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Familiares de los desaparecidos en el naufragio: «Esto es una tragedia, mi sobrino está ahí, solo nos queda rezar»

M. Hermida / Nieves D. Amil REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Las familias de los tripulantes del Villa de Pitanxo se acercan a las puertas de la armadora Nores, en Marín, tras conocer el hundimiento del barco en aguas canadienses. Hay tres supervivientes. Dos de ellos son el patrón del buque y su sobrino

16 feb 2022 . Actualizado a las 12:28 h.

Poco a poco los familiares de los tripulantes del Villa de Pitanxo van llegando a las puertas de la armadora Nores en Marín para intentar saber algo más sobre un naufragio que ha enmudecido a este municipio marinero. Necesitan información. Las horas pasan y las incógnitas se hacen cada vez más difíciles de asimilar. «Esto es una tragedia, está mi sobrino que tiene dos hijos de 14 y 10 años, no sabemos nada, solo nos queda rezar», decía entre lágrimas Elisabeth, tía de Jonathan Calderón, un marinero de 39 años, que lleva media vida trabajando en el mar. «Desde que llegó a España está trabajando en los barcos», explicaba su tía, que fue una de las primeras en llegar este martes al número 62 de la calle Concepción Arenal de Marín. 

La mujer de Jonathan, que estaba a punto de emprender un viaje, está regresando a Marín tras conocer la tragedia en aguas de Terranova. Elisabeth se enteró de lo ocurrido a través de una vecina y decidió acercarse a las puertas de la armadora para ver si podían darle algo más de información para trasladar a sus familiares. Por ahora hay más incógnitas que certezas. En eso coinciden todos los allegados a la tripulación del Villa de Pitanxo.

En la puerta de Nores, Elisabeth coincidió con Joshua, un vecino de Marín natural de Ghana, que reconocía lo «terrible» de la noticia con la que amaneció este martes. «Tengo cuatro amigos de Ghana en el barco, viven entre Marín y Pontevedra, tienen familia e hijos», comenta Joshua sobre los tripulantes que iban en el Villa de Pitanxo. Uno de ellos es Samuel, que lleva 15 años en Marín, y tiene cinco hijos. Y esta, como la de muchos de los que iban a bordo del Villa de Pitanxo, tampoco era su primera marea. 

Por el momento, se ha confirmado que hay tres supervivientes. Dos de ellos son naturales de Cangas: Juan Padín Costas, patrón de la embarcación, y su sobrino Eduardo.

El dolor que está dejando este naufragio en Marín se siente en la calle desde esta mañana. Todos caminan con sus móviles buscando información sobre sus vecinos desaparecidos en el naufragio de Terranova. No hay otro tema de conversación entre ellos. Incluso, unos estudiantes que regresaban del instituto entre risas, como una mañana cualquiera, enmudecieron al conocer la tragedia que vuelve a golpear con fuerza a Marín y a toda Galicia. Una patrulla de la Policía Local está a las puertas de la armadora junto a los familiares, que esperan desesperados conocer el estado de sus seres queridos en esta fría mañana de invierno.

Los familiares de los tripulantes quieren saber qué ha ocurrido. La falta de información sobre el naufragio se le está haciendo demasiado dura, casi insoportable. Carlos Ordóñez, tío de William Arévalo Pérez, también es marinero. «Estamos muy agobiados, no sabemos si están vivos o muertos», lamentaba. Su sobrino iba a bordo del Villa de Pitanxo. Tiene 37 años y dos hijos, una niña de 11 años y un niño de cuatro. «Llevamos toda la vida en Marín, hace 21 años que llegamos de Perú y desde que William empezó a trabajar, va al mar», subraya su tío, que se enteró esta mañana de la noticia cuando acompañaba a un familiar al centro de salud para hacer una cura. Intentaron ponerse en contacto con la armadora, pero tampoco le han podido confirmar en qué estado se encuentran los 24 tripulantes. 

Lo único que pide ahora es información: «Si nos dan los nombres, nos vamos haciendo a la idea. Nosotros sabemos qué pasa cuando te caes en estas aguas tan frías en alta mar, en pocos minutos estás muerto», comenta Carlos Ordóñez, que forma parte de la tripulación del Nuevo Morriña. Habitualmente faena en el caldero de Irlanda. «Uno de mis compañeros tiene al hijo en el Villa de Pitanxo y él está en alta mar. No sabe nada. He hablado con nuestra armadora para que le avise y que llame a casa», explica Ordóñez, que en esta marea no salió a faenar porque estaba de baja. «La mayoría de nosotros somos todos familia o conocidos. Esto es una tragedia, el hijo de mi amigo es un chaval de apenas 30 años que también tiene hijos», dice con dolor Carlos Ordóñez. 

El goteo de familaires es incesante durante todo el día. Algunos de ellos llegaban desde Vigo. La sobrina de Martín Quino, uno de los tripulantes del Villa de Pitanxo, también quería información. «Llevaba 25 años trabajando para esta empresa», explica esta mujer que reconocía que la información se podría demorar más de un día. 

Por su parte, María José De Pazo, exconcejala de Marín e hija del jefe de máquinas del Villa de Pitanxo, Francisco De Pazo, seguía a la espera de noticias, tras una mañana de incertidumbre y mucho dolor. «Mi padre iba en ese barco», decía poco después de la doce de la mañana tras enterarse del naufragio. Ya por tarde, seguían a la espera de noticias. «Solo sabemos que aparecieron seis fallecidos y tres supervivientes y que faltaba una balsa», comentó tras arropar a su madre, rota de dolor, y a la espera de más noticias. «Estamos muy mal, de verdad que es una situación muy difícil».

Jon Okutu llegó a las puertas de la armadora Nores con la foto de su tío, Edemon Okutu, de 49 años. Iba en el barco y sus familiares tampoco saben nada de él. «Lleva treinta años e el mar», comenta su sobrino, que tras unos minutos en la sede de la empresa, regresó a asa para reunirse con la madre, la mujer y los hijos de Edemon. Junto Jon Okutu estaban los amigos de Michael, también de Ghana, que llevaba poco tiempo en Galicia.