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Los bonitos esquivaron a los pescadores

S. Serantes REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Tripulantes de un bonitero faenando a la cacea o al curricán (foto de archivo)
Tripulantes de un bonitero faenando a la cacea o al curricán (foto de archivo) X. L.

La flota española solo consiguió capturar la mitad de túnidos que podía

17 nov 2024 . Actualizado a las 04:45 h.

Antaño, cuando cientos de barcos zarpaban en verano a por el bonito del norte, localizaban los bancos peinando el mar en cuadrillas. Ahora, pese a las innovaciones tecnológicas, es más complicado porque ha menguado mucho la flota que deja sus pesquerías habituales para ir a por esos cardúmenes. Cuando este migrador retornó a las zonas profundas del oeste del Atlántico donde hiberna, también dejaron de buscarlo buques vascos, gallegos, cántabros, asturianos, franceses e irlandeses. Acabó una campaña tan escasa en capturas que la flota nacional solo logró coger la mitad de los 24 millones de kilos que podía. El Thunnus alalunga esquivó a unos pescadores que, en general, han ingresado menos de lo que esperaban.

Como habitualmente, a finales de primavera los bonitos comenzaron a aparecer por el entorno del archipiélago de las Azores. Allá lo encontraron a mediados de mayo barcos que faenan a la cacea o curricán, un método artesanal en el que emplean sedales con anzuelos y señuelos artificiales, navegando a la misma velocidad que los túnidos. A mediados de junio, cuando se aproximaron al Cantábrico, se incorporaron a la costera los cañeros, que también pescan con anzuelo, pero con cebo vivo, lanzándolos cuando encuentran pescado. Avanzado julio, aparecieron los arrastreros pelágicos con banderas de Francia e Irlanda, buques industriales que atrapan los bancos con grandes redes.

Cañeros y pelágicos permanecieron hasta finales de octubre frente a las costas gallegas, donde había bonitos que a mediados de septiembre obligaron a parte de la flota de cacea a navegar al norte, más cerca del sur de Irlanda que de la costa española.

A falta de explicaciones científicas, marineros españoles contaron que los cardúmenes estaban más dispersos que otros años. Respecto a la campaña anterior, las piezas más pequeñas volvieron a pesar lo habitual, más de cuatro kilos, y se repitieron las capturas de ejemplares grandes, de más de diez kilos

11,6 millones de kilos sin pescar

Por la abundancia y el buen estado de la población del Thunnus alalunga, la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat, por sus siglas en inglés) acordó aumentar un 25 % la cuota de este año y del próximo. Del cupo comunitario, a la flota española le correspondieron 24,12 millones de kilos.

Datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación revelan que hasta el 1 de noviembre habían descargado 12,43, el 52 %. Por mucho que lo intentaron, no fueron capaces de pescar 11,68 millones de kilos. Comparando con la campaña del 2023, cuando desembarcaron 16,74, las ventas cayeron un 26 %.

Ligeramente menor fue el descenso en las lonjas gallegas, donde también se subastaron capturas de barcos de otras comunidades. PescadeGalicia, el portal que gestiona la Consellería do Mar, contabiliza 1,71 millones kilos de bonito comercializados este año. Un 23 % menos que durante el 2023, si bien se repitió el porcentaje del 13 % sobre el total del noroeste español.

A 4,85 euros el kilo en Galicia

La reducción de la oferta tiró al alza por los precios. Nada menos que un 30 % se incrementaron en las rulas gallegas, con una media de 4,85 euros el kilo, antes de impuestos y tasas. Desde el País Vasco, donde copan las descargas españolas, Kofradia Itsas Etxea confirmó desde San Sebastián que el promedio había subido a 4,13 euros el kilo.

La facturación en primera venta ascendió en Galicia a 8,32 millones de euros, poco menos que los 8,33 del año pasado, pero por debajo de los 9,55 del 2022. Excepto en esa campaña, para encontrar cifras superiores hay que remontarse nueve años atrás, al 2015, cuando el bonito generó 11,63 millones de euros.

Por lo que han ido transmitiendo las tripulaciones de boniteros en distintos puertos de Galicia y del Cantábrico, la costera del 2024 no ha respondido a las expectativas. Entre otras razones por el considerable aumento de las posibilidades de pesca, finalmente frustradas porque los bonitos lograron escabullirse. Aunque algunos barcos españoles, como los cañeros, las preferirían porque ganaban lo mismo con menos gastos, otros, como los de cacea, opinan que peor lo pasaron en las cuatro campañas, del 2018 al 2021, cuando se cerraron prematuramente en agosto porque se agotó el cupo nacional.

Burela gana cuota de mercado y sigue imbatible en Galicia

Complicado concretar cuántos de los 316 barcos españoles inicialmente autorizados a participar en la campaña zarparon a por Thunnus alalunga, también conocido como atún blanco. Tampoco se sabe cuántos de los 87 con base en puertos gallegos cambiaron en verano sus pesquerías habituales. Ahora que oficialmente se permite a los de menos de 15 metros de eslora alejarse más de la costa, hay más embarcaciones artesanales interesadas en aprovechar la costera. De estas, entre las 162 españolas que preveían ir a por bonito había 36 gallegas, según explicaron a finales de mayo desde el ministerio.

Décadas atrás, cada verano salían solo de Burela unas cien embarcaciones en busca del túnido que en ese puerto de A Mariña lucense bautizaron como el Príncipe Azul en varias campañas promocionales. Aunque ahora son muchos menos, la lonja local que gestiona Armadores de Burela ha ganado cuota de mercado y ha ratificado su imbatible liderazgo en Galicia.

Los 1,24 millones de kilos subastados este año en la rula burelense representaron el 72 % del total gallego, 12 puntos porcentuales más que el 60 % de los 1,34 del 2023, según las cifras oficiales de la plataforma PescadeGalicia. El descenso del 7 % en las descargas lo compensó la subida del 27 % en el precio medio por kilo. Sin impuestos ni tasas, el bonito cotizó a 4,70 euros, lo que se tradujo en una facturación de 5,83 millones de euros, un 18 % más que el año pasado.

A Coruña y el caso de Cedeira

Como referente autonómico, Burela ha salido mucho mejor parada que casi todas las lonjas gallegas con ventas significativas de bonito. Buen ejemplo es la de A Coruña, donde comercializaron 272.000 kilos, un 34 % menos que en el 2023. El precio medio por kilo mejoró un 20 %, a 4,59 euros, pero aun así la facturación se redujo un 21 %, hasta 1,24 millones de euros.

Llamativo es el caso de Cedeira, donde —según PescadeGalicia— se subastaron 48.629 kilos, la quinta parte que los 265.000 del 2023. Traducido a ingresos, supuso rebajarlos más de cuatro veces, hasta 236.000 euros. La cotización media por kilo subió hasta 4,85 euros.

Menos en Vigo, igual en Celeiro

Vigo distribuyó cerca de 15.000 kilos de atún blanco, menos de la mitad que el año pasado, pero el promedio por kilo se disparó un 63 %, hasta 8,02 euros, generando 119.000 euros.

Celeiro, el otro gran puerto de A Mariña, también salió bien parado de la bajada casi general de las ventas de bonito en el noroeste español. Durante la costera ya finalizada repitió los 135.000 kilos del 2023, pero la cotización media mejoró hasta 6,36 euros, un 41 %, el mismo porcentaje en el que se elevó la facturación, algo más de 862.000 euros.