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De cómo China y Japón anularon a Belice para poder cortar a bordo aleta de tiburón

E. a. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

El país caribeño buscó una inédita votación a favor de las aletas adheridas

25 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Dieciséis años llevan a vueltas en la Iccat (Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico) tratando de imponer a todas las partes contratantes la política de aletas adheridas, que impide cercenar las extremidad al escualo a bordo del barco, y obliga a que se descarguen los ejemplares con todas sus partes: cuerpo y aletas. Cuando hace doce años (en el 2012), la Unión Europea hizo obligatoria para su flota aquella política, el sector se revolvió cual gato panza arriba. Sin embargo, en cuanto vio que no había vuelta atrás, presionó para que ese mandato se extendiese al resto de las banderas que operan en las aguas de esa organización regional de pesca (ORP), apelando al level playing field —normas iguales para todos— para que una flota no tenga ventaja competitiva sobre otras.

Hasta ahora esa campaña no ha tenido éxito. Pero nunca como en la última cumbre de la Iccat se ha estado tan cerca de lograr imponer esa política de aletas adheridas. Eso es al menos lo que sostienen las organizaciones ecologistas, que apuntan con el dedo a China y a Japón como los países responsables del fracaso de la que califican de «iniciativa internacional sin precedentes». Una ofensiva que no lleva el sello de la UE, sino de Belice y de Brasil, que con EE.UU., han sido siempre los más activistas de la causa, a decir de las oenegés.

En la vigésimo cuarta reunión, que acabó el lunes 18 en Limassol (Chipre), la propuesta «obtuvo un récord de 42 patrocinadores», lo que supone el 80 % de las partes contratantes de la Iccat. Belice se batió el cobre durante ocho días. «Intentó con todas sus fuerzas», y con especial ahínco en las últimas horas de la reunión, resolver la cuestión a través de una votación, un sistema poco explorado en foros como la Iccat, donde las partes suelen adoptar las decisiones y resoluciones por consenso, con el apoyo del 100 % de las partes. Pero China y Japón torpedearon esos intentos. Tokio en especial, que mostró una «enérgica oposición».

Ese rechazo, unido «a la confusión sobre el proceso [poco habitual en esa organización], llevó al presidente a convencer a la sala de que se plegase y, por tanto, la prohibición de cortar aletas a bordo no prosperó, cuenta la Shark League, que vela por los tiburones del Atlántico y el Mediterráneo.

Protección para las rayas

Un fracaso que, a juicio de la entidad, ensombrece el resultado de una cumbre en la que sí se consiguió establecer protecciones para las mantarrayas y las rayas diablo, así como para los tiburones ballena, además de adoptar decisiones para «mejorar el cumplimiento por parte de los países de los requisitos existentes para informar y limitar las capturas de tiburones».

«Es exasperante que una prohibición firme se haya visto bloqueada una vez más por dos países, a pesar del claro asesoramiento científico y del apoyo abrumador tanto de los Gobiernos como de los conservacionistas», señala Sonja Fordham, presidenta de Shark Advocates International. Esta exhortó a los países «a continuar aplicando las normativas de aletas naturalmente adheridas a escala nacional y a avanzar en el trabajo para abordar las deficiencias legales que subyacen en las prohibiciones del aleteo de todos los organismos internacionales de pesca».

Asimismo, la Shark League expresó su agradecimiento a Belice, EE.UU., Brasil, Canadá, el Reino Unido y la UE por su persistencia en las propuestas para reforzar el veto al cercenamiento de aletas en la Iccat durante tantos años y acogió con satisfacción el nuevo apoyo de la República de Corea, Costa Rica y Filipinas.