Patrocinado porPatrocinado por

Sector e instituciones presionan para que haya esa revisión de la política pesquera que la Comisión se resiste a hacer

E. A. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

M.MORALEJO

La patronal apuesta si no por un cambio radical, sí por intervenir en aquellos aspectos en los que se ha constatado un fracaso, como la obligación de desembarque

07 jul 2022 . Actualizado a las 04:46 h.

Cada vez más instituciones tienen el pálpito de que la Comisión Europea se va a parapetar en que no es necesario reformar la política común de pesca (PPC). Se escuda en que se precisa más tiempo para evaluar los efectos de la realizada en el 2013 para saltarse esa especie de ITV que obligatoriamente tienen que pasar el marco normativo pesquera cada diez años y que, mientras tanto, es suficiente con hacerla cumplir así como está. Una opinión que curiosamente coincide con la de las oenegés conservacionistas, temerosas de que se puedan rebajar los objetivos ambientales.

Esas reticencias a remover cimientos y corregir errores exaspera tanto al sector pesquero, como a las Administraciones estatal y autonómica y al mismísimo Parlamento Europeo, que creen que sí es necesaria esa reforma. El que es el ponente del informe sobre la revisión de la PPC, el eurodiputado popular Gabriel Mato, intervino ayer en la Conferencia Internacional sobre el Futuro de la Pesca que organiza la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), para recalcar que ese examen es obligatorio y que ya ha habido tiempo suficiente para percatarse de que en algunos aspectos esa política pesquera es un fracaso. Estrepitoso.

Lo ha sido porque se ha marcado objetivos muy rígidos y poco realistas, como el rendimiento máximo sostenible (RMS) para todas las especies o la obligación de desembarque, cuestiones que lo único que han hecho es «generar desconfianza», dijo Mato. Resquemores bidireccionales. De los pescadores hacia las instituciones comunitarias —«auténticas máquinas de fabricar euroescépticos»— y de las instituciones comunitarias hacia los pescadores, —«presuntos delincuentes a los que hay que vigilar hasta con cámaras»—, apostilló Javier Garat, secretario general de la patronal española Cepesca.

El eurodiputado popular es partidario de reformar la PPC, pero siguiendo objetivos realistas y pragmáticos. Como partidaria lo es también Galicia, que en la conferencia desgranó la opinión del Consello Galego de Pesca. Como lo es España, que comparte que hay que dar más peso a los aspectos socioeconómicos. Y como lo es el sector, que si no pide un cambio radical, al menos sí «microcirugía» en aquellos aspectos que convierten a los pescadores en delincuentes porque hay normas imposibles de cumplir, expuso Garat.

Sesgo verde

El sesgo verde contra el que la cadena del mar gallega ha firmado un manifiesto también fue puesto de relieve en la conferencia. Empezando por Gabriel Mato, que considera que el problema está en que el mismo comisario tenga en su cartera Medio Ambiente y Pesca: «Es perjudicial porque en esa batalla siempre pierde la pesca y lo vemos todos los días». Por ejemplo, sostiene que «la producción de alimentos del océano es un objetivo estratégico pero hace todo lo contrario para alcanzarlo». Como la veda para 94 áreas para proteger los ecosistemas que planea.

El eurodiputado canario está recogiendo «todas las demandas que le llegan» para su informe, pero confiesa que «no sé hasta que punto tendrá éxito».

El director xeral de Pesca, Antonio Basanta, que expuso los deseos del sector pesquero gallego para la nueva PPC, señaló la urgencia de revisar el catálogo de zonas dependientes de la pesca, la obligación de desembarque, así como el término capacidad para dar cabida a los GT sociales y poder reformar las embarcaciones para garantizar el relevo generacional y garantizar el terreno de juego igualitario, porque, como dijo Gabriel Mato, «la manía de que la flota europea sea ejemplar hace que cada día pierda competitividad».

Garat, por su parte, subrayó que parte del problema de la Comisión Europea en términos pesqueros es que está «legislando en base a las emociones». Ahí está que un cocinero que ha reunido miles de firmas sea capaz de inspirar la obligación de desembarque que tanto trae de cabeza al sector, o que la presión de las oenegés haya sido capaz de introducir al marrajo en el apéndice dos de la CITES en contra de la opinión de la FAO y de la propia UE, o la veda de ecosistemas marinos vulnerables que ha levantado en un manifiesto a toda la pesca gallega.

Con todas esas trabas, «¿quién va a querer trabajar en el sector pesquero?», reflexionó el secretario xeral de Cepesca, que resumió el sentir del colectivo: «Desesperado, frustrado, cansado, agotado y rendido». Y «si no se revisan normas imposibles de cumplir», el sector se puede quedar por el camino. Y con él la soberanía alimentaria.