La nómina de mariscadoras de a pie de Galicia vuelve al caer y pierde en un año 85 trabajadoras de una actividad que no logra atraer a las jóvenes
25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El marisqueo a pie sigue perdiendo manos. El «esforzo importante» que la Consellería do Mar asegura, en su informe anual, estar realizando para incorporar trabajadoras al sector no está dando resultado. De nuevo se ha cerrado un ejercicio con menos productores de los que había al arrancar la temporada. A 31 de diciembre pasado eran 3.529 las personas que se dedicaban a extraer marisco y otros recursos específicos de rocas y bancos marisqueros en Galicia, casi un 2,5 % menos que doce meses antes. Y eso que, de acuerdo con los planes de explotación aprobados, estaba prevista la incorporación a la profesión de 319 trabajadores a lo largo del 2023. Lejos de eso, se han quedado 85 mariscadoras por el camino entre enero y diciembre del año pasado.
Pero lo peor es que ese goteo de bajas es incesante. La nómina de productoras está en retroceso desde hace ocho años. El último ejercicio que se cerró con signo positivo en la plantilla fue el 2015. Y aun así, lo de esa temporada resultó ser un mero espejismo, un oasis en lo que ya venía siendo una caída libre, con la pérdida de 222 mariscadoras entre el 2011 y el 2014.
Por provincias
Pontevedra, a la cabeza del marisqueo por número de trabajadoras. Pontevedra es la provincia con más personas dedicadas a la recolección de bivalvos y otros recursos específicos, como algas, percebes o erizos. Roza casi los 2.000 trabajadores, mientras que A Coruña supera, por poco, los 1.500. En Lugo la actividad es prácticamente testimonial, con 33 pérmex en total, de los que 20 son para personas que se dedican al percebe. Pero pese al dominio pontevedrés, la cofradía con más mariscadoras de a pie de Galicia está en la provincia coruñesa. Es la de Noia, que, con 389 productoras, tiene en nómina al 11 % de las trabajadoras del marisqueo gallego. O Grove no le va mucho a la zaga. Tiene de alta a 331 mariscadoras. No son nada desdeñables tampoco las cifras de productoras de las cofradías de Pontevedra, Vilanova y Cambados (240, 221 y 220, respectivamente). Y A Illa anda ahí con la que tiene de frente al norte en la ría: Cabo de Cruz (194 frente a 192).
Estampida masculina
Un sector feminizado, que ha servido de refugio a los hombres, pero solo de forma temporal. El marisqueo sigue siendo una actividad altamente feminizada. Las mujeres representan casi el 75 % del total de personas que se dedican a este oficio. Nada extraño si se parte de la base de que, antes de la profesionalización y regulación, era una actividad esporádica, ejercida prácticamente en exclusiva por mujeres, para complementar las rentas familiares. Sin embargo, las sucesivas crisis económicas, en las que se disparó el desempleo en profesionales masculinizadas, como la construcción, muchos trabajadores hombres encontraron un refugio laboral en el marisqueo. Tal es así que en el 2019 se llegó al punto en que el 30 % de los titulares de un pérmex de a pie eran varones. Desde esos 1.144 que había, hoy se ha vuelto a caer la nómina de profesionales masculinos de a pie hasta quedar en 896, que son un 25 % de las 3.529 personas que en el 2023 disponían de permiso para mariscar. De todos modos, hay cofradías, como la de Lourizán, con fuerte presencia masculina en la recolección de bivalvos y los hombres acaparan el 30 % de los pérmex.
Apogeo de bivalvos
Caída de la facturación por bivalvos desde el 2019. Curiosamente, el pico de la presencia masculina entre las mariscadoras coincidió con el mejor año del marisqueo desde el 2015. En ese 2019, la facturación por la venta de bivalvos en las lonjas gallegas fue de 9,8 millones de euros. A partir de ahí, el volumen de negocio por la comercialización de almeja, berberecho y afines, se redujo a los 5,1 millones con los que se cerró el año pasado.
Por tipos
Casi el 90 % de los mariscadores tiene el pérmex general. La aplastante mayoría de los permisos de explotación para el marisqueo a pie están expedidos para la extracción de bivalvos en general. A este tipo corresponden un 89,4 % de todas las licencias, que son 3.156. El 7 % de los pérmex están en manos de percebeiros. Son un total de 247 los permisos para extraer este crustáceo a pie y la mayoría (142) se ejercitan en la provincia de A Coruña, con predominio de la Costa da Morte, seguida del área de Vigo (76). El resto de pérmex son para recoger erizo, poliquetos, anémonas y algas, pero son casi testimoniales. La diversificación se aprecia, sobre todo, en las zonas de Fisterra y de la Costa da Morte, donde se concentran la mayor parte de los pérmex de a pie para erizo y anémonas. Los de poliquetos se los reparten con el área de Ferrol.
Relevo generacional
La mayor parte de los trabajadores tiene entre 40 y 50 años. Según las estadísticas recién publicadas por la Consellería do Mar solo una persona profesional del marisqueo a pie tenía 20 años de edad o menos. Y en cuanto a los menores de 30 apenas son 60 las personas por debajo de la treintena que se dediquen a extraer bivalvos o crustáceos. El grueso de las productoras, del orden de siete de cada diez, está en la franja de entre 41 y 60 años de edad. Y, además, el 12 %, 430 personas, está ya en la recta final de la vida laboral. Pero lo peor es que no se incorpora gente joven al marisqueo. Al contrario, desiste del pérmex. Así es que, si en el 2022 había 90 productoras que tenían entre 21 y 30 años, el año pasado esa lista bajó a 30. Podría ser que, por edad, hubiesen pasado a engrosar la siguiente franja de edad, la de 31 a 40. Pero resulta que en ese rango también se aprecia una fuerte caída de las profesionales, donde el año pasado hubo 45 pérmex menos. Si subió el número de licencias en manos de personas entre 41 y 50 años (+6) y entre 51 y 60 (+2). En cuanto a las mayores de 60, cayeron en 18 mariscadoras.
Escasez de producto
Un 40 % menos de bivalvos al cierre del 2023 y pérdida de facturación. Cierto que la situación de este año no ayuda a hacer atractiva la profesión marisquera. Ni a continuar en ella. Los episodios de mortandad por la caída de la salinidad a consecuencia de las intensas precipitaciones, las elevadas temperaturas del verano, los episodios tóxicos, las ouxas y otros depredadores y demás desgracias variadas han provocaron que el 2023 se cerrase con una caída de casi el 40 % de la producción de bivalvos, por más que los ingresos, precisamente por esa escasez de oferta en el mercado, hayan mermado un 12,6 %. Son, de todos modos, siete millones de euros menos de facturación. Y lo peor de todo es que la debacle se concentró en el último trimestre del año. Si se analiza ese período —del 1 de octubre al 31 de diciembre—, el panorama socioeconómico es desolador: una caída del 68 % de almeja, berberecho y afines en sus distintas variedades con respecto al mismo período del año anterior y casi un 44 % menos de facturación, que traducido a dinero constante y sonante vienen a ser más de diez millones de euros menos.