
Manuel Otero, fundador de O Percebeiro, y el chef Iñaki Bretal impulsan la marca gourmet El abuelo Lelo
15 dic 2022 . Actualizado a las 12:27 h.Fue a mediados del 2018 cuando surgió El abuelo Lelo de la mano de su nieto, Manuel Otero, fundador de O Percebeiro, y del chef Iñaki Bretal, cuyo restaurante O Eirado da Leña ostenta una Estrella Michelin. «Ambos por amistad, conocimiento y trabajo se unieron y crearon una marca de conservas dirigidas un poco al mercado gourmet y apostando por diferenciarse de la mayoría que se elaboran en Galicia», explica Ángel Vejo Gamero, responsable de la parte operativa de este proyecto, quien resalta que, a modo de homenaje, la imagen de la marca es el rostro del propio abuelo de Manuel Otero, quien «fue el impulsor, a nivel familiar, de la tradición del mar y del pescado (...). Mamaron desde niños, desde pequeños, el mar, el pescado, el respeto por el producto, por la sostenibilidad y, como si dijéramos, por la artesanía».
No solo el tipo de productos innovadores que ofrece El abuelo Lelo les diferencia en el ámbito de la industria conservera, sino por su apuesta, precisamente, por dirigirse específicamente al ámbito gourmet. «En el mercado minorista te vas a pelear con muchísimos fabricantes que tienen más experiencia, muchísima más capacidad, por lo que creo que la estrategia fue la adecuada», matiza Ángel Vejo.
Ostras ahumadas
Entre la variada gama de productos de El abuelo Lelo destacan las ostras ahumadas, «es el producto estrella y el producto diferenciador, porque casi nadie hace en conserva, además de que nos aparta un poco de lo que es más habitual, como puede ser la conserva de mejillón o del berberecho. Es algo que ya es conocido no solo en Galicia, sino también fuera de la comunidad». A este respecto, Ángel Vejo subraya que la variedad que emplean es la conocida como ostiones, mientras que el toque de ahumado procede de la madera de haya, lo que convierte a este producto en uno de los pocos que se comercializan ahumados de forma natural.

Lo cierto es que «la línea de ahumados son los que llaman más la atención porque son sabores que no estamos acostumbrados a probar en otras conservas». De este modo, disponen de sardinillas o ventresca de atún, que se pueden adquirir también en aceite de oliva, así como caballa y pez espada.
Y si la sardinilla ahumada es una de las conservas más demandadas por los clientes de El abuelo Lelo, otro tanto se puede decir de la sardina grande, la denominada gran reserva. Otras referencias son las algas al natural y el caviar de erizos, si bien las apuestas más recientes de El abuelo Lelo pasan por el hígado de rape. «Es una referencia también muy diferente, que no estamos acostumbrados a ver en las tiendas o los supermercados, pero que hay mucha gente que la valora muchísimo e, incluso, hay países donde es un producto muy demandado y valorado».
Castañas asadas
Pero cuando se habla de las conservas de esta firma, cuya sede social se encuentra en una de las dependencias cedidas por el Concello de Marín del Espacio Emprendedor de Innovación Alimentaria (EEIA) del Puerto de esta localidad pontevedresa, estas no solo se detienen en lo que son sabores salados. Y es que, entre sus muchas propuestas, se pueden encontrar castañas asadas conservadas en almíbar ligero. «Sorprende por la cantidad de demanda que tiene», apunta.
Vejo Gamero desvela que el pico de consumo de lo que son las conservas gourmet se suele alcanzar en fechas muy específicas, como puede ser la Navidad —«es la época en la que todos nos permitimos un pequeño lujo»— o el verano. En todo caso, reconoce que lo que más le ha sorprendido de El abuelo Lelo es la potencia que tiene como marca en el consumidor: «Hemos tenido un feedback muy bueno a nivel marca de todos los clientes, de todos los contactos que hemos hecho en España como fuera, porque hemos abierto algún canal de exportación. Nos han felicitado desde diferentes puntos».
Pero, ¿cuánto tiempo puede pasar entre que surge la idea de hacer un determinado producto en conserva hasta que esta fructifica o germina? A este respecto, precisa que puede pasar hasta un año, ya que hay que tener en cuenta la vertiente administrativa que conlleva sacar cualquier nueva propuesta de carácter alimenticio al mercado.