La pesca arremete contra el intento de vedarle el 30 % de los mares en el 2030
PESCA Y MARISQUEO
España se abstuvo en una cumbre de ministros de Medio Ambiente celebrada en Hawái
13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Con lo satisfechos que salieron en agosto de la cumbre de Nueva York, en la que prácticamente lograron convencer en la ONU de que la protección de los ecosistemas marinos vulnerables es posible sin tener que prohibir el arrastre de fondo ni extender por extender la superficie vedada a la pesca... Resulta que ahora, solo meses después de aquel hito, los pescadores descubren que ha prosperado otro ataque contra la actividad pesquera extractiva por otro flanco. La ofensiva cogió al Gobierno español -estaba en funciones- tan desprevenido, que ni siquiera reaccionó oponiéndose a la resolución aprobada en el congreso de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) que propugna el cierre del 30 % de los mares y océanos del mundo a la pesca. Así, sin más, sin valorar impacto socioeconómico, sin identificar qué zonas tienen necesidad de medidas de protección, sin marcarse una planificación integral y lo que es peor, demonizando de nuevo a la pesca como responsable del deterioro del océano. España se abstuvo.
Claro que a la cita de Hawái solo estaban convocados los ministros de Medio Ambiente. No se contó con ningún responsable de Pesca. En ese escenario se inscribe la abstención de los representantes españoles en una resolución que, en la búsqueda de «la protección tanto de la biodiversidad como de los servicios de los ecosistemas», apuesta por «crear un océano totalmente sostenible, del cual al menos un 30 % no está sujeto a actividades extractivas», respetando, eso sí, «los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales». Y se han fijado incluso una meta: el 2030.
Tirones de orejas
La decisión queda tan bonita que los cargos de Medio Ambiente, que en España comparten casa y cartera ministerial con los de Pesca, no fueron capaces de mostrar su rechazo. El primer tirón de orejas del sector va, por tanto, para el Gobierno español y su reacción poco ágil. Y el segundo, para todos los presentes en la cumbre, por tomar decisiones en ausencia de agentes de otros sectores directamente afectados. A estos también les llega un tercer reproche, por volver a caer en el error de señalar a la pesca como única actividad que explota el medio marino y no tomar en cuenta otras circunstancias, como la contaminación a las actividades energéticas, incluyendo la extracción de gas y petróleo.
Desde Europêche, la patronal de la pesca europea, subrayan que las áreas marinas protegidas deben ser tenidas en cuenta como una herramienta, no como un fin en sí mismo. Que habrá que cerrar un área a todas las actividades, sean pesqueras, energéticas o de otra índole, cuando realmente haya algo que proteger, pero no vale de nada marcarse un porcentaje objetivo sin tener constancia de que la medida traerá beneficios. Porque a lo mejor, «designar e implementar efectivamente para el 2030 al menos un 30 % de sus aguas nacionales como áreas marinas protegidas», lo que hace es condenar a las comunidades costeras a la precariedad y el desempleo, sin garantías de que se recuperarán ni las poblaciones de peces ni los hábitats marinos. De hecho eso es algo que ya han dejado caer algunos científicos, que marcar áreas marinas protegidas por marcar, sin ninguna planificación ni en el marco de una estrategia, no es más que hacerse falsas ilusiones de protección.
El hambre en el mundo
El presidente de Europêche, Javier Garat, hace ver, además, que esa decisión de los ministros de Medio Ambiente puede contradecirse con otras adoptadas también a nivel de cumbre mundial, como el objetivo de acabar con el hambre en el mundo con toda suerte de proteínas. Y las marinas son una fuente. Al menos mientras el petróleo no sea comestible.
La patronal dice que sería impensable aplicar un veto similar a las empresas de energía
El presidente de EAPO, la asociación que agrupa a las organizaciones de productores de Europa, Pim Visser, abundó en el argumento de Javier Garat sobre las nefastas consecuencias que la propuesta de ir vedando a la pesca el 30 % de las aguas nacionales tendrá sobre los pescadores y sus familias, así como en las comunidades costeras.
El cierre a la actividad extractiva derivaría en un aumento del desempleo con serias repercusiones en las economías locales. Pero, además, puso el foco sobre la demonización que se hace de un sector al que se le responsabiliza de todos los males de los mares. Lo demuestra es que el hecho de que es perfectamente factible que en una cumbre ministerial -en este caso los popes de Medio Ambiente- se acuerde vedar el 30 % del Cantábrico, por ejemplo, y cueste imaginar, sin embargo, que pudiese llegar a prosperar idéntica sugerencia de limitar el 30 % del mar de Irlanda, del mar del Norte o del Báltico a la producción de energía renovables. O sin ser tan renovables.
Advertencia a Taiwán
La amenaza de cerrar a la pesca el 30 % de los mares del mundo fue uno de los asuntos que se abordaron en la última asamblea anual de la ICFA (Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras), en la que, además, se pidió a la representante de Taiwán que recordase a su Gobierno la conveniencia de seguir las medidas de conservación adoptadas en el Atlántico sur, donde no existe ninguna organización regional de pesca, para proteger los ecosistemas marinos.