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La familia de Jonathan Calderón: «Hay tres supervivientes, ellos nos contarán qué pasó»

m. hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SOMOS MAR

Ramón Leiro

El marinero, de 39 años, llevaba 17 vinculado a la armadora Nores y diez trabajando en el Villa de Pitanxo

16 feb 2022 . Actualizado a las 22:25 h.

Entre los tripulantes del Villa de Pitanxo había experimentados trabajadores. Este era el caso de Jonathan Calderón, un hombre de 39 años que llevaba desde los 22 ligado a la armadora Nores y que, además, debía conocer el buque como la palma de su mano, ya que sumaba más de una década yendo a las mareas en el barco siniestrado. Así lo contó ayer en Marín su mujer, rota de dolor, cuando se acercó hasta la sede de la armadora para tratar de saber algo más sobre su marido, que era el contramaestre del barco. «De momento, hay que esperar», señalaba a la salida, como habían hecho otros familiares que también acudieron entre lágrimas a las oficinas.

Carolina, la mujer de Jonathan, llegó temprano a la armadora. Y fue muy clara ante las preguntas sobre qué cree que pudo pasar o si el mal tiempo, del que algunos tripulantes habían alertado a sus familias, pudo ser el detonante del naufragio: «Yo eso no lo puedo decir. Gracias a Dios hay tres supervivientes del naufragio y cuando ellos lleguen nos contarán lo que pasó. Lo mejor es esperar a ver lo que dicen».

Contaba ella también cómo fueron las últimas horas antes del accidente. Habló con su marido la tarde anterior. Dice que no le pareció que hiciese demasiado mal tiempo, porque cuando era así, lo notaba en la comunicación. Eso sí, él le alertó del frío tremebundo que estaban pasando en Terranova. Esa fue la última comunicación que tuvo con él. Ella estaba a punto de hacer un viaje al extranjero, que finalmente no llegó a emprender tras ser consciente de la fatal noticia. Les dio tiempo a desearse suerte mutua.

La noticia, en el aeropuerto

Desde entonces, desafortunadamente, no volvió a saber de él. En Marín la familia vivió un martes negro, en el que una de las primeras en enterarse de la tragedia fue una tía del contramaestre, que le pidió a un familiar que fuese hasta el aeropuerto de Santiago para que la esposa de Jonathan no llegase acoger el vuelo. «Es horrible tener que ir allí a darle la noticia», señalaba esta mujer.

Jonathan, una persona familiar y con gran dedicación a su trabajo, tenía dos hijos de 10 y 16 años. Residen desde hace años en Marín, donde ayer sus amigos y familiares trataban de arroparlos en estas horas interminables de espera.