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A bordo de un arrastrero gallego: «Non sei por que nos queren botar do mar»

S. Serantes A BORDO DEL PINO LADRA / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Tripulantes del Pino Ladra emplazan a la Comisión y a las oenegés a «poñerse no pelello da xente». Eurodiputados españoles instan a la Comisión a rectificar y dejar sin efecto las 87 vedas

11 oct 2022 . Actualizado a las 18:57 h.

«Somos os máis interesados en coidar o ecosistema mariño, pero quérennos botar do mar, non sei por que», lamenta Jesús Antonio Pérez, capitán del Pino Ladra. «Claro que hai que protexer o mar, pero sen cargarse á xente. Non nos comprenden, pero se embarcan un día con nós verán por que non o cambio por ningún outro oficio», razona José Vicente Otero, cocinero y tripulante «polivalente». Ni rastro de corales, esponjas o plumas de mar en cinco lances en el Cantábrico, desde Burela a Ortegal, alejados entre 12 y 45 kilómetros de la costa y a profundidades de entre 130 y 300 metros.

Desde despachos donde el mar no golpea las paredes, no suena un motor que solo se apaga en puerto, las olas no mueven el suelo y nadie se moja o pasa frío, acaban de expulsar a cientos de barcos de 87 áreas de los cantiles, a profundidades de entre 400 y 800 metros, en el final de la plataforma continental, desde el golfo de Cádiz al noroeste de Irlanda.

Pescadores de alimentos

A bordo del Pino Ladra, un arrastrero de litoral de Celeiro de 31,4 metros de eslora y a punto de cumplir 18 años, esos dos marineros de profesión y vocación, de 46 y 36 años, intentan ganarse la vida como siempre, pescando alimentos saludables y nutritivos. Con ellos navegan Juan Carlos Maragoto, de 46 años y segundo del barco; Javier Teijeiro, de 38 y jefe de máquinas; Cesáreo Martínez, de 54 y segundo de cubierta, y los marineros Sulemany y Karim, de 46 y 23. Al anochecer, cuando descarguen los calamares, meigas, merluzas, rapes, rayas, jureles, lirios o carallos de mar, se incorporará el contramaestre Pedro Manuel Yeu, de 41 años.

No es un lunes cualquiera para este y otros arrastreros, al final los menos afectados por el veto a toda la pesca de fondo. Ideado cuando Maria Damanaki aún era eurocomisaria de Pesca, antes de fichar por The Nature Conservacy, una oenegé similar a las que, a golpe de clic en internet, demonizan al arrastre. Organismos que laurean a su sucesor, Virginijus Sinkevicius, el comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, para ellos «salvador de los mares».

Cumpliéndose la advertencia de científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO), la política verde que desde Bruselas relega a la flota y al resto de las empresas que llevan el pescado del mar a la mesa, ha hecho realidad la «indeseable paradoja». Sin datos sobre su impacto, palangreros de litoral y de Gran Sol (pincheiros) son a la postre los más perjudicados por las 87 vedas pues los cantiles son su única opción para capturar con sus aparejos flotantes de anzuelo.

Preocupados por su trabajo

Ajenos a la política, desencantados y decepcionados con quienes «parece que queren fundirnos», los hombres del Pino Ladra navegan en un Cantábrico inusualmente apacible y contribuyen a que la Unión Europea no pierda más soberanía alimentaria. Mientras, en Bruselas, en la Comisión de Pesca de la Eurocámara, el director general adjunto de Asuntos Marítimos y Pesca (DG Mare) trataba de defenderse de las acusaciones de echar a la flota de 16.419 kilómetros cuadrados del Atlántico nororiental saltándose principios y procedimientos comunitario, sesgando informes científicos y sin evaluar el impacto socioeconómico.

Al capitán y a la dotación del Pino Ladra les preocupa más ver si el cuarto lance del día mejora al tercero, porque en los dos anteriores apenas pescaron, como habitualmente de noche. Desde el puente de mando se multiplican, cumpliendo los trámites que les obligan a registrar minuciosamente en el diario electrónico cada kilo que capturan, dónde, cuándo y durante cuánto tiempo. «Fai falta unha secretaria para cumprir con tanto control, estamos máis vixiados que na cadea», ironiza Jesús Antonio mientras marca rumbos, decide dónde largar los aparejos y dirige las maniobras de cubierta.

Lances cada tres horas

Aproximadamente cada tres horas lanzan las redes en fondos arenosos porque en los rocosos se arriesgan a perderlos. Y es entonces cuando la tripulación sale a la rampa de cubierta, con cascos, salvavidas, botas, ropa de aguas, guantes... Delicada tarea la recogida del aparejo, para abrir después el copo, volcar las capturas en el parque de pesca y otra vez a largarlo al mar. Después toca seleccionar el pescado, clasificarlo, pesarlo, envasarlo y anotarlo sin equivocarse.

Contadas veces faena el Pino Ladra en las áreas recién vedadas, situadas más al norte de donde este lunes probaron suerte, y ya cerradas a pincheiros y volanteros en parte de caladeros tan históricos como A Selva, As Paredes, Mar do Medio o Cantil de Ribadeo. Complejo hacerles hueco a esos colegas, obligados a desplazarse a áreas ya ocupadas. A la espera de que los Veintisiete o los tribunales desenreden la endiablada madeja tejida en la Comisión, demasiados pescadores temen por la campaña de Navidad, la más importante del año.

«Van acabar con todo»

«Non teñen nin idea, van acabar con todo», repite Vicente. Javier apela «ao sentidiño». Cesáreo propone «descansar de noite, como no golfo de Cádiz, porque se pesca pouco». Y Jesús lamenta que los traten «como a ladróns».

Nadie habla en el arrastrero de Celeiro del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, en inglés), que demora a mediados de diciembre la actualización del informe científico que presumiblemente ajustará los cierres a la realidad del impacto pesquero sobre los ecosistemas vulnerables de aguas profundas, donde se sabe o se supone que crecen corales o esponjas; eso sí, muy diferentes a las deslumbrantes imágenes conocidas por la mayoría.

Salvador Serantes

«Póñanse no pelello da xente»

A bordo del Pino Ladra capean mejor temporales en un medio hostil como el mar que los de políticos ajenos a su día a día: pescar bien, con seguridad, y conseguir el mejor precio en lonja. Con el gasoil por las nubes, cuadrar cuentas importa en un arrastrero sólido y bien equipado. «Moi ben tratados e con soldos bos», redes wifi les acercan a las familias que el viernes a medianoche los esperan en sus casas de Celeiro y Viveiro.

Para la Comisión y los ecologistas que tienen en jaque a la flota de fondo, una llamada a la empatía de profesionales orgullosos de un trabajo en el que muchos ya son cuarta generación: «Póñanse no pelello da xente, sexan serios coas vedas».