La quenlla podría acabar como el marrajo al proponer Panamá restringir su venta
SOMOS MAR
Quiere incluirlo en CITES porque se confunde con otros tiburones en peligro
25 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La flota de palangre de superficie está teniendo con la quenlla un dejà vu de lo que sucedió hace unos años con el marrajo dientuso. Pasó que a México se le ocurrió plantear la inclusión de esa especie en el apéndice II de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) por estar en una situación biológica delicada. Y lo que parecía una simple ocurrencia, mezclado con unas controvertidas evaluaciones científicas —que contradecían 30 años de datos del IEO— y el ruido de las organizaciones medioambientales, acabó materializada en importantes trabas al comercio de la especie y, más tarde, en una prohibición total de capturas en el Atlántico norte por parte de la Administración española, que comulgó con todas y cada una de las tesis conservacionistas sin revisar siquiera los datos de sus científicos.
Precisamente porque sabe cómo acabó aquella aventura, el sector pesquero trata ahora de sustraerse a una segunda vivencia. Reaccionar lo antes posible para que esta nueva ocurrencia tenga un final bien diferente. Porque ahora en lugar de México es Panamá. Y en vez del marrajo dientuso es la quenlla, tintorera o tiburón azul, cualquiera que sea la denominación que se prefiera.
Y si México se aferró a una dudosa mala situación biológica y a sus largos ciclos de reproducción, Panamá emplea una razón tan peregrina como un simple parecido razonable.
En otro contexto el argumento podría tomarse de modo jocoso. Pero dados los antecedentes, el sector no puede estar más preocupado: «Países como Panamá consideran la necesidad de restringir fuertemente la comercialización de tiburones azules, solo porque existe un parecido visual con otras especies de tiburones que están protegidas», advierte desde Europêche, la patronal comunitaria, su director Daniel Voces. Tan en serio va la cosa que, según dice, el país panameño «está buscando el apoyo de la comunidad internacional para adoptar restricciones comerciales para esta y otras especies de tiburones» en la próxima reunión de la CITES, que será en Ciudad de Panamá del 14 al 25 de noviembre.
Ni que decir tiene que, a juicio del sector, la propuesta carece «tanto de la base científica como legal necesaria». Es más, sostiene que la quenlla está suficientemente protegida y regulada para proteger su explotación sostenible y comercio legal, por lo que huelgan más medidas de la CITES, sentencian.
«Nos sorprende saber que un Gobierno está considerando seriamente restringir el comercio solo porque parece otros tiburones para el ojo inexperto», dice Voces. Para empezar, porque «los tiburones azules, incluidas sus aletas, tienen características biológicas claramente distinguibles que pueden ser verificadas por los inspectores de pesca y las pruebas de ADN». Además, recuerda que en la UE y otras partes del mundo, las aletas deben permanecer adheridas al cuerpo hasta el lugar de desembarque. E incluso una vez descargado y exportado tiene que ir acompañado de un certificado de captura que debe llegar al consumidor.
Pero precisamente porque están escaldados de lo que ocurrió con el marrajo, Europêche advierte a Bruselas de que está obligada por sus propias normas, ergo la política pesquera común, a tomar decisiones basadas en dictámenes científicos que incluyen una evaluación del impacto socioeconómico y una consulta a las partes interesadas. Lo malo es que «ninguno de estos pasos se ha tomado hasta ahora», lamenta Voces. Al contrario, los países han votado a favor de la medida, con el único voto en contra de España. Ni siquiera se opuso Portugal.
Desde luego, la inclusión de la quenlla en el anexo II de CITES traería «trámites burocráticos innecesarios y efectos socioeconómicos adversos para la flota». Por tanto, la UE «debería poner fin a las propuestas irracionales y desproporcionadas de dudosa credibilidad». Máxime viniendo de un país al que la Comisión Europea ha sacado por segunda vez una tarjeta amarilla porque no lucha lo suficiente contra la pesca ilegal.
Para los espaderos gallegos las consecuencias serían importantes, dado que la quenlla supone entre el 60 y 70 % del volumen de capturas, aunque baja a un 40-50 % en la facturación, apunta Sergio López, gerente de la OPP 7 Burela.
El sector ondea la bandera del FIP Blues como garante de la sostenibilidad de la pesquería
Antes de que los batallones verdes pongan una pica en la iniciativa de Panamá, la patronal pesquera comunitaria ha hecho ondear la bandera del FIP Blues, el proyecto de mejora de pesquería en la que el sector de la UE ha estado trabajando desde el 2019 y que cubre el 90 % de las capturas de quenlla. Se trata de un proyecto pionero en el mundo que afecta a la tintorera y monitorea el estado de los stocks, que, actualmente, «cumplen altos niveles de sostenibilidad», dicen desde Europêche.
El sector pesquero aún ofrece otro argumento. Y es que las características biológicas de la especie «no son en absoluto comparables con las de otras de la familia o género nombradas específicamente en la propuesta de Panamá». Así, apuntan que la literatura científica disponible identifica a la quenlla como la especie de elasmobranquio más abundante, más ampliamente distribuida, más fértil y de más rápido crecimiento. Su estrategia reproductiva, dicen, con camadas promedio de unos 30 individuos —pero con niveles de hasta 60 o más individuos por camada— explica el éxito y la alta abundancia de esta especie en diferentes océanos, con una distribución geográfica muy amplia. Tanto, que incluye a Galicia. Pueden dar fe bañistas de las playas gallegas y biólogos que los siguen.
Fácil de distinguir
Dan otro apunte más: la aleta de la tintorera (Prionace glauca) es fácilmente distinguible, incluso separada del cuerpo, por su característica coloración azul metálico, debido a que carece de espinas en la base de la aleta y presenta una típica muesca (quilla) en el pedúnculo.