
Las capturas de ese pescado blanco tocan fondo, pero cotiza igual que en el 2001
20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Habita fondos de arena y fango en la plataforma continental y los cantiles un pez plano tan apreciado como el gallo, también conocido en Galicia como meiga o rapante. A la plancha, frito, al horno o en salsa, el suave sabor de este pescado blanco seduce y lo convierte en ideal para los más pequeños porque es sencillo sacarle espinas y filetearlo. Suministran ese saludable y nutritivo alimento los arrastreros de fondo, demonizados por oenegés y muchos políticos. De los caladeros de Gran Sol proceden seis de cada diez que llegan a Galicia y el resto, del litoral. Sin que ninguno de los pescadores consultados acierte a explicar por qué, nunca capturaron menos que este año. Escasea es los mercados, pero a la flota se lo pagan igual que en el 2001, a 3,98 euros el kilo, sin tasas ni impuestos.
Aparentemente ajena a la realidad de pescadores que no logran capturar ni la mitad de las meigas frescas que podrían, la Comisión Europea acaba de recomendar un incremento de cuota en aguas atlánticas ibéricas, desde el golfo de Cádiz a la desembocadura del Bidasoa. Hace suya la recomendación de los científicos que la asesoran, el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés), y le propondrá al Consejo de Ministros de Pesca de la Unión Europea (UE) elevarla un 33 %, hasta 3.120 toneladas. Para Gran Sol hay que esperar las negociaciones con el Reino Unido.
La mayoría, de Gran Sol
Sumando los cupos de litoral y de aguas comunitarias, España tiene opción a capturar este año casi 9.000 toneladas de rapantes. Datos oficiales de las descargas hasta principios de noviembre indican que rondan las 3.700 toneladas, poco más de un tercio.
Donde más pescan es en los caladeros europeos del Cantábrico, incluida la costa francesa, acercándose a la mitad de las 1.340 toneladas posibles. No llegan 45 % de las 4.800 asignadas a la flota nacional en Gran Sol. Y en los del Atlántico y del Cantábrico más cercanos a la costa española, donde la Comisión propone una subida del 33 %, se quedan en menos de un tercio de las 2.380 disponibles.
Cierto que durante las últimas semanas parte de los arrastreros de litoral se dedican a otra especie, la pota voladora, un pariente del calamar y todo un maná en Galicia. Al margen de que la demanda de ese cefalópodo, sobre todo para congelar, atraiga a la flota porque se lo pagan a medias de 1,38 euros el kilo, el gallo está de capa caída en Galicia.
A casi cuatro euros el kilo en las lonjas
También son oficiales las estadísticas de la Plataforma Tecnolóxica da Pesca, según las cuales hasta esta semana se han subastado unas 3.900 toneladas que en primera venta generaron 15,4 millones de euros. Veintiún años atrás, en el 2001, las lonjas gallegas vendieron 5.860 toneladas de meigas con las que facturaron 23 millones. A los pescadores se lo abonaron entonces a una media de 3,97 euros el kilo, un céntimo menos que los 3,98 euros de lo que va del 2022.
El 2021 ha sido el segundo peor año del siglo en Galicia en ventas de rapante: casi 5.200 toneladas y 19 millones de euros, a un promedio de 3,74 euros el kilo. Más barato que este año y también que los del período 2014-2020, cuando rondó los 4,20 euros, las descargas oscilaron entre 7.420 toneladas y 6.215 y los ingresos entre 25 y 32 millones.
Con ese pescado blanco, los dos mejores años de lo que va de siglo fueron el 2003 y el 2004, cuando se comercializaron 8.400 toneladas y se facturaron 32 y 34 millones, pagándole el kilo a la flota a medias de 3,84 y 4,11 euros, antes de tasas e impuestos.