Llegan al norte tras el atún con cierta antelación, dejando sin negocio a las empresas de avistamientos de cetáceos del sur
28 jul 2022 . Actualizado a las 10:25 h.Biólogos del grupo Orca Atlántica llevan tiempo observando el comportamiento de las orcas del Estrecho, más atentamente si cabe desde que en el año 2020 les dio por interactuar con todo velero que se les pusiera a tiro. Bueno, con todo barco, no. Lo aclara Alfredo López, que forma parte de ese equipo de expertos y es portavoz de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), a la que el Ministerio para la Transición Ecológica le ha encargado hacer un seguimiento pormenorizado para desentrañar esa misteriosa querencia por el timón de los veleros: «Nin son todas as candorcas que hai as que interactúan, nin as que interactúan o fan sempre. Non van a todos os barcos», aclara.
Las que de vez en cuando ponen en aprietos a los navegantes son catorce en total. Cuando hace dos veranos empezaron los encontronazos, se tomó por cabecillas a tres: las Gladis —la blanca, la negra y la gris—. Pero tras horas y horas repasando vídeos, fotografías y otras pruebas facilitadas por algunos de los tripulantes que se toparon con ellas, al final de esa temporada en el que estuvieron especialmente activas en aguas gallegas ya se contabilizaron nueve. Ahora son ya catorce, porque han aprendido unas de otras y el comportamiento se ha extendido.
Si las que estos últimos días han asustado a tres veleros e inquietado a un cuarto con el que no interactuaron son las Gladis u otros ejemplares, no se ha podido determinar porque no se dispone de pruebas gráficas. Normal, admite Alfredo López, «bastante tiñan con pensar en si salvaban a vida». Además, no todo el mundo está dispuesto a contar su experiencia, a facilitar pruebas y, en ocasiones, quien lo hace no dice toda la verdad. «Hai quen nos di que non, que non estaban pescando nin facendo nada e, ao repasar o vídeo se ve perfectamente o sedal pola popa», relata.
El misterio de por qué las orcas se empeñan en parar los veleros todavía no ha podido ser desentrañado, apunta López. «Non se sabe. Todo son dúbidas e hipóteses». La única certeza que tienen es que se mueven por la comida. Vienen de la zona del Estrecho detrás del atún, que ahora anda por el Cantábrico. Este año han llegado un poco antes de lo habitual, pero también aparecieron en el sur de España con antelación a lo que acostumbran. Para desconsuelo de las empresas de observación de cetáceos de Andalucía, «que non teñen nada que mostrar» porque las orcas se han desplazado, apunta el representante del Cemma.
Aunque ya han dado algún que otro susto por la zona, no hay forma de aventurar si se repetirán las interacciones con la intensidad del verano del 2020 o si la temporada se asemejará más a la del año pasado, con muchos menos incidentes. En el 2021 ya no fue necesario restringir la navegación a los veleros de 15 metros como se había hecho entre Ferrol y Cedeira dos ejercicios atrás.
Desaconsejan la navegación nocturna donde se hayan visto
Los científicos no saben por qué interaccionan, pero sí disponen de datos para saber que el «blanco» más habitual son los veleros de una media de 12 metros y que navegan a 5,7 nudos, con independencia de si lo hacen a vela o a motor. El color del casco, por lo que parece, les da igual.
Los expertos mantienen las recomendaciones de parar el barco, dejar el timón a la vía, apagar la sonda, pero no el VHF ni los elementos de localización y aconsejan no navegar de noche en la zona donde hayan sido avistados los cetáceos. No porque haya más riesgo, sino porque la oscuridad agita miedos y, sobre todo, porque es más difícil el rescate y más peligroso para los rescatadores.