La Xunta pleiteará de nuevo si Bruselas instaura más vedas a las artes de fondo en el Atlántico
SOMOS MAR
El conselleiro de Mar compareció en el Parlamento gallego a petición propia para detallar las líneas de actuación de su departamento, que apenas varían con respecto a las trazadas por su antecesora, Rosa Quintana
13 sep 2023 . Actualizado a las 04:45 h.Aparte de una respuesta a una interpelación, Alfonso Villares, conselleiro de Mar desde junio, apenas había tenido ocasión de otear el pleno del Parlamento de Galicia desde la tribuna de oradores. Ayer, sin embargo, se subió de motu propio al estrado para explicar las previsiones y líneas generales que ha previsto para su departamento. Unas líneas que poco o casi nada se apartan de la derrota marcada por la persona que habitó durante 14 años el despacho que ahora ocupa él: Rosa Quintana. No hubo nada que sonase a nuevo, a excepción de las becas que anunció para que los alumnos hagan prácticas en barcos de pesca en el apartado de asegurarse el relevo generacional y, con ello, la supervivencia de las zonas costeras, o el refuerzo de las estaciones que conforman el Observatorio Costeiro. Rescató la idea de abrir oficinas por todo el litoral para exprimir al máximo los cuartos que llegan de Europa y de su Fondo Europeo Marítimo de la Pesca (FEMP) que ahora ha añadido el apellido de la Acuicultura (FEMPA) y renovó la promesa de diálogo continuo con el sector para el que tendrá «a man tendida» y las puertas de la consellería abiertas «as 24 horas dos 365 días do ano».
El rumbo marcado por el equipo anterior es, a tenor de lo que desgranó Villares, perfectamente adecuado para lograr el objetivo de su departamento: «Mellorar as condicións de vida do sector e blindar o futuro da actividade pesqueira». En otras palabras, «poñer en valor a xente do mar e que poda vivir con dignidade». Esto que parece tan sencillo no lo es tanto, tras los varapalos de encadenar los efectos de una pandemia, una guerra en Europa, un cambio climático y de tendencias de consumo y de una deriva medioambientalista que pone cada vez más trabas y obstáculos que pone en tela de juicio la resiliencia de la principal región pesquera de Europa que, además, quiere seguir siéndolo.
Ahí el conselleiro fue tajante al asegurar que la Xunta se pondrá delante de toda aquella instancia que interfiera en los intereses de la flota gallega con «ataques arbitrarios e inxustificados», o con medidas arbitrarias no sostenidas en ciencia, como es la amenaza de vetar el arrastre de fondo en áreas marinas protegidas que podría acabar afectando a la flota de bajura gallega.
No sería la primera vez que la Xunta se envalentona, recordó el conselleiro, toda vez que la gallega ha sido la única comunidad española que «decidiu participar como parte coadxuvante no recurso dos palangreiros de Burela» contra las 87 áreas de veda impuestas a la pesca de fondo. Y lo volverá a hacer si esas zonas restringidas se amplían como todo apunta a que así será, aseguró Villares.
Por no cambiar, tampoco lo hicieron los reproches al Gobierno central, al que todavía afea que no lo invitasen a la Reunión Informal de Ministros de Pesca que se celebró en Vigo. Que si las ayudas de Madrid por la guerra de Ucrania llegaron tarde, que si pretendía expulsar de la costa a toda la industria del mar, que si no ha contado con el sector pesquero para ordenar el espacio marítimo para el desembarco de la eólica marina, que si deja a la industria de transformación de productos del mar fuera del PERTE agroalimentario, que si se empecina en la negativa a bajar el IVA del pescado para aumentar el consumo... Los mismos de antes, ahora con el añadido de esa acusación de colaboracionismo que lanzó al Ejecutivo central para instaurar el Gran Hermano (cámaras de circuito cerrado de televisión) a bordo de los barcos y estableciendo medios de control excesivos sobre un sector sobre el que la Xunta, dijo, parte de una relación de confianza.
Pero si poco hay de nuevo en los planes de la Consellería do Mar, tampoco hay demasiados cambios en la actitud de los portavoces de los grupos políticos. La del PSdeG, Patricia Otero, dando la cara por el Gobierno central, recordando por ejemplo que fue el PP el que puso el IVA del 10 % al pescado, recordando que fue Madrid la primera en recurrir el veto a la pesca de fondo y afeando que Villares se llene la boca diciendo que maneja el presupuesto más alto de la historia cuando lo cierto es que no se ejecuta ni la mitad.
La del Bloque, Rosana Pérez, evidenciando su hastío por que el PPdeG hable de los problemas del sector como si fuesen «maldicións bíblicas» cuando en realidad son consecuencias «dunha mala práxis e de malas decisións por parte das Administracións, tamén da Xunta» y blandiendo cifras que evidencian que el sector pesquero se desinfla. Y la del PPdeG, Teresa Egerique, elogiando lo bien que han ido las cosas en el sector. Tanto es así que se permitió restregar a la oposición que «á hora de elexir os galegos saben a quen facelo». Y hubo un tiempo para repetir lo que ya se ha convertido en otro mantra de los populares: que el BNG forma parte en Bruselas del grupo de los Verdes, en el que está el comisario de Pesca, y que tiene responsabilidades en el veto a la pesca de fondo.