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¿Faltará jurel en el mercado?

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Martina Miser

El pelágico no desaparecerá de las pescaderías por el recorte de la cuota; quizá sea más caro, escaseará para la industria frigorífica y encarecerá la carnada

19 dic 2022 . Actualizado a las 11:39 h.

La flota cerquera gallega, junto con la que se dedica a la anguila, es la que peor ha salido parada del último Consejo de Ministros de Pesca, celebrado entre el domingo y el martes de esta semana. La cumbre de diciembre ha asestado un tajo más que importante a la que es, y siempre ha sido, una especie básica para este segmento de flota, que tiene al jurel, la sardina y el bocarte como trío de ases. La xarda les apaña un par de meses. Y la lubina, que las veces que aparece da una alegría a estos barcos, y la boga, que de un tiempo a esta parte se ha revalorizado, son comodines. Especies complementarias que ayudan a pasar el año.

Para el arrastre de litoral también ha sido un varapalo, pero menor que en el caso del cerco al tener una dependencia menor que la del cerco. Juan Carlos Corrás, gerente de Pescagalicia, explica que esta especie ha ido perdiendo peso entre sus capturas, aunque sigue habiendo arrastreros que se dedican específicamente al jurel. También ha sido un golpe para cerca de una docena de buques de Gran Sol que habían encontrado en el jurel una buena alternativa.

Todas esas embarcaciones —150 de cerco y apenas medio centenar de arrastreros pasarán de disponer casi 17.500 toneladas este año en la zona 8 c —de Fisterra al golfo de Vizcaya—, a tener 3.271 desde el norte de Fisterra a Gran Sol. Que, además, no podrán pescar. Esa cantidad queda para cubrir los xurelos que puedan entrar en la red de forma accidental. Y no son solo para el Cantábrico, deberán repartirla con la flota de Gran Sol, pues esas 3.271 se han habilitado para evitar el estrangulamiento de todos los barcos que faenan de Fisterra hasta Noruega.

¿Habrá jurel a la venta en el mercado?

Sí. El jurel no va a faltar en las pescaderías, explica Eduardo Carreño, armador de Portosín. Y sin siquiera tener recurrir a la importación —vía por la que llega el 60 % del pescado que se consume en Europa—, aunque de esta especie, en fresco y en congelado, apenas se importaron 7 millones de kilos en el 2021. Habrá jurel de aguas gallegas porque de Fisterra hacia el sur, hasta el golfo de Cádiz (la zona 9a), se podrá seguir capturando de forma dirigida, echando los aparejos para coger específicamente esa especie. Además, en este área la cuota ha subido y se podrá pescar un 15 % más de las 38.500 toneladas que tienen este año. Ahora bien, el caso es encontrar ese jurel al sur de Fisterra, teniendo en cuenta que en la presente campaña, de esas posibilidades de captura autorizadas no se ha consumido ni la cuarta parte. A quince días de acabar el año se habían descargado el 21 %: 8 millones de kilos. Al norte de Fisterra se han puesto a la venta 12 millones, el 70 % del cupo.

¿Subirá de precio?

Posiblemente. Ahí está la inflación cebándose con los alimentos básicos y los que deberían serlo pero no tienen esa tributación, como es el pescado (10 % de IVA). Y la dictadura de la ley de la oferta y la demanda. Las estadísticas gallegas así lo indican. El precio medio que la especie tiene en las lonjas se sitúa en 1,11 euros, el mismo que el año pasado, en el que las descargas estuvieron parejas (17 millones de kilos del 2021 y 15,6 este 2022). Pero se paga en origen un 54 % más que en el 2019, cuando los desembarcos fueron más del doble (38,5 millones de kilos) que se paraban a 0,72 el kilo. Otra cosa es el mercado, claro. Por el kilo de chincho pedían el viernes en la plaza 5,95.

¿Habrá desguaces?

Esa es una decisión que corresponde a cada armador, dicen tanto en el Gobierno central como en la Xunta. No es lo deseable ni para una Administración ni para otra. «Non me gustaría», dice la conselleira de Mar, Rosa Quintana quien, no obstante, apostilla que «Madrid non está pola labor», en el sentido de que, hasta ahora, se han rechazado todos los planes de reestructuración con desguaces que han presentado el arrastre y el cerco. Lo cierto es que antes de este varapalo reciente de Bruselas, la falta de relevo y las dificultades para encontrar mano de obra ya había llevado a casi una treintena de armadores cerqueros a interesarse por la paralización definitiva de sus embarcaciones.

¿Se arruinará la flota?

El cerco parte de una situación más favorable que otras flotas, como la de altura y gran altura por su menor dependencia del combustible, explica Gonzalo Rodríguez, profesor de Economía Pesqueira de la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Pero al mismo tiempo el golpe es en una especie muy importante. Según Manuel Suárez, portavoz de los cerqueros de Acerga, hay barcos para los que el jurel supone el 60 % de sus capturas. «Este é o problema das frotas cunha pesca máis dirixida e selectiva: son moi vulnerables a cambios regulatorios», expone Rodríguez. Las empresas más consolidadas, con la inversión amortizada, se resentirán, pero menos. «Os que están a pagar créditos poden pasalo mal», apunta. Ahora bien, «non debería ser a estocada definitiva» para este segmento de flota.

¿Qué alternativas tienen?

«Haberá que estudialas e non máis alá de xaneiro», apunta Basilio Otero, presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores (FNCP). Por ahora, la mayor parte de los barcos de cerco están amarrados, como es habitual por estas fechas en las que no suelen triunfar los pelágicos en el mercado y se aprovechan para hacer reparaciones y poner al día las embarcaciones. Suelen estarlo hasta febrero, pero después, sin jurel, sin sardina —en veda hasta abril o mayo— y sin xarda —que suele llegar en marzo, el panorama se presenta oscuro. «Os barcos pequenos, que non teñen autonomía para desprazarse ao Cantábrico á anchoa, nin están preparados para facer base en portos da 9 a o terán difícil», augura Eduardo Carreño. Él pretende desplazarse hacia el este del Cantábrico en cuanto retome la actividad, pero su barco tiene más de 22 metros de eslora, camarote, comedor, «televisión de 22 pulgadas, un calefactor, duchas e ata un váter con cisterna». Pero no todos están preparados para eso. Y no están los tiempos como para ir a otro puerto y alquilar pisos la tripulación. Tampoco para «facer como hai 20 anos, ducharse cunha mangueira, cociñar nun cámping-gas e comer debaixo dunha lona».

¿Tendrá materia prima la industria?

Aunque el economista Gonzalo Rodríguez apunta que a este eslabón de la cadena siempre le quedará la importación, desde Afripex, la Asociación de Frigoríficos de Pesca Extractiva que agrupa a una decena de empresas congeladoras, señalan que es como si a una panadería le impidiesen trabajar con harina de trigo. Buena parte de estas compañías tienen el mismo trío de ases que el cerco. Y la reducción de la cuota a la mínima expresión ha sido un mazazo que se suma al que ya ha recibido en la factura de la luz, el gasoil, el impuesto al plástico que viene, la subida de los costes laborales por los fijos discontinuos en que se convirtieron los temporales con la reforma laboral... «Parece que se han alineado los astros», señalan desde la entidad. Manuel Fernández Carballido, gerente de los frigoríficos Iberport (Vigo) y Fercon (Ribadavia), no ve salida: «Vivimos del pescado que pesca el cerco en el norte. Para nosotros el jurel supone un 60 % de la producción». No entiende que se cierre una pesquería de golpe. «Habrá que hacer estudios y saber qué pasa antes de tomar una decisión así», explica el responsable de una compañía que exporta a Egipto Mozambique, Senegal, Canadá... Y que tiene en plantilla 18 personas fijas y 15 más en temporada alta. Consecuencias socioeconómicas en las que los Veintisiete no han reparado. Ni en eso ni en que la flota encajará otro golpe con la subida de la carnada, pues el jurel, con la xarda, es su materia prima.