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Pesca o marina mercante

José Vicente Domínguez CAPITÁN DE PESCA Y MARINA MERCANTE

SOMOS MAR

PEPA LOSADA

29 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El sector pesquero lleva varios años, si no son décadas, quejándose de la falta de tripulantes. Cuando hemos tratado de analizar las razones del rechazo a embarcarse en la flota pesquera y mencionamos la necesidad de mejorar la calidad de vida de los pescadores y sus remuneraciones, nos hemos encontrado con cierto rechazo por parte de los armadores, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión económica, por la existencia de un razonamiento basado en la cuestión tradicional de remuneración a la parte. Esto es: se cobra un pequeño fijo, más el complemento en función de lo que se pesca y del valor de lo pescado. Y así, una vez deducidos los gastos inherentes al barco de lo comúnmente llamado montemaior, se reparte el resto entre el armador, el patrón y demás tripulación. Podemos deducir que la incertidumbre de lo que va a cobrar el tripulante de un pesquero, es un factor que incide negativamente en el reclutamiento de personal. Cuando los gastos familiares están cuantificados, las aventuras sobre los salarios no son recomendables. Ganar 1.300 euros al mes en catorce pagas, en tierra y con contrato fijo, siempre será más conveniente que poder ganar 1.800 pensando en el azar de una buena pesca.

En el ánimo de buscar soluciones a la alarmante carencia de personal que pone en riesgo la actividad de una parte de nuestra flota, se está hablando de que los tripulantes de barcos pesqueros fichen a bordo para poder contabilizar sus jornadas de trabajo. En ese punto, es curioso observar la reacción de los profanos del sector, frente a los profesionales. Los profanos lo encuentran como algo inherente al trabajo en cualquier actividad, mientras los armadores y patrones de pesca, lo ven como algo difícil de llevar a la práctica, basándose en la mencionada costumbre del salario á parte. «Cuantas más horas se trabaje, mejor para todos», parece ser el razonamiento.

Pero todo tiene un límite. Bien saben los armadores que, especialmente en barcos factoría pesqueros, el personal de cubierta trabaja a turnos, y cuando las capturas son abundantes y no hay tiempo de inactividad en el procesamiento del pescado, los marineros trabajan una media de 17 a 18 horas por día, para percibir, tal vez, esa media de 1.800 euros mensuales al final de la campaña. De ahí que, cuando los armadores escuchan la palabra «fichar», rechazan dicha aplicación, alegando que no siempre se pesca tanto como para que los marineros tengan que trabajar esas extenuantes e inhumanas jornadas de tantas horas… Pero también saben que, cuando las capturas son escasas, tampoco los marineros perciben el mismo complemento por el viejo sistema de á parte.

Ante tal perspectiva de trabajo a destajo, cuantas veces en situaciones extremas, hay que ser muy aventurero para enrolarse en un factoría pesquero. Sobre todo, cuando, al desembarcarse, los pescadores se encuentran con colegas de la mercante que, por cada dos meses de trabajo (durmiendo en camarotes individuales y cobrando horas extras por cada hora que exceda de la jornada de ocho) disfrutan otros dos meses de vacaciones remuneradas.

Y menos mal que no hay plazas suficientes para todos en la marina mercante, pues en tal caso, habría que amarrar la mitad de la flota pesquera, hasta que las condiciones habitacionales y laborales mejoren notoriamente y se adapten a nuestros tiempos. A veces las realidad es como es. El sistema de vida evoluciona y las verdades duelen.