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El timo del bacalao

José Vicente Domínguez CAPITÁN DE PESCA Y MARINA MERCANTE

SOMOS MAR

Imagen de archivo de pesca de bacalao
Imagen de archivo de pesca de bacalao norge

25 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada año por estas fechas, nos toca lidiar con el reparto de las cuotas de bacalao para nuestra cada vez más mermada flota bacaladera. ¡Qué lejos quedan los versos de la fábula de viajes del madrileño Juan Eugenio Hartzenbusch cuando allá por el siglo XIX ya nos decía que «un pescador vecino de Bilbao, pescó yo no sé dónde un bacalao…»! Y qué lejos estamos de los 150 barcos y 5.000 marineros que, desde España, zarpaban a la pesca de bacalao desde Terranova hasta el mar de Barents. ¡Ya ven cuánto bacalao había y casi todo para repartir entre España y Portugal!

Y ahora, con nuestra mermada flota de apenas cuatro barcos, Noruega, con el reparto de sus ricos caladeros de Svalbard y los compartidos con Rusia en el mar de Barents, nos toman por el pito del sereno. Sin la firme implicación de la UE, la solución para la rentabilidad de nuestros cuatro barcos en dichos caladeros, es menos que probable.

Recuerdo que no hace aún muchos años, tuve la ocasión de participar en la negociación con Bruselas de un contingente de bacalao con arancel reducido (prácticamente al 0 % ) procedente de EE.UU. para mitigar las necesidades de producto de España y Portugal. En total nos habían concedido 3.200 toneladas de bacalao verde salado, lo que equivaldría a una cuota de algo menos de 6.500 toneladas de pescado entero. El bacalao venía salado de Alaska. En aguas del llamado Donuts Hole, en las inmediaciones de las Aleutianas, la riqueza de bacalao (Gadus macrocephalus) es inmensa. Para hacernos una idea, pensemos que la mitad de esas 6.500 toneladas correspondían a by-catch (capturas accesorias) el bacalao que entraba en las enormes nasas (traps) que utilizan para la pesca del king crab.

Es verdad que la fama de anteriores expediciones pesqueras españolas en caladeros americanos no gozaron de la simpatía de los ciudadanos norteamericanos. Pero los tiempos han cambiado y, actualmente, las políticas conservacionistas de las pesquerías son superiores en Europa a cualquier otro lugar. Por tanto, no sería mala idea intentar una negociación pesquera en esos caladeros del Pacífico al sur de Barents, basándonos en una política de reciprocidad comercial a negociar por la UE. Los americanos de EE.UU., desde que se abolió la esclavitud, apenas comen bacalao. Además, siempre les quedarán las ingentes cantidades de eglefino (Gadus aeglefinus) de sus costas, cuyos filetes sin piel y sin espina les encantan. Pues sí. Convencimos a Bruselas de la necesidad de aplicar un contingente arancelario en régimen especial al bacalao procedente de EE.UU. Lo conseguimos por nuestra insistencia pero, sobre todo, gracias al importante lobby americano de Bruselas. Así que, tomen nota por si sirve de algo.