El mayor barco de la Armada española y su insignia, fabricado en Ferrol, cumple quince años desde su botadura
10 abr 2023 . Actualizado a las 16:13 h.En apenas un par de meses, el buque insignia de la Armada española será ya un adolescente de pleno derecho. Fue el 10 de marzo del 2008, hace ya casi quince años, cuando tuvo lugar su botadura. Y fue dado de alta en la Lista Oficial de Buques de la Armada el día 30 de septiembre de 2010, con el numeral de costado L-61.
En términos estrictamente militares, el navío más que un adolescente es casi un infante, ya que todavía se encuentra en la fase inicial de su vida útil operativa. Aunque fue fabricado en los astilleros de Navantia Ferrol, su base se encuentra en Rota. Hasta el momento, desde la Marina se destacan como principal muesca de su historial su participación en la operación Ispuhel en el 2018, proyectando por vía marítima una unidad de helicópteros del Ejército de Tierra hasta Kuwait para su integración en la misión Inherent Resolve en Irak. También ha tomado parte ya en multitud de ejercicios nacionales e internacionales, destacando el Baltops 2019 en el Báltico y el pasado año 2022 el Mavi Balina, en aguas del mar Egeo.
Todo en este Goliat de la Marina es superlativo. Y marcó un punto de inflexión tanto para las capacidades de la Armada española como para los propios astilleros.
Una de sus principales capacidades, que no la única, es que puede utilizarse como portaviones. De hecho, la entrada en servicio del Juan Carlos I permitió dar de baja al emblemático Príncipe de Asturias, desguazado ya hace años después de que se intentase, sin éxito, venderlo a la Marina de algún otro país. El elevado coste de su mantenimiento, incluso amarrado a puerto, y la ya mencionada disponibilidad del Juan Carlos I, fueron las principales causas del fin de la vida operativa del que, antes, era el buque insignia de la Armada.
La tarea del Juan Carlos I como portaviones, como ya se ha mencionado, es tan solo una de las muchas de un navío multipropósito, un verdadero todoterreno del mar. Con 230 metros de eslora (largo) por 32 de mancha (ancho), puede ejercer como buque anfibio capaz de transportar a una fuerza de Infantería de Marina para realizar su desembarco; también tiene capacidades para ejercer como navío de proyección de una fuerza; para acciones de apoyo humanitario; para evacuación de personal en zonas de crisis; como buque hospital en áreas afectadas por una catástrofe... Una ciudad flotante. La dotación está formada por 300 personas, aunque si fuese necesario puede mover a un total de 1.500 militares en su interior. Todo un gigante con sello de los astilleros ferrolanos y también un embajador comercial para Navantia.
La imagen más icónica que ha dejado hasta el momento tuvo lugar el 26 de mayo del 2010, cuando navegó junto al Príncipe de Asturias. Un hito histórico a escasas diez millas náuticas de Ferrol.
A este adolescente le queda, en definitiva, toda una vida por delante para demostrar sus múltiples capacidades. Mientras, en los mismos astilleros en los que se hizo, se está iniciando otro reto: la fabricación de las F-110, las que serán las fragatas más modernas de la Marina española. Otro producto comercializable para Navantia. Saldrán de la misma cuna de la que salió un megabuque ya histórico.