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María Jesús Rodríguez de Sancho: «España se opuso a incluir la tintorera en el apéndice II de la CITES, pero se aprobó y no queda otra que acatarlo»

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Ministerio para la Transición Ecológica

La directora general de biodiversidad asegura que no habrá parálisis en su comercialización, como ocurrió con el marraxo

24 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La directora general de Biodiversidad, María Jesús Rodríguez de Sancho, está convencida de que esta vez no habrá problemas. Que Administración y empresas no acabarán en el juzgado. Lo del marraxo fue mucha escuela y esta vez en noviembre ya estará todo dispuesto para que no haya parálisis en la comercialización.

—¿En qué punto está la Administración con respecto al certificado que necesitará la quenlla?

—Preparando el dictamen de extracción no perjudicial. Será la autoridad científica, que en este caso es el IEO, la que determine para cada zona pesquera el volumen que se puede extraer sin poner en peligro la continuidad de la especie. Es decir, la mortalidad máxima admisible. Tendremos que ver cuál es ese límite y calcular la cuota que corresponde a la flota. Pero el volumen es independiente del permiso, que lo mismo se expedirá si son 20 toneladas o 200. Lo importante es que el buque tenga ese permiso, con esa cuota asociada.

—¿No prevén problemas?

—No, no tendremos los mismos problemas porque hemos aprendido mucho con el marraxo.

—¿Hay posibilidad de revertir esta situación? ¿Convencer a la CITES de que la quenlla no precisa el certificado? ¿O es algo para toda la vida?

—Para toda la vida, no. De momento, está en vigor. Cuando haya otra conferencia de las partes, si se demuestra que no existe ese peligro de confusión, porque hay datos y demás, no habrá problema, pero tendrán que aprobarlo todos los miembros por mayoría. Incluirlo en el apéndice II se aprobó por dos tercios.

—Pero para eso tiene que haber un país que lo proponga y no parece que la UE vaya a hacerlo.

—No, la Unión Europea dudo que fuera proponente... Pero podría ser un tercer país.

—¿Panamá? ¿O México, como el marraxo?

—Cualquiera. La ventaja de que sea un convenio internacional es que están obligados todos los países, no solo los europeos, y eso sí que contribuye a ese level playing field, esas reglas de juego iguales porque todos tienen que cumplirlo, a diferencia de otras medidas que solo afectan a Europa, como la de aletas adheridas. Es verdad que fuera de Europa llevan otro nivel de desarrollo, de legislación de exigencia... Pero la solución no es ponernos al nivel de otros. La solución es trabajar para garantizar ese nivel de competencia similar.

—Pero quizá en este caso sea una medida fútil, dado que las organizaciones regionales de pesca sostienen que no hay esa confusión entre quenlla y otros tiburones y que el certificado CITES no ayudará demasiado.

—Pero hay que pensar en el control del comercio. La confusión, es posible, que en el mar los pescadores no la tengan porque son plenos conocedores de la especie y la saben distinguir perfectamente, pero a la hora de llegar a puerto es donde puede haber el problema, con las autoridades aduaneras, que controlan esta cuestión.

—¿Cree que la quenlla debería llevar certificado CITES porque se confunde con otros tiburones?

—España se opuso, pero se aprobó y no queda otra que acatarlo, porque son las reglas del juego.

—Pero si está bien identificado y con trazabilidad, ¿puede confundirse?

—No tendría por qué haber esa confusión. Nosotros pensábamos eso y fue lo que argumentamos en las reuniones con la UE, pero la mayoría de los Estados no opinaban así.