
La soberbia es mala consejera. Los europeos hemos olvidado qué es el hambre. Hambre como la padecida por la mártir nación irlandesa entre 1845 y 1852, que mató a alrededor de un millón de católicos. Incluso hemos olvidado que las cartillas de racionamiento persistieron en muchos países europeos hasta casi una década después de concluir la Segunda Guerra Mundial.
El hambre y todas sus secuelas —enfermedades, patologías del crecimiento infantil, revoluciones, …— explican muchas cosas en Europa, desde la decapitación de María Antonieta —la de «si no tienen pan, que coman bollitos»—, hasta el fermento del nazismo. También explica por qué los padres fundadores de nuestra actual Unión introdujeron como prioridad estratégica en el Tratado constitutivo de la CEE un precepto que exige garantizar «la seguridad de los abastecimientos» y «asegurar al consumidor suministros a precios razonables». Ellos sí sabían distinguir valor y precio, no como los necios con másters de pago que inundan nuestras instituciones.
La patronal pesquera española —Cepesca— nos viene advirtiendo de lo que están tramando los iluminados spin-doctors que controlan la agenda de Bruselas: en nombre de cierto neopanteísmo exigen retirar las ayudas al gasóleo pesquero y, por extensión, al agrícola. Solo les digo una cosa: ¿saben cuáles son las mayores potencias pesqueras del planeta? Según la FAO no es la UE. China o Japón son líderes en capturas. Empiecen por ahí si tienen agallas. A ver si orando los convencen.
¿Qué quieren? ¿Qué vivamos de rodillas? Defender la pesca y el agro europeos es una cuestión vital. Se nota que los que proponen estas ingenuidades son oficinistas que jamás han arriesgado la vida, como nuestros recios hombres de mar, ni padecido los azarosos rigores del tiempo, como nuestros labriegos. Pues no, hay que decir no a tanta ocurrencia naíf. Pronto los europeos no vamos a ser ni el 5 % de la población mundial, y lo que nosotros dejemos de pescar, e incluso más, es y va a seguir siendo rebañado por otros, que no son precisamente los pobres somalíes o mauritanos. Ya han conseguido que producir un huevo en Europa sea bastante más caro que en cualquier lugar, en aras al bienestar de las gallinas. Pero cargarse nuestra flota pesquera y gran parte de nuestra producción agraria es una línea roja que no debe ser tocada. La seguridad no se negocia. Renuncien antes a sus mamíferos pets encerrados en apartamentos y a sus trips o escapadas glam de finde. Ciertos adultos aún tenemos memoria. Je me souviens, me acuerdo, como los quebequeses.