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Pedro Riveiro: «Hai unha ausencia de rigor técnico atroz» en el veto a las artes de fondo

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

PEPA LOSADA

El reglamento ni siquiera enumera, y mucho menos lista, los aparejos que no se pueden emplear en profundidades de entre 400 y 800 metros

10 oct 2022 . Actualizado a las 04:45 h.

Antes de director de la escuela náutica de Ribeira, Pedro Riveiro, doctor en Instituciones Públicas y Estudios Internacionales, especializado en ordenación pesquera, fue capitán de pesca y trabajó en Gran Sol. Justo en alguna de las zonas que ha quedado vedada a las artes de fondo. Es voz autorizada, por tanto, para hablar del aspecto práctico, jurídico y técnico de un reglamento que tiene en vilo a toda la pesca gallega. Tanto a la de litoral como a la de Gran Sol. Tanto al palangre de fondo, como a la volanta, el rasco y el arrastre, que ahora parece salir mejor parado.

Y esa voz dice que si jurídica y científicamente no hay por dónde coger el texto del acto de ejecución, en el otro aspecto, el técnico «hai unha ausencia de rigor atroz no regulamento». Una pifia más en todo un cúmulo de despropósitos. Para empezar, no se ha medido «o alcance a nivel de impacto que as artes ou aparellos de fondo causan aos ecosistemas mariños vulnerables» y, además, «non inclúe datos sobre os informes de carácter técnico, económico, social de emprego e de seguridade alimentaria», todos obligatorios, según el reglamento de la política pesquera común (PPC). Tampoco se han valorado las consecuencias que se derivan «da recolocación da frota a outros caladoiros, que van ter un incremento do esforzo pesqueiro e un deterioro da gobernanza territorial das pesqueiras receptoras».

Por faltar, incluso se echa de menos la relación de las artes de fondo que se ven afectadas. La única referencia específica fue la que hizo la Comisión en la nota de prensa que anuncia las 87 vedas y en la que especificó que atañía al arrastre de fondo, al palangre de fondo, a las artes de enmalle, las dragas, las nasas y las almadrabas, porque en mayor o menor medida tocan el fondo. ¿Pero en qué medida? «Valorouse o impacto das artes? Porque non todas son iguais», recalca. Y esa medición es uno de los imperativos del reglamento de aguas profundas, ese que contiene el poder que Consejo y Eurocámara otorgaron a la Comisión para vedar áreas con especies vulnerables. Pero ni siquiera esa normativa (2336/2016) explica cuáles son las artes de fondo vetadas. Se remite a otro reglamento (el 734/2008) que solo los cita y ni siquiera los define.

Sin definición de artes

«Esa clasificación xenérica non se debería ter como referente para ditar medidas tan delicadas como as comentadas neste acto de execución», apunta el especialista. Defiende que cada arte y aparejo debería tener una evaluación específica. Además, sostiene que «todas poden ter criterios de selectividade e viabilidade se as usan correctamente». Aquí entra en juego la innovación. «Hoxe en día hai factores tecnolóxicos, provistos de elementos de armado que poden permitir que esas artes teñan outro comportamento no fondo». Refiere el arrastre con puertas voladoras, «que xa non van en contacto co fondo, poden ir máis elevadas e non en contacto co substrato»; fibras sintéticas, sistemas de flotación «e outros deseños de materiais que permiten elevar do fondo a arte de arrastre e o seu copo, dispositivos de selectividade para o escape de xuvenís...».

Incluso el palangre de fondo, que «é un aparello moi selectivo e de moi baixo impacto, só ten en contacto co fondo unhas pedras, unha especie de lastras, que se usan para deixalo fixo, pero tanto o cabo madre como as brazoladas e os anzois, quedan elevados. Ademais, estas pedras forran con rede para minimizar aínda máis o impacto». Tanto es así que, dentro de la clasificación de los palangres de fondo, «este aparello está considerado como case semipeláxico». Y lo mismo con la volanta, que lleva «unhas trallas de cortizas e chumbos que permiten en modo vertical un contacto co fondo». Porque esas artes y aparejos tienen en común que van dirigidos a especies demersales, es decir, que no están en contacto con el fondo y por eso no necesitan actuar en el sustrato, sino en la columna de agua. «A pescada é unha especie voraz que ten unhas flutuacións verticais incribles».

Ese es otro de los reproches que se hacen a la Comisión: que un acto pensado para proteger especies de aguas profundas y hábitats vulnerables haya acabado por afectar a la pesca de merluza, rape, gallo, cigala... Justo las de la flota gallega.

Un plan de pesca sostenible en aguas profundas como fórmula para dar seguridad jurídica

Aunque admite que esto ya es cuestión de opinión, la Comisión Europea, en lugar de un acto de ejecución como el que ha publicado para vetar sin justificación científica, debería apostar por un reglamento específico que recogiera un «plan de pesca sustentable para as augas profundas baseado na cooperación rexional que non fora tan xenérico e que recollera as pautas de actuación para a explotación dos recursos nos ecosistemas mariños vulnerables». En ese plan habría un apartado de medidas técnicas que incluiría la «clasificación de artes e aparellos de pesca compatibles coas operacións de pesca en augas profundas, medidas de innovación tecnolóxica aplicables ás artes clasificadas para operar nesas profundidades tendo en conta o seu nivel de viabilidade e selectividade, características e normas da súa utilización, especificación para a construción, medidas para reducir o impacto negativo na biodiversidade mariña, utilización de dispositivos para mellorar a selectividade por talla e especie, restricións en zonas, vedas, incluso». Eso daría más seguridad jurídica a una flota que ahora mismo, con el reglamento aprobado, la echa de menos.