José Antonio Nieto, mariñeiro: «Oxalá me equivoque, pero o marisqueo acabouse»
SOMOS MAR

Este «mariñeiro coma outro calquera», mantiene intacta su capacidad de sorprenderse y de disfrutar de los regalos que le hace el mar; eso sí, reconoce que el futuro del sector del raño está en el aire
22 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La biografía de José Antonio Nieto Allo no se puede escribir sin el sonido del mar como telón de fondo. Vecino de A Illa, en el corazón de la ría de Arousa, recuerda como de pequeño dejaba el colegio a la hora del recreo para «ir axudar a desdobrar o mexillón» a su abuelo; como con apenas diez años salía en el barco de cerco de su padre; como con doce «pasaba todo o verán no mar, esas eran as miñas vacacións». Durante mucho tiempo se dedicó a la captura de pescado. «Sempre me gustou ver peixe no aparello», relata con una sonrisa. Pero hace ya unos cuantos años dio un golpe de timón a su vida y, deseoso de pasar más tiempo en casa, rodeado de su familia, dio el salto al marisqueo a flote. «Co raño botas menos horas fóra. E se che dá para vivir, está moi ben», dice. La aclaración del final tiene sentido: desde hace unos cuantos años, la ría parece agotada y a estas alturas «saes ao mar e non gañas nin para gasolina». «Nunca pensei tirar o rastro ao mar e que non veña nada», cuenta José Antonio. Él es un mariñeiro de los que trabaja en altura, acoplando tubos y tubos para alcanzar fondos que están a más de quince metros de profundidad, en el entorno de Sálvora, de Aguiño... «Podería ser que fallara o marisco nas zonas baixas porque sube a temperatura da auga... Pero, na altura? Iso non se explica. Non sei nin a quen botarlle a culpa», relata.
Las cosas no siempre han ido mal en el sector del raño. «Houbo anos moi bos. Anos nos que te defendías ben, e se sabías un pouco xa estaba. Agora non hai nada que facerlle. Traes tres ou catro quilos, os prezos non soben... Oxalá me equivoque, pero o marisqueo acabouse», dice rotundo. Luego intenta sacudirse ese pesimismo, que parece haber echado raíces en el sector. «Nalgunhas zonas ves cría, pero é en puntos moi concretos. Espero que ese marisco vaia arriba e a ría se recupere», sentencia un hombre generoso a la hora de compartir su conocimiento.
«Eu non nacín aprendido. A min aprendéronme a andar ao mar, a usar os aparellos... E eu intento axudarlle a quen está empezando», dice. Y hay muchas cosas que enseñar: desde cómo moverse por una ría cuajada de piedras y secretos, hasta dónde echar el raño. «O mar enténdese andando todos os días nel; así é como aprendes a moverte pola ría, en que sitios tés abrigo se vai mal tempo... O título de patrón haino que quitar, non hai dúbida, pero tamén haino que mamar, que o mar non é todo auga».
Él bien lo sabe: desde pequeño es consciente de que el mismo océano que da la vida, también puede quitarla. «O mar pode dar avisos ou non. E a quen non llo dá, cólleo e pápao», relata. Así que no hay que confiarse, ni aunque la tecnología nos marque el camino. Y hay que mantenerse alerta. «Iso non quita que os accidentes pasen», matiza.
José Antonio no tiene GPS en su embarcación; él es de los que sigue guiándose por marcas que al ojo inexperto le pasan desapercibidas. «Pero o GPS é unha pasada. Eu, coa miña marca, a non ser que estea moi cerca da costa, vou variar sempre uns metros. Co GPS chegas xusto ao sitio». Igual que él no desdeña las ventajas de la tecnología, tampoco le gusta que se desdeñen los conocimientos que se han ido transmitiendo de generación en generación, bien sea sobre cómo orientarse en la ría, bien sobre cómo mangar una vara. «Nós agora, en altura, traballamos con tubos. Pero os vellos, antes, traballaban con varas de madeira e as varas hai que saber mangalas», explica. Un saber que se va extinguiendo, aparcado en nombre de la modernidad, la tecnología y la eficiencia. Y eso que «para o noso sector, moita tecnoloxía non hai». Quizás para José Antonio el mejor de todos los inventos que se ha desarrollado para el marisqueo a flote es el halador, que permite levantar el raño desde fondos profundos. A él le toca, aún así, tirar y arrastrar, un esfuerzo que se traduce en una tendinitis perpetua y unas manos endurecidas por el esfuerzo. Él las mira y sonríe: cada marca es el recordatorio de toda una vida dedicada a ese mar hermoso del que nunca se cansa y al que ha visto hacer «cousas moi raras».

«Todas as cousas curiosas que atopo lévoas para a aula do mar»
La cofradía de A Illa tiene una joya escondida: un pequeño centro de interpretación y sensibilización ambiental con el que quieren dar a conocer al mundo el trabajo del mar. El aula guarda muchas maravillas: desde un acuario vivo a una colección de viejas artes y objetos. Algunas de ellas las ha aportado José Antonio, que sigue enriqueciendo la exposición «con todas as cousas curiosas que atopo», tanto aparejos como ejemplares de todo tipo de especies marinas. Además, José Antonio Nieto Allo suele ser el encargado de guiar las visitas escolares al aula ambiental. Empezó a hacer ese trabajo de Cicerone durante una baja y confirmó lo que ya imaginaba: que la rapazada contagia optimismo y dibuja sonrisas. «Encántame que fagan preguntas», señala.