Patrocinado porPatrocinado por

La anchoa que hay en el Cantábrico sigue por encima de la media histórica

somos mar REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

PEPA LOSADA

Calculan 143.000 toneladas, cuando el límite sostenible está en 21.000

17 jul 2024 . Actualizado a las 09:28 h.

Unas veces en febrero, otras en marzo, algunas en agosto. Esta vez ha sido en julio. El bocarte (Engraulis encrasicolus) ha dado este mes una auténtica alegría al cerco gallego, sobre todo al que faena por encima de Fisterra, porque sin poder dirigirse al jurel, sin xarda ya en el caladero y con la sardina ya escasa de cuota, pocas más alternativas les quedaban a estos barcos más que la anchoa. Desde hace un par de semanas un banco se desplaza por aguas gallegas, moviéndose por Ortegal, Cedeira y esos caladeros.

Y por lo que parece, la especie podría seguir dando alegrías para rato. Porque abunda en el Cantábrico Noroeste. Eso es al menos lo que han comprobado los científicos de AZTI, el centro tecnológico del País Vasco que se ocupa anualmente de evaluar el estado del bocarte en el marco de la campaña Bioman. Según los resultados provisionales de esa prospección —de la que se encarga esa institución científica porque se trata, con el bonito, de uno de los recursos del mar más importantes para la pesca y la economía del País Vasco—, la anchoa que hay en el caladero está muy por encima de la media histórica.

Y tanto. Casi la multiplica por dos. Los cálculos de los biólogos sitúan la biomasa de esta especie en el golfo de Vizcaya en 143.000 toneladas, cuando la media de todas las obtenidas en las campañas desde 1987 está en las 80.000.

No es la biomasa récord, pues esta ya estuvo en las 330.000 toneladas allá por el año 2020, pero aun así, la población que han encontrado en el Cantábrico multiplica casi por ocho la cantidad que se considera necesaria para garantizar la supervivencia de la especie. Ese límite de sostenibilidad, según AZTI, está en las 21.000 toneladas.

Otras campañas

Con todo, los científicos son prudentes. «Son resultados muy positivos, pero para tener una cifra definitiva de la biomasa y poder aconsejar a los gestores, deberemos esperar a finales de año, cuando contemos con los datos obtenidos por las otras campañas y las capturas de la flota pesquera», destaca María Santos, experta en gestión pesquera sostenible de AZTI y responsable de la campaña Bioman.

Santos alude a lo que puedan aportar las prospecciones anuales Juvena, de la que también se encarga AZTI y determina cuántas anchoas juveniles (de menos de un año) hay en el caladero y dónde están, y la Pelgas, que coordina el instituto francés Ifremer y que tienen por objetivo conocer el estado de la población de anchoa, así como el funcionamiento de su ecosistema en la zona atlántica francesa.

El análisis conjunto se realizará en Madrid en el marco del grupo de trabajo de pelágicos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), y sus conclusiones serán fundamentales para asesorar en la determinación del TAC (total admisible de capturas) para el año 2025.

«Con este análisis sabremos con mayor exactitud cuántos de los ejemplares de anchoa nacidos esta primavera llegan a juveniles en otoño, lo que depende de diversos factores medioambientales y ecosistémicos como la temperatura, la disponibilidad de alimento o los depredadores», aclara la científica responsable de la campaña.