 33 nudos, como la de los destructores navales.
Puede albergar hasta treinta y seis huéspedes en dieciocho suites, y 60 tripulantes en 30 cabinas. Cuenta con tecnología de defensa antimisiles y su suite principal está blindada y con ventanas a prueba de balas. Un submarino y un helicóptero refuerzan las medidas de escape en caso necesario.
Y el que se prueba en la ría, el Sea Cloud está dotado con 69 camarotes de lujo, de los cuales 25 disponen de balcón y entre estos hay tres suites en las que podrán navegar los dueños de la armadora Hansa, de la localidad alemana de Hamburgo, y sus invitados.
El velero de lujo tiene capacidad para 140 pasajeros, que tendrán que pagar una media de 11.000 euros por una travesía a vela por los mares del Norte y el Báltico. Además, lleva 85 tripulantes ya que el despliegue y recogida de velas requiere mucho personal al margen de los servicios que ofrecerá el barco, que tendrá un restaurante de alta categoría. También cuenta con gimnasio, piscina, sauna y peluquería. Los amantes de la vela podrán disfrutar a bordo con el silencio que proporciona deslizar sobre el mar gracias a un velamen de 4.100 metros cuadrados. Es la superficie que ocupan desplegadas las 28 velas que tiene el barco y que se ubican en tres palos. El mástil central se alza a 57 metros de altura sobre el nivel del mar.
Para salir del astillero vigués y para los momentos de calma chicha, el buque está dotado de dos motores diésel que alcanzan los 1.700 caballos de potencia. Son los que permiten las maniobras de ataque y desatraque.
El Sea Cloud fue diseñado por el ingeniero naval vigués Íñigo Echenique y su construcción comenzó en la Factoría Naval de Marín. Esta entró en concurso y el barco permaneció abandonado durante casi cinco años, pasando a manos de su acreedor hipotecario, Bankia. En el 2015 abandonó Marín y fue a las instalaciones de Rodman en Meira. Hace dos años se trasladó al astillero de Ríos y hace uno la armadora obtuvo la hipoteca naval para poder terminar el buque. Durante este período de tiempo se produjeron muchos problemas porque la chapa del barco y los camarotes se deterioraron y hubo que hacer cambios en Metalships. También hubo que sustituir una quilla y parte del puente de hierro fue cambiado por otro de aluminio para aligerar de peso al buque.