






La asociación industrial exhibe su trayectoria en el museo que posee en el campus universitario
23 mar 2025 . Actualizado a las 00:00 h.Es difícil de asimilar que el museo que divulga la historia de la industria conservera, pilar fundamental del crecimiento de Vigo y de su expansión comercial por casi todo el mundo, está en un lugar tan poco accesible para la ciudadanía como es el campus universitario de Lagoas-Marcosende. «Aspiramos a poder trasladar el museo algún día a la fábrica de Alfageme», expresa, como un deseo, Mariña López Rodríguez, directora del Museo Anfaco de la Industria Conservera. Sería la solución a la conservación de un edificio que recoge la esencia fabril de una época, con toda la carga sentimental que para mucha gente contiene, y, al mismo tiempo, facilitaría la expansión del museo, carente ya del espacio necesario para mostrar sus contenidos.
La idea de este centro museístico, que afronta no solo la exposición de objetos, sino también facilita y apoya la investigación desde su enorme archivo, nació cuando Anfaco, la asociación que aglutina el sector conservero a nivel nacional, conmemoró el centenario del nacimiento de la asociación que le precedió en el tiempo, la Unión de Fabricantes de Conservas de la Ría de Vigo en 1904.
El legado de los industriales es el origen del actual museo, que está organizado a través de la fundación Funpromar. A partir de ahí, el crecimiento del centro de divulgación no ha cesado y, hoy en día, ya ofrece una narrativa científica y tecnológica con sus propias unidades didácticas. Incluso, también asume la conservación del patrimonio inmaterial a través del programa Sereas do mar, en colaboración con Fundamar, que se puede consultar en internet a través de la web sereasdomar.org.
«Nuestros primeros visitantes eran los escolares, pero, a través del boca a boca, estamos llegando a un público más amplio», señala Mariña López Rodríguez. Ella es fundamental en esas visitas, que deben ser concertadas previamente, porque el valor de esta colección museística está en la contextualización de su oferta expositiva, algo que Mariña López realiza con mucho fundamento y pasión.
El recorrido comienza con una alusión al precedente de la conserva, que fue la industria de la salazón de pescado, para seguir con una referencia al origen francés de la conserva. Fue durante las guerras napoleónicas como solución al avituallamiento en campaña de las tropas. A Galicia llegaría esa nueva forma de conservar los alimentos en la segunda mitad del siglo XIX, y es ahí cuando comienza el relato del propio museo de una forma ya profunda. «El abrelatas fue un elemento fundamental, aunque hoy en día llama mucho la atención a los más jóvenes debido a que ya no se utiliza», explica la directora del centro. Ese elemento tan sencillo popularizó el consumo de conservas en todo el mundo.
Anfaco y su precedente son asociaciones patronales por lo que la presencia del despacho del industrial José Curbera es importante para calibrar su papel, no solo empresarial, sino también social en su tiempo. Otro elemento destacado en el recorrido es la cerradora de latas Somme, de 1915. «Supuso una mejorar importante en la seguridad de los alimentos ya que permitía realizar el cierre sin el soldado de plomo anterior, que provocaba, en ocasiones, problemas sanitarios», recuerda la directora. Cerca de esta pieza se puede ver una estampa publicitaria en la que una mujer maneja la cerradora en un tiempo en el que el trabajo femenino era poco especializado y menos cotizado que el masculino.
También contribuyó notablemente a aumentar la seguridad el uso de la autoclave, que ya permitía esterilizar la lata con los alimentos dentro.
La hojalata, material indispensable para la fabricación de conservar a comienzos del siglo XX, fue un factor principal en la constitución de la asociación de los conserveros. «El Gobierno puso aranceles altos a la hojalata procedente de Inglaterra para fomentar las compras a los industriales vascos, lo que dio lugar a la unión de fabricantes para defender sus intereses», apunta nuestra guía. Mariña López Rodríguez recuerda que el lazareto de San Simón fue un factor clave para la expansión del sector porque obligaba a los buques transoceánicos a recalar en la ciudad. «El esplendor de la conserva en Vigo se produjo con la Primera Guerra Mundial y se ve en los edificios que levantaron en esa época los empresarios», añade López Rodríguez, que se detiene en una fotografía de Guixar, de las primeras décadas del siglo XX, para recordar que allí nació esta industria, aunque hoy en día se ha dejado desaparecer todo ese patrimonio industrial. Otra sección aborda la labor científica desarrollada por Anfaco. «Creo el primer laboratorio de esta industria y con carácter privado de España, bajo la dirección del químico francés Henri Cheftel.
La imagen artística está muy presente tanto en los propios estampados de las latas, que se realizaban en La Artística o en La Metalúrgica, como en los trabajos publicitarios, como los realizados por el famoso diseñador de publicidad para perfumes Federico Rivas, que era vigués. Industrias Pesqueras, la revista del sector creada en 1935 por José Barreras Massó.
El Museo Anfaco debería ser de obligatoria visita para quien vive en Vigo, para lo que sería necesario un cambio de emplazamiento, por ejemplo, la antigua fábrica de Alfageme, como propone la propia directora.