Patrocinado porPatrocinado por

Piden 3 años de inhabilitación para el hombre que usaba un torpedo para ir al percebe

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Ana García

«No soy ningún santo, pero los hay "legales" que son peores», dice el acusado

10 feb 2022 . Actualizado a las 23:02 h.

Después de varios días vigilándolo y siguiendo sus movimientos, el 30 de mayo del 2019, agentes del Equipo de Respuesta Policial (Erpol) consiguieron interceptar a un hombre al que vieron ataviado con un equipo de buceo profesional y un torpedo submarino que le permitía desplazarse bajo el agua varios kilómetros, y al que sorprendieron cuando abandonaba el lugar con 44 kilos de percebe en el maletero de su vehículo. El marisco, además, era de un calibre tal que, según los cálculos que en su día hizo la policía, podría alcanzar en el mercado los 5.200 euros, aunque aplicándole el precio medio de lonja su valor caía a 650,76 euros.

El interceptado, considerado furtivo habitual en la zona de A Coruña, no actuaba solo. Ese día, una mujer —al volante de un turismo—, realizaba labores de vigilancia, aparte de dar apoyo al hombre, que tenía ropa seca en el maletero, donde guardaba otros enseres empleados supuestamente para extraer marisco, como redes, anclas, una sierra, raspetas fabricadas exprofeso para trabajar en las piñas menos accesibles... Ambos fueron denunciados por un delito contra la flora y la fauna, aunque en el caso del buceador se aplica el agravante de reincidencia, dado que ya había sido interceptado mariscando ilegalmente en Avilés y condenado en marzo del 2018.

El caso quedó ayer visto para sentencia tras la audiencia pública celebrada en la sala de lo Penal número 1 de A Coruña. El ministerio fiscal pidió para él 8 meses de multa, a razón de 9 euros diarios, así como la inhabilitación especial para realizar actividades de marisqueo por tres años. Para la mujer se propone una condena de 4 meses de sanción, por la misma cantidad, y dos años sin poder mariscar. Además de las costas, les tocaría a ambos indemnizar a la Cofradía de A Coruña con 650,76 euros, cantidad en la que fue tasado el percebe, según el escrito acusación.

Seguimiento

Los agentes del Erpol corroboraron lo que documentaron en las diligencias con fotografías. Relataron cómo vieron al hombre sumergirse en la zona de Sorrizo con el equipo autónomo y salir con la misma indumentaria en la zona del puerto de Langosteira, a unos 5 kilómetros, distancia que habría salvado gracias al torpedo submarino que después le fue incautado. También narraron los movimientos que realizó la mujer en tanto aquel no salía de debajo del agua, y cómo sobre a las tres de la tarde de ese día se dirigió hacia la playa de Sabón para recogerlo. Cuando abandonaban el lugar fueron interceptados y se les requisaron tanto los enseres que llevaban como el percebe extraído, 44 kilos, que fueron entregados al centro benéfico Padre Rubinos. La defensa, ejercida por el abogado Borja Vales, de Laterna Abogados, trató de desmontar la reincidencia diciendo que habían transcurrido más de dos años entre los hechos de Avilés y los de Arteixo y se aferró a que los agentes no pudieron ver qué hizo el hombre debajo del agua para recalcar que el percebe no había sido extraído en Langosteira, sino en el contradique, un espigón que por aquel entonces no pertenecía a las concesiones de la cofradía coruñesa. Para reforzar ese argumento, expuso que para dirigirse hasta el puerto exterior el hombre tendría que haber cruzado buceando un canal por donde transitan los buques y en la que, además, fue avistado un tiburón blanco: «La lógica dice que podría querer coger percebes, pero no morir en el intento». Además, puso en duda que la autonomía del torpedo —unos 100 minutos, dijo— permitiese a su defendido hacer todo el recorrido que apuntan los agentes.

Para el representante del Ministerio Fiscal no hay duda de que extrajo ilegalmente el percebe de alguna parte de la costa y aludió a sentencias, una de ese mismo juzgado, que con menos kilos condenó por furtivismo a sus autores.

Cuando el juez planteó al acusado si quería añadir algo este apuntó que si bien lo estaban juzgando por un delito contra la flora y la fauna, él no había atentado contra los recursos puesto que se trataba de percebe adulto, que estaba al final de su ciclo de vida y, por tanto, condenado a morir, por lo que «entiendo que no he hecho daño alguno al ecosistema».

Ya fuera de la sala, el hombre insistió en que no había cometido delito alguno. Vale que «no soy ningún santo, pero hay ‘legales' que son peores», dijo en alusión a miembros de la cofradía que fueron identificados faenando en Langosteira cuando todavía no pertenecía a sus concesiones, una prueba que el juez no admitió.