Galicia pone a prueba sus reflejos en desastres con contaminación marina
SOMOS MAR
La ONU selecciona a la jefa de la unidad de apoyo científico del Intecmar para el equipo de expertos que forma para dar respuesta a catástrofes ambientales
10 abr 2023 . Actualizado a las 04:45 h.Chernóbil, Fukushima, Bhopal, Haití... Centrales nucleares, tsunamis, escapes de pesticidas, terremotos... Hasta pandemias. El mundo acumula muchas cicatrices de sucesivos desastres. Catástrofes a las que ha tenido que hacer frente y de las que ha tenido que extraer lecciones. Y la moraleja que ha sacado de muchas de esas experiencias es que la prevención y planificación ahorra muchos disgustos. La ONU (Organización de Naciones Unidas) lo sabe. Y que el desastre humanitario muchas veces está unido a catástrofes medioambientales, también. Peligros emergentes contra los que quiere el mundo quiere estar preparado. Por eso forma equipos de expertos en esta materia, soldados que la ONU desplegaría en caso de tener que movilizar a sus huestes de Evaluación y Coordinación de Desastres (Undac). O a los que recurriría en caso de misiones específicas de atención a emergencia ambientales.
Galicia también ha tenido sus propias tragedias. Incendios aparte, muchos de sus desastres han llegado del mar. En forma de naufragios o de mareas negras. Como las del Polycommander, Urquiola, Andros Patria, Mar Egeo, Prestige... Fue esta última la que espoleó a la comunidad autónoma. La que le hizo reaccionar y dotarse de escudo contra vertidos y episodios de contaminación marina en forma de Plan Camgal, el plan territorial de contingencias por contaminación marina accidental de Galicia, que fija el protocolo de actuación en caso de que se produzca otro Prestige o un sobresalto similar con cualquier otro buque.
Y aunque hasta ahora (crucen los dedos) no ha tenido que ser activado a su nivel más alto desde su puesta en marcha, lo cierto es que su depositario, el Intecmar, ha acumulado ya cierta experiencia en respuesta a episodios de contaminación marina en la costa gallega. Y eso es lo que ha llevado a la ONU a fijarse en Garbiñe Ayensa, jefa de la Unidade de Documentación e Apoio Científico de la institución con sede en Vilaxoán, a levantar la mano para formar parte de ese batallón medioambiental de la ONU. Porque precisamente la experiencia en materia de gestión de emergencias, junto a la capacidad de desplazarse en caso de ser requeridos, la motivación y un alto nivel de inglés, era uno de los requisitos para participar en el curso organizado por la Dirección Xeral de Protección Civil Europea e Operaciones de Ayuda Humanitaria (DG Echo) de la Comisión Europea para entrenar a esos expertos ambientais que se desplegarán en misiones de respuesta de la ONU.
Ayensa se presentó voluntaria a ese ejército. No contaba con entrar, por las pocas plazas abiertas a todo el planeta, pero fue seleccionada con otros 18 profesionales de España, Italia, Senegal, Sudán, Finlandia, Suecia, Países Baixos, Ucrania, Letonia, Grecia, Noruega, Eslovenia, Suiza e Austria. Cumplía todos esos requisitos para probar sus reflejos en Eslovenia, poniéndose en situaciones de peligro con serios riesgos medioambientales.
«Todo un lujo»
Para la jefa de la Unidade de Apoio Científico fue «todo un lujo poder formar equipo con gente que ya tiene experiencia en catástrofes». Y de poner a prueba su capacidad de respuesta y la coordinación con las operaciones de rescate humanitario y la prevención medioambiental. De eso se trataba: «Lo que teníamos que hacer era una evaluación rápida de la situación, determinar cuál era el mayor peligro que se presentaba, atender los posibles riesgos a corto plazo, coordinarse con la ayuda humanitaria para dar recomendaciones a los ciudadanos hacer recomendaciones y plantear las soluciones más adecuadas a la emergencia», explica Ayensa.
Porque a veces un desastre humanitario —un tsunami, un terremoto, una erupción volcánica...— puede verse agravado por una consecuencia medioambiental, como la contaminación de las aguas, la afectación a los cultivos, la gestión de residuos y eso también requiere de expertos. Uno ya lo podría ser Garbiñe Ayensa. Que, además, está dispuesta a atender la llamada de la ONU.
¿Y si explota un tanque de queroseno cerca de una ría?
La responsable de la Unidade de Apoio Científico del Intecmar tiene claro que las herramientas que aplicó en el curso serán de utilidad en Galicia. Ayensa destacó la implicación de todos los estamentos en el curso que recibió en Eslovenia. Autoridades, empresa, población... Todos se volcaron para que los cuatro escenarios de catástrofe que trabajaron pareciesen lo más real posible. «Tienes que hablar con los responsables políticos, con los directores de compañías implicadas... Todos se meten en el papel».
Para poner a prueba los reflejos de los expertos medioambientales, se los situó primero en la explosión de un tanque de queroseno que amenazaba con contaminar un río. Curiosamente, Galicia tuvo que activar su plan de contingencias hace unos años por un vertido de queroseno a la ría de O Burgo. También hubo que decidir qué hacer para atajar los peligros medioambientales derivados de una nube tóxica causada por una fábrica de pesticidas. «Valorar cuántos kilómetros podía alcanzar, si se podía confinar a la población, si se evacuaba, cuáles eran los principales peligros»...
Otra prueba consistió en hacerlos reaccionar ante la necesidad de encontrar un lugar de almacenamiento provisional a los residuos derivados de una catástrofe, como puede ser gestionar los restos del cemento de las casas, cómo se aislaría el suelo para evitar la contaminación del mismo, calcular la capacidad de carga, etcétera.
El último supuesto puso a Ayensa en un campamento de personas desplazadas que se han quedado sin viviendas. Aparte de coordinar la ayuda humanitaria, las necesidades más inmediatas también hay que atender al aspecto medioambiental que supondrán los residuos que generen y es preciso saber cómo gestionar ese problema.